Tras poner sus departamentos en arriendo, algunos han optado por residencias especializadas y otros por arrendar en sectores lejanos a las manifestaciones, ya que argumentan sentirse inseguros viviendo en medio de los enfrentamientos.
Cerca de 80 días han pasado del estallido político social y, como en todo movimiento, hay quienes sufren las consecuencias. Es el caso, por ejemplo, de algunos adultos mayores de las zonas céntricas de Concepción que han visto afectada su rutina por los enfrentamientos entre Carabineros y manifestantes de primera línea, incluyendo la utilización excesiva de bombas lacrimógenas.
Por lo anterior, muchos de ellos optaron por poner sus departamentos en arriendo y emigrar a residencias especializadas con el fin de pasar sus últimos años de manera tranquila.
Pero eso no es todo. A los gases tóxicos, se sumó el incremento en los tiempos de viaje y la destrucción de calles y veredas, los que configuraron un inédito escenario de inseguridad para la población adulta mayor del radio céntrico, más aún cuando estos requieren algún tipo de cuidado o asistencia.
Es el caso de Floradia Muñoz, de 86 años, ex residente del centro penquista, quien, junto a su esposo Juan Mora, decidieron irse a vivir a la residencia Acalis Montahue, ubicado al lado del santuario de Schoenstatt, en San Pedro de La Paz.
“Acá tenemos independencia, intimidad, tranquilidad y un buen descanso, además, en este centro convivimos con gente de nuestra edad, hemos encontrado buenas amistades con quienes conversar y pasar momentos agradables”, comentó Muñoz.
La pareja explicó que “un escenario de paz entre tanto tumulto que vimos en el centro tras el estallido social y la destrucción del centro de Concepción” les ha permitido estar bien. “Estamos tranquilos y felices junto a mi esposo. No tenemos problemas, sólo disfrutamos”, agregó Muñoz.
La gerente de la zona sur Acalis Montahue, María Gabriela Larenas, comentó que si bien el hogar funciona hace dos años en la zona, desde octubre a la fecha, han duplicado sus ingresos de residentes, principalmente, porque quienes llegan hasta ahí buscan un lugar que les solucione los problemas que la crisis ha provocado, desde seguridad para ellos y sus familiares, hasta atención para evitar salir a calles más inseguras por el vandalismo, la oscuridad y la ausencia de veredas.
“Adultos mayores, cuyas viviendas se encuentran en pleno Centro de Concepción y que han sentido la inseguridad del sector, han acudido a nuestro centro a conocernos. Llegan buscando tranquilidad en estos momentos difíciles, mientras toman una decisión definitiva o simplemente decidirse a vivir con nosotros”, afirmó.
Larenas contó que también han llegado a vivir adultos mayores de forma temporal, “con el fin de probar cómo se sienten viviendo acá o, incluso, a la espera de que la exaltación social se pacifique y puedan volver a sus barrios”.
Por otro lado, existen quienes han decidido cambiarse de barrio a lugares más tranquilos y seguros del Gran Concepción, como es el caso de la profesora jubilada, María Inés López. “Yo decidí entregar mi departamento e irme a vivir a Lomas de San Sebastián, porque el centro se puso muy peligroso para nosotros los mayores. La falta de semáforos, de adocretos, el olor a lacrimógenas y la falta de servicios hicieron imposible seguir viviendo en el centro, lugar que había elegido porque me podía movilizar a pie”, señaló.
La misma decisión tomó su amiga de toda la vida, Cecilia Gallardo, quien usa un bastón para movilizarse. “El derecho de vivir en paz para nosotros no corrió, pero es entendible, los adultos mayores estamos invisibilizados, ya no podía caminar por el centro. Me cuesta andar en micro, por lo que ahora para moverme debo usar estas aplicaciones de traslado, lo que significa un costo extra. En mi nuevo departamento, más alejado del centro, estoy más tranquila, pero es difícil acostumbrarse, espero volver pronto a mi casa”, reconoció.