Investigadores advierten que el déficit de parques y plazas no solo afecta la calidad urbana, sino también la salud física y emocional de la población.
Por Matías Pérez Molina
Según datos recopilados previamente por Diario Concepción, se evidenció que, aunque comunas como Talcahuano declara cumplir con el estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de entre 9 y 12 m² de área verde por habitante, otras como Concepción, San Pedro de la Paz y Hualpén aún enfrentan brechas importantes.
La capital regional reconoce que, si se consideran solo las áreas verdes efectivamente materializadas, no alcanza el mínimo de 10 m² por persona, mientras que San Pedro de la Paz registra 7,6 m² y Hualpén ha desarrollado más de 38 mil metros cuadrados en los últimos años para acercarse a la meta. Esta desigual distribución, además de afectar la calidad urbana, plantea efectos concretos en la salud física y mental de la población.
Así lo advierten desde el ámbito académico y desde la Seremi de Salud, al sostener que la disponibilidad de espacios naturales bien distribuidos y accesibles no solo mejora la imagen de una ciudad, sino también la salud de quienes la habitan.
Diversos estudios nacionales e internacionales han confirmado que vivir cerca de áreas verdes reduce el estrés, mejora la calidad del sueño y contribuye al desarrollo emocional, especialmente en niños y personas mayores. Así lo explicó el profesor Luis Seminario Salas, integrante del programa PromoSalud UdeC, quien destacó que los efectos positivos se registran incluso tras breves exposiciones.
“La práctica de actividad física en entornos naturales proporciona estímulos agradables que sirven de distracción y disminuyen emociones negativas. El impacto en el estado de ánimo y la autoestima se produce ya en los primeros cinco minutos de ejercicio al aire libre”, precisó Seminario. Agregó que también se ha documentado una disminución en los niveles hormonales de estrés como la adrenalina y el cortisol.
Desde la Seremi de Salud del Biobío coincidieron en la relevancia del tema. “El acceso a áreas verdes se reconoce como un factor protector de la salud, especialmente de la salud mental. Disminuye síntomas de ansiedad y depresión, y también mejora la cohesión social al generar espacios de encuentro”, indicaron.
La Organización Mundial de la Salud recomienda 10 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Sin embargo, en la región solo un grupo reducido de comunas logra cumplir con ese estándar. De ahí que la variable ambiental se haya incorporado como eje en los planes comunales de promoción de la salud.
“Trabajamos en las 33 comunas del Biobío para mejorar plazas, parques o transformar sitios eriazos en lugares seguros y útiles para la comunidad. No se trata solo de plantar árboles, sino de crear entornos que favorezcan la vida en comunidad y el bienestar emocional”, añadieron desde la Seremi.
Una revisión sistemática publicada por la revista PLOS ONE respalda estas observaciones al señalar que la cantidad de áreas verdes en el entorno local tiene una relación directa con la satisfacción vital y la salud mental en adultos, especialmente en entornos urbanos densamente poblados.
Otros estudios, como el elaborado en Cataluña por Triguero-Mas et al., indican que los espacios verdes mejoran tanto la salud percibida como la salud mental, independientemente del nivel socioeconómico o el grado de urbanización.
Según Seminario, los beneficios varían según la edad. En niños y niñas se ha observado una mejora en la atención, el desarrollo emocional, la confianza y la sociabilidad. En personas adultas, en cambio, destaca la reducción del estrés, una mejor calidad del sueño y un aumento en la esperanza de vida.
“Para 2050 se estima que el 70% de la población mundial vivirá en ciudades. La planificación urbana debe incluir espacios verdes como una estrategia de salud pública. Solo en Europa, cumplir con la meta de acceso a estos espacios podría prevenir más de 40 mil muertes al año”, sostuvo.
Asimismo, diversos autores han sugerido que el contacto habitual con la naturaleza debería entenderse como un servicio ecosistémico esencial para la salud mental de las sociedades urbanas.
“Más allá del paisaje, las áreas verdes son pulmones vivos que limpian el aire, fortalecen el sistema inmune y permiten que las personas se conecten entre sí y con su entorno. No se trata de un capricho urbano, sino de una herramienta de salud pública”, concluyó Seminario.