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Las preocupantes consecuencias a la salud de la contaminación atmosférica en el Gran Concepción

Por: César Herrera 10 de Junio 2019
Fotografía: La Tercera

El invierno está próximo a iniciar. Sin embargo, las bajas temperaturas comenzaron a atormentar a los habitantes del centro sur del país desde hace semanas, alcanzando menos de 0 grados en más de una ocasión.

En este contexto, los habitantes no han tenido más remedio que utilizar mayor calefacción, siendo una de las predilectas la a leña, cuyo mal uso la ha convertido en la principal fuente de contaminación dentro de la Región del Bío Bío.

Expertos coinciden en que el mayor problema de este tipo de calefactores es la utilización de leña húmeda, la que al no contar con un porcentaje óptimo de presencia de líquidos provoca una combustión incompleta. En otras palabras genera material particulado y gases contaminante a la atmósfera. Pero, ¿qué efectos trae respirar este tipo de aire tóxico a la salud?

El director de la carrera de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello (Unab), el toxicólogo, Fernando Torres, explicó que “la exposición crónica aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer de pulmón, como es el caso de trabajadores que se exponen a humos o fuentes de contaminación”.

En la misma línea, Torres informó que algunos estudios científicos señalan que las partículas ultra finas pueden ser especialmente tóxicas para el ser humano, ya que existirán más probabilidades de penetrar por las vías respiratorias y tomar contacto con los tejidos pulmonares que las partículas más grandes.

“Las partículas PM 10 quedarían retenidas en las vías respiratorias, produciendo efectos a nivel de sistema respiratorio, las partículas menores, como las PM 2.5, tienen la capacidad de pasar al torrente sanguíneo por lo que pueden, potencialmente, dañar cualquier órgano o sistema. Por ejemplo, algunos componentes químicos del material particulado pueden afectar al sistema inmunológico, desarrollándose alergias y respuestas inflamatorias”, detalló el especialista.

El director de Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental de la Universidad San Sebastián (USS) sede Concepción, Álvaro Boehmwald, agregó que “los principales impactos que produce la exposición a material particulado sobre la salud están dados en primera instancia por las muertes prematuras. En Chile, según datos de la OMS, se producen cerca de 4 mil muertes prematuras al año. Otros efectos sobre la salud producto del material particulado son las afecciones cardiacas como latidos irregulares, infartos al miocardio no mortales, asma grave y pérdida de las capacidades respiratorias, así como irritaciones a las vías respiratorias y tos”, especificó.

Por su parte, la Dr. Claudia Azocar, médico broncopulmonar, especialista en enfermedades respiratorias del adulto de la Clínica Universitaria Concepción, hizo énfasis en que “los riesgos y efectos en la salud no están distribuidos equitativamente en la población. Las personas con enfermedades previas, los niños menores de cinco años y los adultos mayores son los más afectados. Las personas pobres y aquellas que viven en situación de vulnerabilidad, así como las mujeres y sus hijos que utilizan estufas que combustionan biomasa para cocinar y calentarse, también corren mayor riesgo”, aseveró.

Además, “hay efectos de la contaminación del aire sobre la salud a corto y largo plazo, siendo la exposición a largo plazo y de larga duración la más significativa para la salud pública. La mayoría de las muertes atribuibles a la contaminación atmosférica en la población general están relacionadas con las enfermedades no transmisibles. Cáncer de pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), accidentes cerebrovasculares y cardiopatías isquémicas podrían ser atribuibles a la contaminación atmosférica. Sin embargo, el mayor impacto es sobre la morbimortalidad infantil, ya que muchas infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores son debidas a partículas inhaladas por la contaminación del aire interior producto del uso de combustibles sólidos”, afirmó Azocar.

El ingeniero ambiental, Álvaro Boehmwald, agregó que en Chile cerca de 10 millones de personas están expuestas a la contaminación atmosférica, es decir, inhalan contaminantes de distintos tipos que derivan en enfermedades cardio-respiratorias que limitan o disminuyen la calidad de vida de la población.

“Si consideramos que cada minuto respiramos un promedio 6 litros de aire, al día tendríamos cerca de 8.600 litros de aire, pero ¿qué pasaría si el aire que respiramos se encuentra contaminado con material particulado PM2,5 (material particulado de tamaño de 2,5 micrones o micrómetros)? Para responder esta interrogante debemos considerar los límites establecidos en la normativa que regula dicho contaminante, el DS 12 del año 2011, en donde se define un límite diario de 50 µg/m3 (micro gramo por metro cúbico), lo que nos da una cifra aproximada de 430 µg/m3 (microgramos por metro cúbico), lo que puede parecer una cifra menor, pero si los llevamos esto a una escala de días, meses y año, sin duda nos sorprenderemos de la cantidad de contaminantes que respiramos a lo largo de nuestras vidas”, aseveró el director de carrera.

Cuidado de la salud

Boehmwald es claro al asegurar que “la calidad del aire es una forma de medir su condición en una zona geográfica determinada, por lo tanto, esta condición está definida por las normas o requisitos que la autoridad establezca para dicha zona, bajo lo cual se le asignan categorías de bueno, malo o regular según sean los parámetros medidos del aire”.

“En relación a esto, siempre es importante poner atención a las indicaciones que entrega la autoridad y las medidas preventivas que se despliegan para resguardar la salud de las personas. También en forma particular, es posible tomar medidas concretas en relación a una condición de mala calidad del aire y evitar actividades físicas intensas o exposiciones innecesarias a contaminación atmosférica”, precisó el ingeniero.

Similar opinión tiene el toxicólogo, Fernando Torres, quien recomendó que en el caso que la calidad del aire no sea óptima o ante una alerta ambiental se debe “evitar el ejercicio al aire libre, evitar acudir a zonas con mayor carga de contaminantes, como lo son, en general, las zonas céntricas o cordones industriales de las ciudades”.

A su vez, sugiere “no realizar actividades que contribuyan al aumento de la contaminación, como por ejemplo, barrer y levantar polvo, encender fuentes de calefacción que quemen combustible como carbón o leña, no hacer asados con carbón, no exponer a niños y adultos mayores a fuentes de contaminación. Restringir el uso de automóviles y regular a las industrias o fuentes productivas. Lo ideal es acudir al campo o playa, donde generalmente, hay menos contaminación”, explicó el especialista.

Real impacto de planes de descontaminación ambiental

El director de Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental de la USS, Álvaro Boehmwald, afirmó que los planes de descontaminación ambiental son herramientas de gestión destinadas a reducir los niveles de contaminación fijados en las normativas para una zona saturada, entendida esta como una zona geográfica en la cual una o varias normas de calidad ambiental son superadas. En este sentido, “es importante señalar que resulta difícil dimensionar en el corto plazo la efectividad de los planes de descontaminación, dado que son medidas cuyos efectos inmediatos son bajar ciertos niveles fuera de rango a niveles aceptables, sin embargo, los impactos que estas medidas generen no son inmediatos”, advirtió.

Asimismo, su par de Química y Farmacia de la Unab, Fernando Torres, aseveró que la eficacia de una iniciativa como la mencionada “dependerá del plan implementado, pero en general no contribuyen significativamente. Por ejemplo, cuando se decreta restricción vehicular, el material particulado desciende por unas horas, pero luego vuelve a aumentar”, explicó.

“Las autoridades de salud, del medio ambiente y el gobierno, debiesen trabajar en diseñar, en implementar medidas definitivas y duraderas. Trabajar de la mano con las industrias o fuentes productivas que contaminan para que inviertan en producción libre, intensificar las campañas educativas desde los colegios hasta las universidades y población en general, para informar a la población y educarla, en que todos debemos trabajar en no contaminar”, afirmó el toxicólogo.

“Sin duda, son medidas de emergencia habitualmente, pero hace falta una toma de conciencia y legislación de los gobiernos al respecto, para disminuir la contaminación ambiental en general, para poder prevenir las situaciones de emergencia”, sentenció la médico broncopulmonar, Dr. Claudia Azocar.

A su vez, Boehmwald aseguró que “en el Gran Concepción existe una importante influencia del sector industrial y de la calefacción residencial en la calidad del aire que respiramos por lo cual algunas de las medidas deberían ir dirigidas en ese sentido, por ejemplo, restringir el uso de leña en algunos horarios o días en los cuales la ventilación no sea adecuada, disminuir la producción en algunas industrias, incentivar el uso de combustibles más limpios como gas natural, y por sobre todo educar a la población, ya que finalmente siempre depende de nosotros el tener una mejor calidad del aire el que impacta en una mejor calidad de vida”.

Torres añadió que “todas las personas que viven en Concepción debieran tomar conciencia de cuáles son las fuentes contaminantes y evitar su uso. Para eso, es necesario informar a la población y educarla”, sugirió el toxicólogo.

Cabe recordar que un informe de Greenpeace y AirVisual, que mide el índice de calidad del aire con base en los niveles de partículas finas (PM2,5), reveló que cinco ciudades de la Región del Bío Bío aparecen en el top 20 de las urbes sudamericanas más contaminadas. Estas son Los Ángeles (13°), Tomé (15°), Concepción (16°), Coronel (17°) y Chiguayante (20°), siendo las dos primeras las que durante el invierno alcanzan cifras consideradas no saludables para grupos sensibles.

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