Cultura y Espectáculos

¿Moda desechable o sonidos que llegaron para quedarse?

Guste o no guste, estilos como el reggaetón y el trap se han ganado un espacio dentro de la música popular, alentado su empuje por la industria que busca satisfacer los oídos de un público cada vez más volátil y cambiante. Fenómenos que son cíclicos, ya que de manera histórica aparecen y luego quedan relagados a segundo plano, sin desaparecer del todo.

Por: Mauricio Maldonado 10 de Enero 2021
Fotografía: Andrés Oreña P.

Fue en el 2017 que luego de tres años de silencio discográfico, la banda norteamericana Foo Fighters lanzaba su álbum “Concrete and Gold”, del cual se desprendió como single la canción “Run”.

Tema que su vocalista y líder del grupo, Dave Grohl, confesó al tiempo después haberse influenciado – sin querer- en los ritmos latinos, lo cual se lo hizo notar el productor Greg Kurstin. “Yo le pregunté ¿Qué rayos es el reggaetón? y él me mostró todas las canciones pop de ahora que tienen ese mismo ritmo, pero un poco más lento”, dijo el músico en una entrevista de aquel entonces.

Esto es sólo una pequeña muestra de como los estilos musicales se fusionan y mezclan, sin querer queriendo, entre sí, indiferente de lo distante que parecieran ser en cuanto a sus ritmos. En el caso mencionado, entre el rock y el reggaetón.

Música urbana, que estos últimos años ha derivado o “mutado” en el trap, y que confirma que estos estilos lejos de desaparecer, evolucionan y se van sumando al enorme árbol de la música popular. Incluso vienen sonando, soterradamente, desde hace más tiempo de lo que se recuerda o cree. “Lo que puede pasar de moda acá, puede continuar más que vivo en otros contextos. reggaetón y trap existen desde las décadas del ´80 y el ‘90 respectivamente; suficiente como para afirmar que no son músicas desechables. Sobre el trap es más difícil pronunciarse respecto de su trascendencia local, porque su visibilización es más reciente. Por otro lado, cuando el reggaetón comenzó a ponerse de moda internacionalmente, la mayoría pensó que sería sólo otro hit del verano. Y sin embargo sigue vigente y le demostró al mundo su relevancia social cuando devino la banda sonora que acompañó la dimisión el 2019 de Rosselló, ex gobernador de Puerto Rico”, afirmó Nicolás Masquiarán, musicólogo.

A lo que el también doctor en historia y docente de música, del Departamento de Música de la UdeC agregó que “la idea de que un estilo musical sea sólo una moda desechable suele ser, la mayoría de las veces, sumamente parcial. Se trata de discursos erigidos sobre un supuesto de superioridad de ciertas músicas por sobre otras; ideas cuyos cimientos son bastante porosos”.

Rodrigo Pincheira, experimentado periodista musical, hace hincapié en que la industria musical es la que se encarga que estos géneros o subgéneros, suenen en un determinado momento, con mayor o menor fuerza. Esto gatillado por “ofrecer siempre algo nuevo a las demandantes y exigentes audiencias. Sin embargo, y como establece el teórico Simon Reynolds en su libro ‘Retromanía’, la música popular siempre está mirando atrás, o sea, que hay una repetición y parte de ella siempre está volviendo al pasado volviendo a reactivar sonidos de los setenta, ochentas, noventas y así. Hay como un cierto agotamiento en ese sentido. En esa búsqueda afanosa, un poquito desesperada, aparecen estos géneros o subgéneros musicales, que son como derivados de otras músicas”, puntualizó.

A lo que hizo hincapié en que “finalmente estos géneros no desaparecen de manera total, en algún momento son hegemónicos, y luego cuando pasa la moda y el interés, la gente busca otra cosa. Quedan en el olvido o pierden su liderazgo y pasan a ser expresiones de segundo orden, pero que no desaparecen completamente. Siguen latiendo ahí”.

Ritmo contagioso

Rodrigo Álvarez, docente de música y destacado exponente del jazz penquista, secunda lo planteado por Pincheira, señalando que “no es algo pasajero, o sea, es pasajero como fue el rock&roll, será algo por décadas importante. Son corrientes de música que aparecen, no simplemente porque las personas quieran escucharlas sino porque hay una industria detrás que fomenta su consumo y también sus grabaciones. Las producciones de trap, por ejemplo, hoy en día tienen una mayor calidad y recursos sonoros a su dispocisión que una de rock, o sea, hay un desarrollo tecnológico que favorece estos géneros y es lo que prioriza en la actualidad la industria en apoyar”.

Más radical y frontal es lo que opina Ignacio González, otra figura jazzística destacada de Concepción, quien expresó que “para mí lo único rescatable de esos estilos urbanos es el ritmo, algo muy pegajoso y entretenido, rimo que se podría aplicar a cualquier estilo. Musicalmente, es una vergüenza, y en cuanto a sus líricas son peor, de una violencia terrible, lo que potencian en la imagen que proyectan sus exponentes. Son unos estilos que tienen relación con la sociedad que estamos creando, una sociedad desechable. No quiero parecer como ‘viejo vinagre’, pero pasan por un tema mucho más profundo y más allá de si son de moda o no”.

Opinión que complementó que, y en el mismo sentido por lo señalado por Álvarez y Pincheira, “la industria de la música, en su afán de sólo vender discos e imagen, no tiene ningún sentido de culpa el generar, desde mi perspectiva, contaminación. La industria musical y los medios de comunicación, al potenciar este tipo de artistas, lo que están haciendo es contaminar”.

Más allá de esto, para Luis Herrera, vocalista de la banda Emana, fuera de reconocer lo contagioso o pegadizo de los ritmos urbanos, “son un gremio o un clan bien unido, lo que no pasa en otros estilos. O sea, tienen claro que unidos y colaborando entre sí, el movimiento crece y se nutre, siendo todos beneficiados, sobre todo en el trap. Y en general, son estilos que prevalecerán y seguirán dando que hablar. Hace más de 10 años que el reggaetón suena y continua cambiando y dando nuevos exponentes, lo que ocurre también hace un par de años con el trap”.

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