Ciudad

Daniela Sánchez, psicóloga, es la primera mujer en asumir el mando de Hogar de Cristo, en Biobío

A la nueva cara visible de la institución le preocupa la vida de los más vulnerables. Hace notar que su organización en Concepción sólo logra asistir a 200 de las casi 2 mil personas en situación de calle en la ciudad. Número que ha aumentado en pandemia, de acuerdo a los datos de la retrasada encuesta Casen 2020, que conocimos recientemente.

Por: Diario Concepción 26 de Julio 2021
Fotografía: Ante la necesidad de lograr un mayor testeo y trazabilidad en la Región, la Seremi de Salud y Fonasa dieron a conocer que el test rápido para detección de antígenos de Sars CoV2, ya cuenta con codificación y cobertura en el sistema público de salud. Lo anterior es relevante, ya que al ser gratis en […]

Recién asumió como jefa territorial de Hogar de Cristo, pero esta psicóloga chillaneja lleva seis años y medio trasplantada en la región del Biobío. Acá realiza una inmensa labor social que acoge a cerca de 1.500 personas mensualmente. Esto a través de 23 programas sociales, que incluyen una escuela de reinserción educativa en Lota, un programa de acogida en Concepción, dos rutas de voluntarios, un programa de inclusión laboral, tres residencias de adultos mayores vulnerables, cuatro jardines infantiles y cinco programas de atención domiciliaria en Concepción, Penco, Arauco, Los Ángeles y Tirúa.

Sin embargo, Daniela Sánchez (45) explica que la pandemia del Covid-19 ha dejado expuesto a uno de los grupos más vulnerables frente a la enfermedad: las personas sin techo. Algo muy poco alentador, tomando en cuenta que en Biobío hay alrededor de 2 mil personas viviendo en la calle. Ella indica que esta realidad “aunque la percibamos como normal, se trata de una verdadera emergencia social que no se revuelve con frazadas y café caliente”.

Cuando el sistema de salud colapsa, las personas más vulnerables con más dificultades de acceso, como son la gente de calle y los adultos mayores, tienen menos atención de la que habitualmente reciben. “En nuestra región, existe una pobreza oculta, muy rural y alejada de cualquier centro de ayuda”, dice la profesional. Y continúa: “Por ejemplo, en Tirúa hemos realizado un gran trabajo para llegar a las comunidades mapuche, les entregamos apoyo para enviar los remedios a las casas de los adultos mayores, muchos de los cuales están postrados y con enfermedades crónicas. Es indudable que solos no pueden conseguirlos, porque están realmente solos y aislados”.

La pobreza extrema se extrema

Según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2020, en Biobío hay 84 mil personas en pobreza extrema y son estos grupos los que tienen el mayor riesgo de contraer Covid-19. “Si tú investigas, la distribución de contagios y muertes se concentra en los sectores empobrecidos de la ciudad o en la alta ruralidad, donde el hacinamiento y las malas condiciones habitacionales ha dejado en mayor vulnerabilidad a los ya vulnerables”, dijo.

– ¿Cómo se expresa esta alza de la vulnerabilidad que muestra la Casen?
– Que en nuestro territorio estamos por sobre el promedio nacional en cuanto a pobreza extrema, que es de un 4,3%. En la Región del Biobío tenemos un 5,1%, lo que representa un aumento de la pobreza extrema de un 1,4% respecto de la Casen 2017. Esto significa que hay personas sin acceso a vivienda, agua potable, comida, educación, salud, empleo. Pero estos porcentajes suenan lejanos, no se entienden bien. Yo creo que estos no son números; representan a personas en la calle con hambre, frío, angustia, enfermedad física y mental.

– ¿En qué sectores sucede esto?
– Por ejemplo, en Tirúa, donde el 70% de los adultos mayores mapuche vive en zonas rurales. De ellos, el 63,7% es pobre multidimensionalmente. Es decir, sufren carencias en ámbitos como la salud, la vivienda y el trabajo. Esta realidad hace que la pandemia empeore. Muchos de ellos viven en casas con piso de tierra, sin aislamiento, con poco acceso al agua. Muchos inclusive duermen con los animales dentro de sus ranchos, en medio de vacas y caballos, sin cama. ¿Cómo pedirles que tengan mascarillas, guantes o desinfectantes si apenas tienen agua para lavarse las manos?

Infancia y calle

Desde junio están operativos los albergues del Plan Protege, que busca entregar apoyo durante el invierno a las personas que se encuentran en situación de calle en la zona. Así es como se habilitaron 16 recintos, los que funcionan las 24/7, entregando comida y refugio a quienes lo necesiten.

-Además de la acogida, ¿qué se puede hacer por las personas en la calle?
-Puedes participar de nuestras Rutas Calle, que consisten en ir al encuentro de aquellos que no tienen dónde pasar su cuarentena. Les llevamos alimentación, artículos de higiene, agua, abrigo e información, pero esto no es suficiente. La gente se sigue muriendo de frío en la calle. Por ejemplo, hace pocas semanas falleció Víctor Bello, un hombre en situación de calle, que vivía abandonado en un sector de Pedro del Río, en Concepción.

– ¿Hacen falta más albergues?
– No necesariamente, para salir de la calle definitivamente, se requiere respuestas más sostenibles a largo plazo, como Vivienda Primero, un programa social revolucionario que en Chile ya favorece a más de 350 personas en varias comunas del país. Por estos días, a nivel nacional, Hogar de Cristo está presentando el Mise, que es un Modelo Integral de Servicios para la Inclusión de las Personas en Situación de Calle. Lo que propone es coordinación para abordar las múltiples causas de esta realidad de forma multisectorial y, sobre todo, actuar centrados en las personas, en cada una de ellas y su particular historia de exclusión social. Vivienda Primero es una piedra angular de este modelo, porque ¿cómo resuelves tus problemas de salud, de consumo, de desempleo, si no tienes un lugar propio?

– ¿Cómo funciona Vivienda Primero?
– Se trata de partir por entregar una vivienda, sin requisitos de comportamiento, de “buena conducta”. La idea es que la habiten un máximo tres personas, con dormitorio y baño individuales, y sin condiciones ni exigencias previas, además de apoyo psicosocial permanente durante tres años. Esa es la “palanca” que permite ir consiguiendo todo lo demás: los controles de salud, la capacitación en oficios, el empleo, el desarrollo de redes y –sobre todo– la recuperación de la dignidad.

Otra realidad que se ha comunicado escasamente en Biobío, es la de los niños vulnerables en el territorio. Pocos saben que más de 61 mil preescolares sufren los efectos de la pobreza. La cifra es preocupante, si consideramos que muchos de ellos no tienen un adecuado acceso a la salud o viven en lugares hacinados. La mayoría proviene de familias migrantes que viven sin calefacción, en condiciones extremadamente precarias, lo que produce que estos niños estén mucho más expuestos a las enfermedades y a los contagios.

-¿Cómo han apoyado a estas familias?
-En la región cerca de 200 mil menores pertenecen a los segmentos más pobres del territorio, lo que agrava aún más la situación. Nosotros tenemos la capacidad de acoger a casi 300 niños y niñas, en cuatro jardines y salas cuna. ¿Pero qué pasa con los otros miles de niños en Biobío?

Etiquetas