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Difícil reconstrucción: Localidades afectadas aún sienten los efectos del 27/F

Tras aquella difícil noche que se vivió en el Bío Bío, los sectores afectados han sufrido grandes cambios en cuanto a infraestructura. Sin embargo, habitantes de Dichato, Talcahuano y Caleta Tumbes aún tienen reparos en temas que afectan directamente a sus comunidades.

Por: Daniel Nuñez Durán 23 de Febrero 2020
Fotografía: Raphael Sierra P.

Fue una madrugada difícil. Tal vez, imposible de olvidar. Aquel amanecer, cuando el reloj marcó las 03:34 horas, la vida de muchos chilenos cambió para siempre. Muchas ciudades no volvieron a ser las mismas y en varios casos, hubo que levantarlas desde sus mismos cimientos.

El Bío Bío sintió la intensidad de la naturaleza de una manera brutal. A lo estremecedor del movimiento telúrico, hubo que sumar los estragos que causó el posterior tsunami que afectó las costas de, prácticamente, toda la Región.

De acuerdo a cifras oficiales, la cantidad de muertos en aquella jornada ascendió a cerca de 70 personas en Bío Bío.

En ese sentido, Dichato, Talcahuano y Caleta Tumbes fueron algunas de las localidades más dañadas por el efecto del mar, que arrasó con casas, autos, barcos, personas y todo lo que encontró en su camino durante aquel oscuro amanecer.

Pero esa noche, ¿cómo la vivieron los habitantes de aquellas localidades? ¿cómo vivieron el proceso de reconstrucción de sus sectores? ¿cómo evalúan el levantamiento de sus comunas 10 años después? Son respuestas que sólo aquellos que vivieron de cerca la devastadora fuerza de la naturaleza tienen a su alcance.

Se levantaba la Región

Semanas posteriores al terremoto, vino todo un proceso de transición entre superar los primeros efectos psicológicos y comenzar a trazar líneas para reconstruir lo que se había ido a tierra.

El gobierno puso a disposición de los chilenos una serie de planes de emergencia para salir del paso lo más rápido posible. La ayuda comenzó a llegar a las zonas afectadas y lo que había sido destruido comenzó a levantarse, como fuera posible.

A 10 años del terremoto, tres ciudadanos que vivieron el cataclismo en Dichato, Talcahuano y Tumbes, cuentan sus experiencias de esa inolvidable noche y comentan como han visto el proceso de reconstrucción de sus localidades, en donde algunos sectores se han visto mucho más beneficiados que otros por razones desconocidas y que siguen generando dudas sobre si el proceso se hizo correctamente.

Dichato cambió positivamente, aunque pagó un gran precio

María de los Ángeles Cárdenas se encontraba en la cabaña ubicada en la chacra Santa Alicia, en el cerro de Dichato. En medio del descanso, despertó antes de que comenzara el movimiento de tierra. Alcanzó a cerrar todas las ventanas de la casa y empezó el terremoto. Cuando hubo reacción, lo primero fue escapar. Mientras las autoridades avisaban que no había opción de tsunami, el mar ya se estaba saliendo.

Lo que vino después fue desolador. Cuando amaneció, la joven y su familia recién pudieron apreciar la real magnitud de lo que había sucedido. La destrucción de la ciudad había sido casi total, sobre todo, en la zona más cercana a la costa.

Pero con el pasar de los meses, las cosas fueron cambiando.

“El gobierno, pese a las criticas, ayudó bastante en la reconstrucción. Hubo gente que necesitaba y que recibió mucha ayuda para levantar sus casas y espacios que habían sido arrasados por el mar”, comentó María de los Ángeles.

En cuanto a cómo ha visto la evolución de la ciudad, la joven cree que el sector costero se levantó rápido. “Se construyó un Dichato más moderno. Dejó de ser una caleta tradicional y se edificó para dejarlo como una zona turística. Hoy, creo que todo está hermoso. Hay espacio para disfrutar y descansar sin complicaciones. Se avanzó bastante en modernidad y eso se agradece, pero no podemos dejar de lado que este crecimiento nos dejó una gran historia y costó muchas vidas”, recordó la joven.

Talcahuano ha crecido, pero aún faltan cosas por hacer y otras por mejorar

Lissette Seguel era comerciante del mercado y estaba con sus padres y su pequeña hija en la casa ubicada en 7 de Enero, en pleno puerto de Talcahuano al momento del terremoto. Quedó encerrada con su hija en el segundo piso.

Salió de ahí recién cuando las pudieron rescatar. Subieron al cerro y ahí se quedaron hasta que vieron el amanecer. Cuando bajó a la casa vio lo devastador que había sido el terremoto. Cuando pasó por el ancla del mercado, vio cuerpos de indigentes que no pudieron escapar de la fuerza de las olas.

Foto | Raphael Sierra P.

“Logré entrar al mercado y el panorama era desolador. Lo que no había sido destruido por el mar, ya no estaba porque la gente había saqueado todo lo que pilló a su paso”, comentó la comerciante.

Sobre como ha visto el renacer y la reconstrucción de Talcahuano, Lissette tiene sus reparos sobre el tema. “Creo que estructuralmente, la ciudad ha cambiado para bien. Se han levantado edificios y muchos sectores tienen casas nuevas. Pero falta mucho por hacer aún. A 10 años del terremoto, aún quedan cosas por hacer y mejorar”, explicó.

Como comerciante del mercado, Lissette tiene sus reparos. Si bien indicó que en cuanto a infraestructura se han generado avances, en temas sociales han recibido sólo calmantes de parte de las autoridades.

“Estamos a la espera de alguna solución concreta. En materia de seguridad, el mercado es súper peligroso. Hay droga, delincuencia y, en cualquier momento, podríamos lamentar algún caso de abuso o violación. Eso nos incomoda, porque a 10 años, si bien la ciudad ha cambiado sustancialmente, hay temas sociales que siguen igual que hace 10 años atrás”, aseguró Lissette Seguel.

Después de 10 años, Caleta Tumbes no volvió a ser la misma de antes

Oscar Espinoza estaba junto a sus padres en Caleta Tumbes viendo el Festival de Viña, como muchas familias que fueron sorprendidas por el movimiento telúrico. Cuando empezó el terremoto, la prioridad siempre fue arrancar lo más rápido posible hacia el cerro.

Cuando llegaron al alto de Tumbes, el mar comenzó a azotar las costas. El ruido del mar era aterrador y sólo se veían casas flotando sobre la tradicional caleta de Bío Bío. Lo posterior no fue tan diferente. Casas removidas desde los cimientos se habían ido cuando el mar volvió a su posición natural.

Foto | Raphael Sierra P.

“Fue traumático ver cómo sólo quedaban las cerámicas de los pisos de lo que una vez fue una casa. No habían puertas ni estructuras. Fue como si las hubiesen sacado con las manos y las echaron al mar. Ni hablar de autos, árboles y portones. El mar se llevó todo a su paso”, comentó Espinoza.

El progreso de la caleta ha sido muy lento. Al principio, entregaron viviendas palafito a los afectados por el tsunami, pero no fue a todos los que sufrieron con el terremoto. Otro tema es el agua potable. Sólo algunos sectores tienen y el resto, aún no puede ver cumplido el sueño de contar con un recurso básico.

“Desde mi punto de vista, Tumbes se volvió un sector turístico, pero en cuanto a quienes habitan la caleta, cada uno ha edificado sus casas de acuerdo a sus recursos. El alcantarillado no existe en un lugar que está a minutos de Talcahuano. Eso es incomprensible. Lo ideal sería que hubiésemos crecido todos los habitantes en conjunto, pero aún quedan lugares con mucha necesidad, desde esa dramática madrugada”, confesó Espinoza.

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