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Rector Ucsc y posible cambio de nombre a edificio Ezzati: “Es algo que no puede decidir una minoría”

Nuevas tomas, paro indefinido y un diálogo entrampado en la política que antecede al protocolo contra el abuso. Ese es el presente de la Ucsc, casa de estudios que en medio de las protestas estudiantiles también ha visto cuestionada su esencia católica.

Por: Javier Cisterna 03 de Junio 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Cuatro semanas ocupadas por estudiantes cumple en estos días la Facultad de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), unidad académica que inició las movilizaciones al interior del plantel en el marco de la demanda por una formación no sexista.

A ella se han sumado otras reparticiones menos proclives a la paralización de actividades, como Ingeniería y Medicina, lo que para las alumnas organizadas da muestras de la fuerza de una manifestación con alcance nacional, que en muchas instituciones ya ha empujado cambios concretos para expulsar el machismo de la sala de clases.

En la Ucsc, ese paso aún no se ha dado a plenitud. Y desde la dirección superior afirman que no producto de la falta de voluntad, sino que más bien por el quiebre del diálogo regular entre estudiantes y autoridades.

Christian Schmitz, rector universitario, asegura que se seguirán ofreciendo todas las facilidades para retomar el camino de entendimiento, y que incluso se agilizarán cambios tanto en la política que antecede al protocolo contra el abuso como al texto mismo, si es que así lo desean los movilizados. Previo a eso, sin embargo, tienen que darse muestras de organización.

– ¿Cómo calificaría la situación actual de la Ucsc?

– Estamos en presencia de un movimiento que reclama legítimos e innegables derechos de convivencia social y en el fondo se trata de derechos de las mujeres que han sido durante demasiado tiempo transgredidos en su esencia. Nosotros expresamos nuestro más enérgico repudio y rechazo a todo acto de violencia, discriminación o abuso que pudiera enfrentar el mundo femenino.

– ¿Qué esfuerzos se han hecho para evitar esos casos?

– Nosotros primeramente tenemos que declarar que nuestros sumarios están al día. En segundo lugar, hay que decir que hemos tenido casos que se ventilaron a través de un sumario y han tenido sanciones que han significado la expulsión del funcionario. Hemos sido drásticos, pero tenemos consciencia de que hay una alta tasa de abusos que simplemente no son denunciados por miedo a represalias. Por esa razón el año pasado aprobamos un defensor universitario que ya está funcionando. Una tercera vía que existe es que las organizaciones estudiantiles actúen como buzón. En cuarto lugar, para detectar profesores que tengan un lenguaje inadecuado, está la encuesta docente.

– Pero, ¿están en carpeta nuevas medidas?

– Estamos organizando un seminario sobre este tema. En segundo lugar, estamos estudiando cómo fortalecer la Dirección de Apoyo a los Estudiantes (DAE) y específicamente el acompañamiento de las estudiantes que pudieran verse afectadas por acoso, abuso o discriminación. Estamos pensando en un programa de capacitación para profesores que permita generar una cultura de un adecuado uso del lenguaje en el aula. Por último, hay que destacar que el año pasado, en conjunto con los vocales de Cultura y Género de la federación, avanzamos en una política y, además, en un protocolo de no discriminación para estudiantes y funcionarios, el cual se encuentra lamentablemente suspendido debido a que las estudiantes movilizadas buscan revisarlo, el borrador del protocolo, y en definitiva re redactarlo.

– Los estudiantes afirman que la política que antecede al protocolo no los representa.

– Siempre estamos abiertos a abordar cualquier tema que genere inquietud de los estudiantes. Al mismo tiempo, ahora, a raíz de las tomas y paros, hemos señalado que queremos dialogar, ya sea a través de la DAE, jefes de carrera, decanos, prorrector o de mí personalmente. He señalado no solamente voluntad y disposición de diálogo, sino que también el claro deseo de destrabar los conflictos que pudieran existir. Referente a la política que se aprobó, hay que decir que la política es una frase, la política de convivencia y prevención de la violencia Ucsc simplemente establece que la universidad promueve el respeto a la persona humana.

– Piden que se elimine su enfoque eclesiástico. ¿Cree que el rechazo pasa esencialmente por eso?

– Creo que pasa porque las estudiantes, aparentemente, están rechazando o desconociendo el trabajo que ha realizado una comisión mixta desde agosto de 2017 que estuvo integrada por dos estudiantes y reclaman ahora que no están a gusto con esta política. Yo soy siempre conciliador y estoy buscando el acercamiento de las posiciones, y si esa política es un obstáculo, yo no tengo ningún problema en proponer al consejo superior que la bajemos. La política no va a ser un impedimento para sentarnos a conversar ni para resolver conflictos. No tenemos ningún inconveniente en que los estudiantes introduzcan las mejoras que consideren, de forma de llegar a consensos que tienen que respetar los principios de una universidad católica.

– ¿Cuál es el avance real del protocolo contra el acoso en la Ucsc?

La comisión que se creó finalizó en diciembre el protocolo. Estaba listo para aprobarse, pero se requería generar previamente la aprobación de la política a través del consejo superior. Ahora las estudiantes han manifestado que se requiere modificar integralmente lo visto por la comisión, lo cual evidentemente deja sin efecto lo mucho que se ha avanzado en múltiples sesiones de trabajo. Pero, como señalaba, nosotros no tenemos problemas en volver a revisar este protocolo y tener una representatividad genuina de los estudiantes.

– ¿Hay disposición en reconocer el nombre social de estudiantes trans?

– En principio estamos abiertos a cualquier conversación. Nos gustaría escuchar las razones, no nos cerramos a ningún tema que pudieran plantear los estudiantes y el nombre social, en los hechos, se ha reconocido. No tenemos una norma sobre el tema, pero personalmente yo he tenido en clases un estudiante trans y he aplicado ese criterio.

– ¿Y para incorporar enfoque de género en los currículos?

– Sí, nos parece muy relevante que se respete la equidad de género y que esto se vea reflejado en los contenidos curriculares. En ese marco nos gustaría escuchar a los y las estudiantes sobre cómo lo abordamos y llevamos a la práctica, pero eso como tantos otros temas solo se puede lograr a través de un diálogo abierto y respetuoso. Eso es lo que hasta ahora, lamentablemente, no hemos podido entablar.

– Otra demanda que emerge pasa por cambiar el nombre al edificio “Monseñor Ricardo Ezzati”. ¿Se abre a la voluntad de discutir aquello?

– No sé si abrirse a la voluntad del cambio de nombre, pero sí nos gustaría escuchar a los estudiantes. Hasta ahora, solo figura como un título en algunos petitorios informales, pero me gustaría personalmente escuchar los fundamentos, las evidencias que tienen los estudiantes en ese sentido y en su momento eso deberá involucrar a todos los estamentos de la comunidad. Este es un tema que no puede decidir una minoría de los estudiantes, sino que debe ser algo más masivo en cuanto al fundamento para esta petición. Sin perjuicio de ello, siempre hay que tener en cuenta que el gran canciller de la universidad también tiene injerencia en esta decisión.

– Son conocidos los cuestionamientos a Ezzati por su rol en casos de abuso. ¿Es complejo de abordar para usted?

– Evidentemente, es complejo y en cierta manera también genera dolor para nosotros, debido a que se cuestiona un ex gran canciller de la universidad. Es también un tema sensible en el momento que está viviendo la iglesia. Por otro lado, hay que decir que en concreto no existen denuncias en contra de monseñor Ezzati, por lo menos no formalizadas. Por lo mismo, hay que estudiar en su debido momento y con prudencia las consideraciones que presentan los estudiantes.

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