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Reforzar la base: la clave para afrontar la desigualdad en la educación chilena

Si bien ha mejorado el acceso a las universidades y se sigue trabajando para perfeccionar los instrumentos de selección, el problema comienza mucho más abajo. Y si no se corrige con foco en la calidad, todo el sistema podría tambalear.

Por: Diario Concepción 06 de Enero 2019
Fotografía: Sin título-1

F. Bañados/ T. Merino/ J. Cisterna

Rostros sonrientes, miradas llenas de ilusiones, adolescentes acusando recibo de su éxito, pero aún algo nerviosos ante las expectativas… Esa una de las postales clásicas en esta fecha de los estudiantes que obtuvieron Puntajes Nacionales en la PSU, con un mundo de opciones académicas a sus pies.

Y, sin embargo, detrás de esa imagen hay otras realidades mucho menos alegres, que dan cuenta de la brutal desigualdad en la educación chilena: la de los miles de jóvenes que quedaron en el camino, que obtuvieron puntajes que hacen evidentes las profundas brechas existentes en el sistema educativo chileno, según Ocde, el undécimo más desigual del planeta.

Y eso queda expuesto en forma descarnada en la PSU, donde año a año los resultados demuestran que los jóvenes que estudian en liceos municipales, por lo general provenientes de familias de bajos ingresos, casi no tienen posibilidades de competir con los estudiantes de colegios particulares pagados. Así lo revelan, por ejemplo, las cifras dadas a conocer por el Centro de Estudios Públicos (CEP) para el proceso 2017, donde claramente se aprecia una sobre-representación de los establecimientos particulares. En efecto, de quienes obtuvieron 700 puntos o más, un 56% estudió en colegios particulares pagados y solo 13% en municipales. Y para peor, este año, entre los 100 colegios con mejor rendimiento, solo hubo cuatro liceos municipales y tres particular-subvencionados.

Tal como alerta la investigadora del CEP Sylvia Eyzaguirre, cada año ante esta desoladora evidencia, muchos ponen el grito en el cielo, apuntando sus dardos contra la PSU, lo que a su juicio es el equivalente a “culpar al termómetro” por la fiebre que mide. “El instrumento es perfectible, pero por más perfecto que sea no va a dejar de medir fiebre si el sistema está enfermo. Se pueden crear otros instrumentos, se pueden hacer nuevas combinaciones, pero nada de ello va a impactar en la inequidad del sistema escolar”, recalca.

“Llegó la hora de que el gobierno despliegue su agenda de calidad para hacer verdad su promesa: más y mejores oportunidades para todos”. Sylvia Eyzaguirre, investigadora CEP

Una opinión similar comparte Erik Cortés, psicólogo y orientador vocacional de la Unab. “Se asume, de manera equívoca, que la PSU tiene que ver con las desigualdades en educación, con su origen, mantención, profundización o superación. Pero es claro que dicha situación tiene un origen y solución que va mucho más allá del sentido que tiene este instrumento de evaluación. Porque la PSU es sólo eso, un mecanismo para conocer el nivel de conocimientos y destrezas cognitivas que tienen los postulantes a la universidad. Sin duda que eso lo hace bien y ahí termina su responsabilidad”, precisa.

¿Hacia dónde se debe apuntar entonces? Hace un año, en enero de 2018, el académico finlandés e investigador de Harvard, Pasi Sahlberg, esbozaba en el Encuentro Anual de Políticas Públicas de la UDD, un diagnóstico lapidario: “No hay sistema en el mundo que haya mejorado con las políticas educativas que hoy tiene Chile”.

A su juicio, nuestro sistema educacional refleja una profunda desigualdad de ingresos en la sociedad chilena, y para revertirlo debe focalizarse el esfuerzo y los fondos estatales en la formación de los niños, con un sello de colaboración más que de competencia.

Comparte una parte del diagnóstico Sylvia Eyzaguirre, quien desde el CEP boga por un énfasis que los gobiernos debieron dar hace rato: “Llegó la hora de que el Gobierno despliegue su agenda de calidad para hacer verdad su promesa: más y mejores oportunidades para todos”.

Más claro aún fue el fundador de Educación 2020, Mario Waissbluth, quien ya en 2017 intentaba arengar a los distintos sectores a trabajar unidos: “Todos los países exitosos en materia educativa lo lograron a partir de acuerdos de largo plazo. En 12 años, Chile ha tenido diez ministros de educación y podríamos tener veinte más, pero cero acuerdo. En Educación necesitamos una política de Estado y no de gobiernos”.

Foco preescolar

Recientemente, el equipo de Política Educativa de Educación 2020 presentó un balance sobre cuánto se ha avanzado en la última década en materia de resultados en educación, y cuántos nos falta aún para alcanzar estándares Ocde.

La revisión de indicadores 2008- 2018 reveló que aún hay una deuda con la calidad de los aprendizajes. “Las principales metas del gobierno deben ser, en primer lugar, aumentar la cobertura y calidad de la educación inicial, para así asegurar mejores niveles de calidad y, en segundo lugar, poner foco en la sala de clases, donde se debe mejorar la calidad de los aprendizajes de los estudiantes, que hoy están en niveles críticos”, precisó Nicole Cisternas, directora de Política Educativa de la entidad.

Para hacer más claro su trabajo, los investigadores dividieron el impacto de las políticas gubernamentales por nivel educativo. Así, en la educación inicial se registraron avances relevantes: en una década aumentaron los recintos de párvulos de 2.500 a casi 6 mil, no obstante, aún hay indicadores muy por debajo del promedio Ocde. Un ejemplo: En 2015 se reguló la proporción de profesionales por párvulo (una de las condiciones más relevantes para asegurar la calidad en este nivel), y se llegó a una educadora para 45 párvulos. El parámetro Ocde es de un profesional cada 14.

Por cada niño existe un financiamiento público que alcanza los $185 mil, mientras que el promedio de los países Ocde es de, aproximadamente $430 mil.

En 2008, en Chile la cobertura de niños de 0 a 3 años alcanzaba a un 16%. Hoy, esta cifra llega 32,8%, sin embargo sigue distando del 53,5% que promedian los países de la Ocde.

“Haciendo más de lo mismo no lograremos que nuestros niños y jóvenes desarrollen todo su potencial, independiente de su contexto socioeconómico”. Nicole Cisternas, directora Educación 2020.

A juicio de Cisternas, la educación inicial es clave para el desarrollo de los niños, y no hay otro nivel educativo que iguale su impacto. “Debe ser la prioridad legislativa y financiera número uno. Es necesario incrementar la cobertura con calidad y establecer modelos de atención que incorporen la participación de familias”, enfatizó la directora, no sin antes recalcar que se deben mejorar las condiciones de trabajo de las educadoras y técnicos de párvulos, y formar más y mejores profesionales para poder aumentar el número de adultos por niño en las aulas.

Sistema escolar

En educación escolar, el estudio revela que la situación es aún más preocupante, pues a pesar de que se han creado instancias para asegurar la calidad, los niveles de aprendizaje de los jóvenes chilenos aún son bajos. De acuerdo a los resultados PISA 2015, el 49% de los estudiantes de 15 años no tiene las competencias básicas mínimas para desenvolverse exitosamente en el siglo XXI. “Es urgente asegurar la calidad para todos los estudiantes. Hoy los resultados están estancados y cerca del 50% de los alumnos no logra desarrollar habilidades básicas en comprensión lectora o matemáticas”, advierte Cisternas.

Con todo, apuntan en E2020 que hay avances, como la desmunicipalización y la Carrera Docente. El primero, devuelve los liceos municipales al Estado, a través de servicios locales de educación. El segundo, aumenta los requisitos para estudiar pedagogía, factor básico para mejorar la calidad de la educación y, además, permite un aumento en el salario del profesorado.

Y es que como bien apunta el doctor en Educación y académico de la U. de Magallanes, Álvaro González, el profesor puede jugar un rol clave. Sí, porque “a diferencia de lo que planteaba el informe Coleman (1966), es decir, que cualquier aspecto que se pudiera medir en la escuela tendría menor efecto que los antecedentes familiares en los resultados de los estudiantes, hoy se sabe que el efecto que tiene un profesor y su trabajo en el aula sobre los aprendizajes de los alumnos es muy elevado”.

Para el investigador, un profesor debe tener la capacidad no solamente de cubrir el currículum prescrito y aplicar estrategias didácticas aprendidas en sus estudios universitarios, sino también de “innovar en permanencia, trabajar colaborativamente, integrar las nuevas tecnologías y sus potencialidades al aula, con la finalidad de llevar a los alumnos al límite superior de sus capacidades y permitirles convertirse en un aporte para la sociedad”.

Pero claro, precisa que, para ello, es necesario buscar mecanismos y que existan incentivos para que buenos profesores estén dispuestos a impartir clases en establecimientos con mayor vulnerabilidad.

Foco en la calidad

Para los investigadores de Educación 2020, ante resultados de aprendizaje estancados, el desafío más urgente es claro: mejorar la calidad. Y allí apuntan a poner a la escuela en el centro, renovar las prácticas administrativas y pedagógicas, y utilizar nuevas estrategias dentro del aula que permitan fortalecer las competencias del siglo XXI. “Es evidente que haciendo más de lo mismo no lograremos que nuestros niños y jóvenes desarrollen todo su potencial, independiente de su contexto socioeconómico”, sostiene Nicole Cisternas.

Desde su visión, cambiar los procesos de enseñanza-aprendizaje también requiere de una institucionalidad que dé mayor autonomía a los establecimientos y “no los agobie con obligaciones administrativas que dejan poco espacio para centrarse en el aula”.

Miradas desde la universidad

Mauricio Cataldo, rector de la Universidad del Bío Bío, cursó la mayor parte de sus estudios académicos en Europa. Tal vez por ello, no deja de sorprenderle que en Chile sea tan dramáticamente fácil adivinar la comuna de origen del estudiante de acuerdo a la forma en que se expresa, especialmente en la Región Metropolitana. Eso, a su juicio, es otra muestra de la flagrante desigualdad en la educación chilena. “Ese sesgo no existe en ningún país de Europa, y no debiera existir acá tampoco. Cuando todos los estudiantes hablen igual, vamos a saber que la educación es igual para todos”, afirma.

Y es que para Cataldo, más allá de las mejoras o cambios que se le puedan hacer a la PSU y a otros instrumentos de medición, poco y nada se conseguirá si el esfuerzo no se aboca a la base de todo, la calidad en la educación temprana. “Hagas la prueba que hagas, esa desigualdad en la enseñanza básica y media no va a permitir que lleguen bien preparados a la educación superior”, recalca.

“Hagas la prueba que hagas, esa desigualdad en la enseñanza básica y media no va a permitir que lleguen bien preparados a la educación superior”. Mauricio Cataldo, rector UBB

Y en eso, cuenta el rector, la UBB tiene experiencia. Por citar un caso relevante, la Facultad de Ciencias, de la cual fue decano, desarrolla desde hace varios años programas remediales y de nivelación académica para sus alumnos. Iniciativa que, paradójicamente, se ha visto muy complicada desde el inicio de la gratuidad.

“Es nuestra responsabilidad como universidad el tener estudiantes bien preparados, y tener margen para poder nivelar las falencias que muchos arrastran desde la educación básica y media. El problema es que la gratuidad está pensada para financiar lo que dura una carrera, y eso, por ejemplo, nos afecta, una excelente opción para nivelar, como es el Bachillerato, pues el que lo toma ahora debe renunciar a uno o dos años de gratuidad. Y lo mismo aplica para reparar esas lagunas dentro de las carreras; tiene que haber un margen para poder asentar una buena base en todos nuestros profesionales, de otra forma vamos a salir perjudicados. Es una realidad que la gratuidad debe considerar”, explica Cataldo.

En un encuentro con los Puntajes Nacionales el 27 de diciembre pasado, los rectores de la UdeC y la Ucsc también entregaron sus miradas respecto a la desigualdad educacional chilena, en especial tras ser consultados sobre los cambios que se esperan de la PSU de aquí a dos años, tendientes a dar cabida a la aptitudes, hoy casi ausentes en un modelo que prioriza los conocimientos y que, por tanto, favorece a priori a quienes estudian en los mejores colegios.

En la oportunidad, el rector de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Christian Schmitz, opinó que el problema debe ponerse en perspectiva, pues a su juicio la PSU ha sido una buena herramienta. “Tener una prueba única, nacional, estandarizada, que mide habilidades y competencias clave para el desarrollo profesional es un privilegio. En el Cruch planteamos que el sistema tiene que ser perfeccionado y lo estamos estudiando, pero ojalá se tenga también en cuenta que estamos frente a un sistema de selección que es cualitativamente admirado por muchos otros países”.

Por cierto, tiene muy claro que existen deudas pendientes en materia de equidad y acceso. “Respecto a la preparación que traen los estudiantes, podemos considerar reformas al propio sistema de educación de enseñanza media y lógicamente al mejoramiento de la calidad, para hacer el sistema más homogéneo, planteó.

“Si bien la PSU tiene que ser perfeccionada, estamos frente a un sistema de selección que es cualitativamente admirado en el extranjero”. Christian Schmitz, rector Ucsc.

Más partidario de efectuar reformas profundas al sistema de selección se mostró el rector Carlos Saavedra, de la Universidad de Concepción, pues a su parecer la PSU ha tenido un tiempo de funcionamiento suficientemente extenso como para evaluar sus resultados. “Mientras no alcancemos condiciones de desarrollo y de una formación equitativa en todos los niveles en nuestro país, soy más de la idea de medir aptitudes que conocimiento. Y eso sé que no es, probablemente, lo que se está planteando en forma mayoritaria pero hay que evaluarlo”, expresó.

Piensa que se podrían efectuar, por ejemplo, estudios comparativos entre lo que fue la capacidad de predicción de éxito en los estudios universitarios con la Prueba de Aptitud Académica y la Prueba de Selección Universitaria.

Los diagnósticos están, la voluntad para afrontar los problemas también. Solo queda poner manos y a la obra para trabajar en revertir este triste indicador, que finalmente constituye un grueso tapón a las aspiraciones de que Chile sea un país con menor desigualdad.

“Mientras no alcancemos condiciones de desarrollo y de una formación equitativa, soy más de la idea de medir aptitudes que conocimiento”. Carlos Saavedra, rector UdeC

Camus y su profesor

Hace pocos días, diario El País de España difundía una carta que el escritor Albert Camus dedicó a su profesor, Mr. Germain. En ella, el Nobel de Literatura le agradece el papel clave que, desde el aula, ejerció para su vida. Aquí un extracto: “Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. (…) Le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido”.

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