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Jubilaciones: el nuevo incendio en La Moneda

Si el Gobierno pensó que avivando la promesa y el proyecto de una AFP estatal mantendría las aguas mansas en lo previsional, hoy mastica el amargo error e improvisa guiños al mundo político. Los "No+AFP" van a la calle de nuevo en dos semanas.

Por: Diario Concepción 07 de Agosto 2016
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Si el Gobierno pensó que avivando la promesa y el proyecto de una AFP estatal mantendría las aguas mansas en lo previsional, hoy mastica el amargo error e improvisa guiños al mundo político. Los "No+AFP" van a la calle de nuevo en dos semanas.

 

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Los empresarios agrupados en la Confederación de la Producción y del Comercio, CPC, prometieron sus ideas para estas semanas, convencidos que aunque el sistema de capitalización individual es la mejor opción, "debe actualizarse". 

La Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa, creó un grupo de expertos para evaluar el sistema previsional y los posibles ajustes, que empieza a trabajar mañana lunes.

Los partidos de Chile Vamos están estudiando para armar sus propuestas.

La bancada de diputados DC ya mostró sus cartas.

El PPD y los socialistas aún no. 

La Comisión Bravo, que se constituyó a fines de 2014 para estudiar mejoras, entregó su informe hace 11 meses, con tres propuestas, reflejo de que los 24 expertos liderados por David Bravo, no lograron ponerse de acuerdo. Ahora esperan los comentarios del comité de ministros mandatados por la Presidenta Bachelet que, en casi un año, no dijeron palabra. El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, ya adelantó su parecer, consignando que el informe tenía errores de coherencia y que debieron recalcular los efectos posibles. 

La Fundación Sol y otros estudiosos también han saltado al ruedo. Entre ellos, Manuel Riesco, cerebro del Centro de Cenda, el único que promueve un regreso al sistema de reparto así a secas, y que en la Comisión Bravo obtuvo un solo voto.

En tanto, en mayo la Mandataria reconoció a un grupo de parlamentarios DC, que el tema era muy sensible y que ella tenía "poco espacio". En esa línea, el saludo a la bandera sería la ley para crear una AFP estatal, que todavía no tiene urgencia asignada, aunque algunos hablan ya de acompañarla con una "ley corta" para introducir más cambios. 

Pero el titular de Hacienda, Rodrigo Valdés, se apuró cerrando la ya apretada caja fiscal a cualquier nuevo eventual gasto, bajo argumento del déficit fiscal que lo ha obligado a endeudarse en US$10 mil millones este año. De paso recordó que lo previsional no era un tema prioritario… hasta hace pocas semanas.

Cierto. La marcha del 24 de julio alteró el guión.

Salieron a las calles parejas, familias con guaguas y abuelitos, bajo la premisa de "No+AFP". Unos dicen que fue un millón de chilenos a lo largo del país. Otros hablan de 750 mil. Casi no importa: eran más de lo que los organizadores imaginaron y mucho más de lo que el Gobierno pudo pensar. La Moneda fue, una vez más, sorprendida. Y entramos en un camino de no retorno.

Las cartas y columnas desbordaron páginas en la prensa escrita. Cundió el pánico. 

"Cambiar el sistema supone expropiar los ahorros de los chilenos para llevarlos al Estado". 

"Volver al sistema de reparto es insostenible, habría que subir los aportes hasta en 40%".

"Las pensiones del sistema antiguo hoy serían 47% más bajas que las actuales de las AFP".

"En un sistema de reparto, y sin agregar recursos fiscales, se podrían mejorar las jubilaciones en 50%, ahora ya, no en 15 o 20 años como dicen las AFP".

Suma y sigue. En estos días –y en vísperas de la próxima marcha fijada para el 20 de agosto- se ha dicho de todo. 

"Esto de las pensiones es mucho más importante que la reforma a la Constitución", afirma el diputado DC Pablo Lorenzini. Muchos piensan parecido. ¡Cómo será que hasta apareció en escena el cerebro del sistema, el siempre lejano José Piñera, el economista que se instaló en Estados Unidos, que por décadas se negó a cualquier entrevista desde Chile, y que ahora dio dos en pocas horas!

La onda expansiva fue de largo alcance. Imposible silbar y mirar hacia otro lado. Y ahora, bajo el aluvión de ideas para subir las pensiones, frente a la posibilidad de que el Gobierno decida arremangarse, cunden la división y los fantasmas. 

En esta esquina, los defensores acérrimos de la capitalización individual. En la otra, los propulsores del sistema de un sistema mixto, al estilo de lo que usan naciones desarrolladas. Al centro, el sentido común. La voz de técnicos y políticos que saben que esto debe pensarse muy bien; que hay US$170 mil millones de ahorro apozados (invertidos por las AFP) pertenecientes a todos los chilenos, harta plata que no se puede llevar a caja fiscal porque, al margen de ser inconstitucional, pondría en riesgo dineros de 10 millones de imponentes porque ¿qué tal si mañana o pasado en Teatinos 120 se asienta un equipo económico cabeza-caliente, populista al estilo venezolano?, preguntó un parlamentario.

El mundo real

Pero el camino es sin vuelta. Según la última encuesta Cadem (1 de agosto) el 87% de los encuestados está por reformar el sistema previsional aunque, para completar el cuadro, hay que decir que el 48% de esos entrevistados piensa que la propiedad de los fondos… es de la AFP. ¡Plop!

El punto dio para que autoridades, políticos y todos tomáramos conciencia de que, a casi 36 años de vivir con AFP, la desinformación campea. Las administradoras admiten que ha fallado su política comunicacional pero, entre nos, ¿a quién perjudica la ignorancia?

Volvamos al punto. 

Hoy, buena parte de los 1.118.668 pensionados por vejez, invalidez y sobrevivencia del sistema AFP recibían a mayo menos que un salario mínimo ($257.500). Ellos, con escéptica ilusión o aguerrida exigencia, ahora aguardan por cambios.

Sus escuálidas pensiones son "a pesar" que desde 2008, la reforma del primer mandato de Bachelet que creó el Pilar Solidario, les dio un aventón fiscal. Así, según cifras de la Súper de Pensiones, en mayo el promedio recibido cada mes llegaba a $207.382 que, agregando aporte solidario, quedaba en $220.296.

La subida es menor, pero no lo que representa para el Fisco en su totalidad.

Para hacerse una idea: este 2016 se consignaron con este fin US$1.800 millones en el Presupuesto de la Nación. 

Dicho más simple, hoy, de cada $100 que pagan a los jubilados las AFP y compañías de seguros, $56 los pone el Fisco. Y si se consideran las pensiones civiles totales (incluyendo las básicas solidarias y las antiguas-, de cada $100 pesos, $75 los aporta el Fisco, confirma Andras Uthoff, economista, académico de la U. de Chile e integrante de la Comisión Bravo. No por nada, ha contado, en la comisión escucharon a dos premios Nobel, Peter Diamond y Joseph Stiglitz. El primero dijo que las cuentas de ahorro había que "perfeccionarlas mucho". Y el segundo declaró que "era el peor sistema posible". Además, el Banco Mundial lo alabó en los 90 y se retractó luego cuando vio experiencias en países donde ayudo a implementarlo. La OIT no lo aprueba y dice que contraviene acuerdos internacionales y la Cepal lo critica al igual que el BID. "Acá las autoridades financieras lo cuidan como instrumento de estabilidad macroeconómica, pero las autoridades de Trabajo lo cuestionan por sus malos resultados", agregó Uthoff.

Se sabe: las AFP son clave para la Bolsa de Comercio y las grandes empresas.

Pero de no modificar, perfeccionar, adecuar, modernizar –escoja el lector- el sistema, el Fisco tendrá que aportar cada vez más. Ya se están jubilando "los hijos del sistema", los que nunca cotizaron en las cajas, los que no tienen bonos de reconocimiento, los que han sido favorecidos con las altas rentabilidades de los primeros ocho años del sistema y que, sin embargo, tiene en sus cuentas de ahorro unos $30 millones, por lo que sus pensiones rondarían los $150 mil.

Dicho de otra forma: como anticipa la Comisión Bravo, en 10 o 15 años la mitad "de los hijos de las AFP", luego de imponer entre 25 y 33 años, tendrán una "tasa de reemplazo" de 22%; o sea, que el que más obtendrá será una pensión equivalente a la quinta parte de su sueldo.

Por eso hace ya tiempo se insiste en la necesidad de ahorrar más, de prolongar los años de trabajo, y evitar las "lagunas" (meses que no se cotizan por estar desempleado). Pero no se ha visto igual entusiasmo para recalcar la obligación de los empleadores de pagar oportunamente y de advertir una férrea fiscalización y sanción a los deudores. Entre 1981 y 2013 –de acuerdo a informe de la Dirección del Trabajo de junio 2014-, el monto de esa deuda llegó a $1.348.174 millones, involucrando a 234.140 empleadores.

No hay ni qué decirlo: todo lo anterior merma el ahorro y condena a bajísimas jubilaciones.

Pero es solo una parte, quizá la más pequeña, del problema.

Lo prometido… no es

deuda

En el umbral de posibles cambios, vale saber de qué se alimenta el problema que cambió el guión de La Moneda. 

1980. El plan: cada trabajador impone 10% de su sueldo para construir su ahorro individual, que las administradoras rentabilizarán dentro de los resguardos y restricciones de la ley (Fondos de Pensiones). 

Además, el cotizante paga mensualmente una comisión a las AFP por administrar esas platas –en principio cerca del 4% mensual del salario imponible; hoy entre 1,5% y 0,41%-, independiente de si el resultado sea en azul o en rojo. Esas platas las manejan y rentabilizan las administradoras, con mayor soltura que los Fondos. Así, en los últimos 20 años han conseguido rentabilidades anuales promedio de 26%, lo que significa que en menos de cuatro años "recuperan" otro patrimonio completo. Buenísimo, considerando que en el mundo de los negocios se considera excelente lo que rente 8% y extraordinario lo que alcance un 12% o más.

En paralelo, sin saberlo, cada chileno ha pagado además otra comisión no informada, correspondiente al 45 Bis, por las inversiones que su AFP hace en el extranjero, donde contrata los servicios de traders. De esa cifra, no existe información pública ni de las AFP ni de la Súper de Pensiones. 

Recapitulando, en el nuevo sistema, después de 30 años o poco más de imposiciones, al momento de terminar su vida laboral, los trabajadores se retirarían con el equivalente al 70% de su sueldo (que es el estándar internacional, no la promesa en Chile, como aclaró esta semana su creador, José Piñera). 

El plan suponía trabajo estable, sin interrupciones, sueldos razonables y, por supuesto, no incluyó crisis económicas como la del 82, o las internacionales que han golpeado las economías globales, el empleo y los mercados, como la de México (El Tequilazo) en 1994-1995, la Subprime en 2008-2009, o la reciente y vigente. De hecho, sólo el efecto Brexit es ya una amenaza para los fondos de pensiones puestos en el extranjero.

En 1980, acá el plan fue "de laboratorio". 

¡Partimos! Había 11 AFP autorizadas para comenzar con un patrimonio de UF 5.000. Si disponían de más, tuvieron dos años para completarlo. Al final, la obligación era mantener un patrimonio de UF 10.000 si contaban con 5 mil afiliados. De 15.000 UF si eran 7.500 y de 20.000 UF para 10 mil afiliados. 

"Poco en verdad, considerando la proyección del negocio", sostiene Marco Kremerman. 

En 1994 teníamos 21 AFP. Hoy solo seis, pero tres concentran el 75% de los recursos -Habitat, Provida y Cuprum-, todas pertenecientes a compañías de Estados Unidos, lo que también genera complicaciones a la hora de pensar en cambios. (Y tal vez eso explique el optimista protagonismo de José Piñera en estos días, que vino a propagar que "el sistema ha sido un éxito").

En el camino de la transición, ese 1980 se estimó que en cinco años las administradoras recibirían el total de las cotizaciones –que capitalizaban 3% anual-; luego sumarían los bonos de reconocimiento que debían traspasarle las cajas del sistema antiguo, y raya para la suma, en 10 años el capital representaría el 20% del PIB de 1981. En 20 años, sería más del 65%. Hoy, los US$170 mil millones bordean el 70% (el PIB de 2015 fue de US$240 mil millones).

Hasta ahí, vamos bien.

Unas se disparan, 

otras frenan en seco

¿Y qué pasó?

Las explicaciones pueden ser muchas y largas. Hay que simplificar.

En 2002 se inventaron los multifondos (A,B,C,D,E) de mayor a menor riesgo, para que las personas libremente decidieran cómo trabajar sus ahorros. Los más jóvenes, se dijo, podían arriesgar más. Los cercanos a jubilar, solo debían moverse entre el D y E.

Cuando vinieron bajones en los mercados, AFP y analistas recomendaron no cambiarse de fondo para "no hacer la pérdida". Pero, supongamos que alguien vio esfumarse el 30% de sus ahorros por las inestabilidades globables y al año siguiente ganó 30%, ¿quedó igual? No pues. Su monto bajó, por tanto el 30% que recuperó es sobre una cantidad menor… Solo llegan a recuperarse con subidas muchos más altas.

Hoy dos tercios de los US$170 mil millones están afuera. El resto financia a empresas como Cencosud (16,55%), Colbún (17,63%), Endesa (15,33%, Enersis (12,69%) y Cmpc (11,58%), a bajas tasas.

Como ironizó el periodista Daniel Matamala, "los 10 millones de afiliados" somos dueños de esas megaempresas…

Podría no tener nada objetable que con platas aportadas por los chilenos se financien grandes firmas y que las administradoras logren por esto rentabilidades que más que doblan la de cualquier súper negocio. El problema es que en paralelo, los fondos de los ahorrantes crecen cada vez menos…

En los últimos cinco años, las rentabilidades de las AFP fluctuaron entre 18,6% y 31,39%. 

En los últimos tres años, en cambio, el promedio de rentabilidad de los cinco multifondos no superó el 4% real. De hecho, en 2015, el A tuvo 3,79; el B,2,49%; el C, 2,16%; el D, 2,02% y el E,0,7%.

Entre enero y junio de este 2016, sólo los fondos D y E tuvieron resultados positivos (aunque escuálidos), mientras lo A, B y C, consiguieron únicamente resultados negativos, según datos de la Súper de Pensiones. 

Y la curva, anticipa Kremerman, seguirá hacia abajo porque las tasas de interés en el mundo están en levemente sobre cero, en cero o negativas, lo que hace muy difícil que los dos tercios de los fondos depositados en renta fija –cuyos retornos dependen de las tasas de los Bancos Centrales- consigan rentabilidades sobre 3%. "El impacto en las pensiones será enorme si esto sigue así", advirtió Ricardo Caballero, director del World Economy Laboratory del MIT.

Así viene la mano. 

Solución sin prejuicios

Al golpe de las tasas, se suma otro, de larga data, pero agudizado este pasado mes de julio: las tablas de mortalidad que aplica el sistema y que son ya no del INE, sino de las Súper de Valores y Seguros y de Pensiones. 

Expertos aseguran que la expectativa de vida aplicada a futuros pensionados excede en 10 años a lo que el INE estima. 

Y se ajustan cada tres años.

Uthoff comenta que como "en el sistema de AFP, el riesgo de longevidad lo asume totalmente el afiliado, y como se le obliga a participar en el sistema, debiera ser el Estado el que se ocupe de hacer transparentes los datos de las tablas de vida. En esto hay asimetría de información y se presta para grandes abusos".

Hoy, las mujeres de 60 años deben financiar su jubilación hasta los 90,3 años, que es la expectativa de vida estimada por el sistema. Y los hombres de 65 años, hasta los 85. 

Cuando partieron las AFP, ellas tenían una expectativa de 63 años; ellos, 67.

Es innegable que la posibilidad de vivir más va de la mano con el desarrollo, el crecimiento económico y la tecnología. Eso lleva a estar permanentemente ajustando los parámetros en el mundo de la previsión social. Hoy Chile tiene 5 trabajadores activos por cada pensionado y las estimaciones indican que en 2060 tendrá 1,7 activos por cada jubilado. 

Esto ha obligado al mundo a buscar sistemas que integren varios mecanismos en sus sistemas de previsión social; por eso ya son cada vez menos los que piensen en el "reparto" a secas. 

Los estudiosos hablan, por ejemplo, de una mezcla de ahorro individual, aporte del Estado y del empleador. Otros agregan la idea de un seguro anti cambios bruscos en los mercados. Algunos promueven la solidaridad entre sexos, pretendiendo que las mujeres –que ganan 30% menos en su vida laboral- puedan seguir jubilando antes que los hombres. 

Existan muchas variaciones sobre el mismo tema, pero de una forma u otra, todas incorporan la solidaridad. 

Porque, conociendo los puntos débiles del sistema AFP, vistas las fallas de origen, destapando las "trampitas", ¿quién dirá que la solución viene por trabajar más años, ahorrar más (con aporte fiscal y de empleadores), y poner todos los huevos en la misma canasta de una cuenta individual de ahorro sujeta a los vaivenes de la economía global, a los abusos y vicios legales arrastrados por 35 años?
 

 

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