La magnitud del movimiento sería igual o superior al ocurrido el año 2010 en la zona. Investigación se basó en mediciones por GPS y datos históricos de eventos similares.
Controversia generó el estudio del geólogo de la Universidad de Concepción, Marcos Moreno, que da cuenta de un posible terremoto, mayor a ocho grados en la escala Richter, que sacudiría las regiones de Valparaíso y Coquimbo.
El estudio llamado “Investigando la retroalimentación entre los terremotos de megathrust y la falla de la placa continental: consecuencias por peligro sísmico en el Chile Metropolitano”, que fue financiado por Fondecyt, da cuenta que en una situación similar en la zona de subducción del norte del país, con un sismo mayor entre Mejillones e Iquique, el que de ocurrir abarcaría alrededor de 200 kilómetros de largo, lo que comprende casi exactamente la zona costera de Valparaíso y la de Coquimbo hasta Los Vilos.
El movimiento, que tendría una magnitud cercana a los 8,5 grados, en el caso de una fractura completa o de 8 grados si es que alcanza una de las dos placas de 100 kilómetros más o menos cada una.
El académico del departamento de Geofísica explicó que su hipótesis se basó en observaciones logradas con estaciones GPS y sísmicas y con modelos numéricos, las que fueron colocadas con precisión en dos zonas del contacto más superficial entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, frente a Valparaíso, las cuales tienen un comportamiento mecánico, que según sus conocimientos indicarían que se encuentran bloqueadas. En palabras simples, con energía acumulada para un futuro sismo.
Observaciones que se suman a datos históricos que indican que en estas zonas no han habido un gran terremoto desde el ocho de julio de 1730.
“Cuando una aspereza entre placas está bloqueada, acumula energía elástica que será liberada en un gran terremoto. Producto de la constante presión debido a la subducción -que no se detiene nunca en las zonas más profundas que rodean la aspereza, comienzan a torcerse produciendo sismicidad continua”, detalló el geólogo.
“Sismicidad que además nos ayuda a observar mejor la forma y tamaño de la zona bloqueada y, por lo tanto, estimar mejor de qué magnitud podría ser el terremoto; en definitiva, definimos mejor el riesgo sísmico de la zona”, explicó Moreno.
Lo relevante de la medición del profesional UdeC, se basa en lo observado en el terremoto de Iquique el año 2014 (8,2 Mw), en el que se identificó pequeños sismos que rodeaban el área que luego se desbloqueó y que liberó la energía.
“En el caso de Valparaíso se está produciendo esta microsismicidad desde 2014 también en forma de medialunas al lado Este y profundo de ambas zonas bloqueadas, entre las que se incluyen los llamados enjambres sísmicos y el sismo 6,9 de abril de 2017”, argumentó.
Moreno publicó un artículo en la revista Nature Geoscience, en el que evidenció un potencial sísmico en Chile, debido a la relación mecánica entre los terremotos de distintas profundidades, es decir, cada 50 años ocurren estos hechos y de magnitud menor a 8, los que se suscitan en zonas profundas y débil de contacto de las placas. En tanto, terremotos sobre 8.5 ocurren en la parte más superficial, la que tiene mayor resistencia y concentra energía sísmica incluso por más de 100 años.
Desde el sismo de 1730 en Valparaíso, vinieron el de 1906 con una magnitud que fluctuó entre los 7,9 y 8,2 grados y luego el de 1985 con una magnitud de 7,8. Sin embargo, estos sismos de mayor profundidad no liberan energía ni desacoplan las placas en la zona superficial de las mismas; al contrario, les generan mayor tensión, por lo que se podría provocar tsunamis, los que se generan a mayor cantidad de años.
El equipo liderado por el geólogo Moreno, sugiere que los esfuerzos y la acumulación de energía sísmica pueden aumentar después de un terremoto en áreas adyacentes que no fueron afectadas, como es el caso del terremoto del 2010 (8,8) y el de 2015 en Illapel (8,3), “Por lo que ambos terremotos pueden haber incrementado el potencial sísmico en la zona central de Chile”, acotó Moreno.
Es así como, “se podría repetir un evento similar al de 1730, si se llegarán a romper ambas zonas trabadas, pero si se destraba sólo uno de los dos segmentos bloqueados se podría generar un sismo similar al de Illapel, pero con alto riesgo de producir un tsunami por su ubicación superficial”, concluyó el profesional.