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Expertos explican medidas de adaptación ante los incendios forestales en el Biobío

Los incendios forestales, más que un problema ambiental, se entrelazan con la salud, la vivienda y la planificación territorial. Ante alarmantes cifras de daños producidos por estos siniestros, expertos comentaron posibles acciones de adaptación para combatir de mejor manera estos riesgos.

Por: Diario Concepción 20 de Febrero 2024
Fotografía: Archivo Diario Concepción.

Montserrat Serra Cárdenas

Es una realidad que los incendios forestales no afectan solo a la infraestructura local. Estos siniestros son catastróficos para la vegetación, la fauna, la calidad del suelo y del aire. La salud de las personas también se ve comprometida, ya que se liberan gases tóxicos a la atmósfera y grandes cantidades de humo. A esto se suma la presencia de roedores en las zonas afectadas en busca de comida.

Y es que, en la actualidad estos fenómenos ya no representan solo un problema ambiental, sino que cada vez se relaciona más con otras afecciones, como lo es la vivienda y la salud. Es por eso que expertos recomiendan generar medidas para que la región pueda adaptarse a estas catástrofes que, lamentablemente, se vuelven más cotidianas con el paso del tiempo.

Medidas de adaptación

Según el informe “Consecuencias de los incendios 2023. Biobío la región más afectada”, elaborado por el Senado, expuso que la temporada de incendios forestales que tuvo lugar en el país durante los meses de enero y febrero del 2023, fue una de las más duras de las últimas décadas. “Con un aumento del 816% de la superficie quemada en comparación con la temporada anterior, el Biobío fue la más afectada”, detalló el documento.

También se indicó que, a nivel nacional los siniestros del año pasado dejaron cerca de 450 mil hectáreas quemadas, de las cuales 210 mil corresponden a la octava región. “Esto representa casi la mitad de la superficie”, mostró el mismo estudio. Especificando aún más en la situación, según datos del Gobierno Regional (Gore), “aproximadamente un 40% correspondía a pastos, pastizales y otros, mientras que el otro 60% eran bosques, en su gran mayoría de plantaciones forestales”.

Todos estos datos indican que es necesario crear medidas y normativas para que los territorios se adapten y puedan combatir de mejor manera los siniestros. Por eso, expertos recomendaron medidas adaptadas a la zona para que el impacto de los incendios sea menor y controlable. Eduardo Peña, doctor en ecología del fuego y vicedecano de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción (UdeC), explicó que “uno de los factores que más influye, aparte del cambio climático, es la continuidad del combustible”.

“Cuando tengo combustible continuo en el espacio, ya sean pastizales, arbustos, árboles o plantaciones, el fuego se propaga casi sin control haciendo difícil la labor de combate”. En torno a eso, el doctor recomendó reducir esta secuencia de combustible y generar una mezcla de terrenos, en los cuales haya presencia de producción agrícola, ganadera, espacios donde no se cultiven plantaciones, etc.

“Esto se ha aplicado en otros países, y en el fondo es generar un mosaico de diferentes condiciones. Eso provoca que, si un incendio viene por una plantación, llegará un momento donde entrará a una zona de praderas o ganadera con pasto, lo que hace más fácil controlar el fuego”, detalló Eduardo.

Francisco de la Barrera, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UdeC, planteó medidas de adaptación similares.
“Hay que encargarse mejor de la planificación territorial. En el fondo, trabajar los lugares que tengan plantaciones forestales extensas y homogéneas para fragmentarlas a través de cortafuegos”.

Eduardo evidenció que esto ayudaría a que el incendio no siga propagándose, ya que los esfuerzos están puestos en crear líneas de fuego -más conocidas como cortafuegos- para evitar que éste pase de forma superficial. “Los incendios no se extinguen, sino que se controlan, porque no hay tiempo. Por eso es importante contar con zonas despejadas o con bajo combustible de tal manera se siga quemando en el interior y no se propague”, comentó Peña.

Cabe recalcar que la región cuenta con distintos tipos de climas en toda su extensión. Algunas zonas son más secas, mientras que otras se encuentran cerca de la costa, presentando un clima más ventoso. Esto quiere decir que las medidas de prevención y adaptación cambiarían dependiendo del sector donde se apliquen.

“En las zonas más secas debería ser muy necesario el mosaico de condiciones territoriales, pero la verdad es que con el cambio climático ya tenemos temperaturas cercanas a los 30 grados Celsius en zonas costeras”, sostuvo Eduardo Peña.

De la Barrera aseguró que hay lugares que son más propensos a tener incendios. En general son terrenos ubicados en el valle interior, como la Cordillera de la Costa o la zona interfaz urbana forestal. “Allí hay que poner todos los focos y realizar planificaciones más detalladas, sobre todo en sectores como Tomé, Penco, Chiguayante, Santa Juana, San Pedro de la Paz, etc.”, acotó el académico ambiental.

Esto demuestra que ya no estamos tan seguros, ya que con temperaturas arriba de los 30 grados, se facilitan las condiciones de producir un incendio forestal. Francisco también propuso otro tipo de medidas. Éstas van en torno a la gestión del agua. “No se debe pensar solamente en utilizar el recurso hídrico para apagar incendios, sino que también para reincorporar la humedad en los bosques y el suelo”.

Igualmente, desde la planificación urbana se puede generar una adaptación, ya que permite la creación de parques naturales que faciliten la gestión y cuidado de los espacios naturales. “El adquirir áreas verdes genera múltiples beneficios, en particular respecto a los incendios. Estos ecosistemas se desarrollan e incorporan una gestión y manejo de la vegetación, lo que ayuda a disminuir el paso del fuego a zonas residenciales”, comentó de la Barrera.

Puede sonar contradictorio, pero, a fin de cuentas, las zonas verdes albergan humedad y hay personas que las administran, disminuyendo al material seco propenso a quemarse.

Archivo Isidoro Valenzuela

Conocer demografía

Por otro lado, Edilia Jaque, vicedecana y académica de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía (Faug) de la UdeC, propone un enfoque muy interesante, que es conocer la demografía de cada sector de las distintas comunas afectadas por estos siniestros. “Una de las primeras acciones que se deben implementar en la región a escala comunal es el mapeo de la amenaza de incendios forestales diseñada estacionalmente”, contó la académica.

Con esto quiere decir que hoy en día existen varios modelos que se pueden generar de forma automatizada para distintas escalas, regionales o comunales, para conocer las áreas de mayor o menos amenaza. “Con el grupo de estudio Multiamenazas de la Faug hemos diseñado diferentes modelos y creemos que es necesario, porque nos permitiría identificar esas zonas y accionar en torno a eso”, reconoció Edilia.

“La siguiente acción tiene que ver con la vulnerabilidad”, agregó Jaque. Y es que explicó que no es lo mismo que se incendie una zona con poca población expuesta a una con mucha densidad. Así mismo sucede con los niveles socioeconómicos. “Son diversas las variables que definen la vulnerabilidad de la población expuesta, y nosotros podemos evaluarlos: las dificultades de movilización, la cantidad de niños o niñas que viven en las zonas, etc.”, evaluó la vicedecana.

También aludió a las características del uso de suelo y expresó que para adaptarnos también se debe conocer la estructura de los usos del suelo para diseñar planes de evacuación adecuados. Criticó la deuda que tiene la política pública con la gestión integral de los riesgos socionaturales, ya que los planes reguladores se actualizan cada 10 o 20 años, lo que significa que existen planes totalmente obsoletos para las necesidades actuales del territorio.

“Necesitamos un instrumento de planificación territorial de escala rural y regional que tenga una obligatoriedad en las dimensiones asociadas a los riesgos. Son escenarios que obviamente se han hecho más complejos en contextos del cambio climático”, especificó la académica. Edilia Jaque aseveró que la región no puede dejar pasar más tiempo para establecer una línea de acción concreta. A pesar de que se estableció una mesa de trabajo después de los incendios el 2023, solo se reunieron dos veces para discutir medidas.

“Para la adaptación se necesitan mecanismos de actuación continua. Como investigadores hemos desarrollado muchos planes y publicaciones, pero nos cuesta concretar eso y establecer un contacto directo con quienes toman las decisiones”, manifestó Jaque. Concluyó diciendo que se toman resoluciones puntuales de alto nivel muy interesantes, pero no logran establecer prácticas concretas para los procesos de adaptación local ante la amenaza de incendios que es latente en toda la zona centro sur del país.

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