Con materiales corrientes y planos improvisados, Daniel León y Carlos Barría —aficionados a la aeronáutica— recrearon el icónico avión con una escala inusual, marcando un hito en el modelismo local.
Por Hugo Ramos Lagos
Pocas aeronaves en la historia de la aviación han alcanzado el estatus del Douglas DC-3 Dakota. Nacido en la década de 1930 como un avión comercial revolucionario por su autonomía, capacidad y fiabilidad, el modelo se convirtió rápidamente en un símbolo del transporte aéreo moderno. Su versatilidad fue tal, que al estallar la Segunda Guerra Mundial fue adaptado por las fuerzas aliadas como avión de carga y tropas, recibiendo el nombre Dakota, y cumpliendo un rol clave en operaciones históricas como el desembarco de Normandía.
Más allá del conflicto bélico, el DC-3 dejó una huella profunda en la aviación civil y militar. Su diseño robusto, de alas bajas y tren retráctil, junto a sus dos motores radiales, le dieron fama de ser indestructible. Voló por más de medio siglo en distintas partes del mundo, operado por aerolíneas, ejércitos y gobiernos. Incluso hoy, algunos ejemplares siguen surcando los cielos, lo que da cuenta de su extraordinaria durabilidad. Con razón, pilotos, coleccionistas y modelistas lo consideran una verdadera leyenda del aire.
Desde su taller en la localidad de Villuco, Daniel León y su primo Carlos Barría emprendieron un proyecto tan artesanal como meticuloso: construir a mano una réplica a escala 1:6 del legendario avión, aeronave que, según los entendidos, se trata del padre de las aeronaves comerciales modernos.
La idea —explicó León— nació con fines decorativos: “Tú lo puedes poner en el living porque se puede colgar, o instalar en una oficina grande (…) Ya que básicamente es un elemento decorativo, aunque con cierto nivel de lujo”. Y esto último se explica debido a que su nivel de fidelidad y manufactura artesanal lo han convertido en una rareza admirada incluso por modelistas con décadas de experiencia.
En detalle, la maqueta está compuesta por dos piezas clave: la cabeza del avión y uno de sus motores. “Para mi gusto, lo más importante de una máquina es su cara y su propulsión”. “Este avión tiene dos motores; idealmente había que hacer el segundo, pero siento que, con verlo así, uno ya se imagina el resto”, comentó León.
En tanto, Carlos explicó que eligieron el Dakota por su valor histórico: “Lo diseñaron en los años 30, y a fines de 1935 voló el primero de ellos”. “Era un avión comercial, pero entró rápidamente a la Segunda Guerra Mundial con pequeñas modificaciones y pasó a llamarse Dakota”. La aeronave fue ampliamente utilizada por las fuerzas aliadas y es recordada por su rol en eventos como el desembarco de Normandía.
“Aparece en varias películas, por ejemplo, Memphis Belle de 1990. Los paracaidistas de la Band of Brothers saltan de un Dakota, como efectivamente fue en la vida real”, agregó Barría.

Réplica a escala (1:6) del avión Douglas DC-3 Dakota | Raphael Sierra P.
Según recordaron, construir la maqueta les tomó 13 meses de arduo trabajo, y para ello usaron materiales comunes y locales: “El aluminio lo compramos aquí en Concepción, los remaches son cabezas de alfileres, el resto es plumavit, madera, masilla”. “Todo está hecho con materiales corrientes, no hay nada importado, y está enteramente hecho a mano”, precisó León.
Sin embargo, los diseñadores reconocieron que construir el motor del avión fue especialmente complejo. “Nos tomó más tiempo que la cabina”, sostuvo León. “Quisimos mostrar cada aleta de refrigeración, cada cable de bujía y hacer la máscara (…) Todo está ahí. Incluso fuimos a Santiago a fotografiar el motor original para replicarlo lo más fiel posible”.
Asimismo, uno de sus secretos mejor guardados es el “cowling” (cubierta) del motor, una pieza curva metálica que lograron replicar a partir de una olla doméstica. “Compramos una olla, la pulimos, cortamos e instalamos; resultaba que la escala era perfecta”. Recorrimos todo Concepción para encontrarla”, contó León entre risas. “Un modelista me preguntó cómo logramos ese ángulo, y le respondí: ‘Es una olla común’”.
Ahora bien, conseguir el plano original del Dakota fue otro desafío. Pues al tratarse de un modelo antiguo, no encontraron planos técnicos detallados. En su lugar, usaron una foto minúscula que agrandaron hasta conseguir las proporciones correctas. “Las líneas eran de un píxel”. “Lo hicimos todo a ojo, con fotos y videos”, explicó Carlos. “Fue todo lo opuesto a lo técnico: fue experiencia, observación y prueba”.
Adicionalmente, uno de los detalles más llamativos es una figura femenina pintada en el fuselaje, una clásica pin-up vintage que remite a las decoraciones usadas en aviones militares del siglo pasado. “Lo interesante es que está hecha a mano, no es un calco”, destacaron. La obra fue realizada por el artista Alexis Montesinos, a quien encontraron casi por obras del azar: “Nadie me quería hacer esa figura… y en cuanto conocí a Alexis, le llevé el avión a su casa, lo tuvo una semana, y pintó directamente sobre el aluminio utilizando acrílicos”.
“No es menor hacer una figura humana de ese porte, chiquitita, con ese nivel de detalle”, subrayó León, valorando el trabajo minucioso del artista. Para ilustrar, incluso grabaron un video en que se ve a Montesinos pintando a mano el rostro de la mujer, lo que demuestra el nivel de dedicación detrás de este elemento.
A modo de anécdota, León y Barría relataron que la maqueta fue presentada en una feria de modelismo en Santiago, donde causó sensación. “Nadie había visto un modelo a esta escala, ya que la mayoría trabaja con 1:72 o 1:20; esto era 1:6”. “Nos tomamos media sala”.
En aquella ocasión, la recepción fue entusiasta —en parte por el tamaño—, pero también por el uso de materiales metálicos, algo inusual en el mundo del modelismo. “Muchos modelistas llevaban 20 o 30 años haciendo aviones de plástico y nunca habían visto algo así”, señalaron.
Sin embargo, el sueño de ambos no termina aquí, pues aseguraron que buscan seguir construyendo y, por qué no, convertir su pasión en negocio rentable. “Lo primero es mostrarlo, masificar esta obra”. “Si alguien quiere adquirirlo, está a la venta (…) Y si alguien nos pide un modelo, como un Hispano E-30 u otro, bienvenido sea”, concluyó Daniel.