Daniel Matamala: “Me preocupa el tema de la seguridad, porque es un tema que se presta para discursos que son autoritarios”
05 de Octubre 2025 | Publicado por: Anibal Torres Durán
El periodista presentó su libro “Cómo destruir una democracia” en la Universidad de Concepción. En el texto, Matamala explora los patrones comunes que han seguido diversos líderes políticos autoritarios en América.
En el marco de los 20 años del Magíster en Política y Gobierno de la Universidad de Concepción, se realizó la presentación del libro “Cómo destruir una democracia” del periodista chileno Daniel Matamala.
La actividad, realizada en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UdeC, es la cuarta escala del lanzamiento de la obra, que ya ha tenido presentaciones en Santiago, España y Francia.
En conversación con Diario Concepción, el periodista detalló los aspectos claves del libro que explora los patrones comunes que han seguido diversos líderes políticos autoritarios en América. Reparó que, a pesar de las diferencias ideológicas, estos liderazgos cumplen con una especie de “manual” para debilitar las distintas instituciones democráticas.
En detalle, la obra aborda las experiencias internacionales desde Maduro hasta López Obrador, pasando por Bukele, Trump y Milei, y los muestra como personajes que proclaman ser infalibles y reclaman el monopolio de la verdad.
– ¿Qué busca mostrar este libro y qué señales de advertencia se pueden identificar cuando un liderazgo busca quebrantar la Democracia materia democrática a nivel latinoamericano?
-Este libro muestra que de alguna manera los liderazgos autoritarios en América tienen muchas similitudes y siguen una especie de manual que les permite llegar al poder, una vez en el poder, comenzar a concentrar el poder y, finalmente, buscar el poder total. Buscan erosionar la democracia hasta derribarla y reemplazarla por la dictadura, por el Gobierno de un solo hombre, que es algo que ya ha ocurrido en Venezuela, que ya ha ocurrido en El Salvador, que está ocurriendo de manera alarmante en Estados Unidos. Y digo también que, en el caso de Argentina y México, me parece que hay señales de alerta o de preocupación.
El libro se estructura como una especie de pendiente resbaladiza, desde gobiernos que son todavía democráticos, pero donde hay liderazgos que tienen características autoritarias, que me parece que son nocivas para el fortalecimiento de la Democracia. Y si esos líderes siguen avanzando en esta especie de pendiente resbaladiza, paso a paso se va llegando a la erosión y finalmente la destrucción de la democracia.
Me parece que los pasos son bastante similares, y los tipos de liderazgo y de estrategia son bastante similares, sean líderes de izquierda o de derecha, eso es básicamente un decorado, una cáscara que se utiliza.
-¿Cómo actúan estos tipos de líderes?
Estos líderes tienen características bien similares. Intentan generar una relación directa entre ellos y el pueblo. Hablan con mucho desprecio de todo lo que significa la institucionalidad democrática, toda la institucionalidad está como un obstáculo, como una trampa que evita o impide que el líder pueda actuar en beneficio de su pueblo. Entonces, inmediatamente tratan de ir desmontando la división de poderes, el hecho de que hay un poder judicial autónomo, una fiscalía autónoma.
Ellos quieren una relación directa y no mediada por las instituciones, ahí hay una primera señal de alerta. Otra señal de alerta es que importan el discurso público, haciendo que sea una discusión entre enemigos, no sencillamente entre adversarios, y por lo tanto son muy agresivos en el trato hacia cualquiera que sea crítico, sea desde políticos de oposición hasta gente de la sociedad civil, periodistas, jueces, etc. Cualquier persona que no se alinea con sus métodos, es inmediatamente tildado como un enemigo, como un enemigo del pueblo, que también es una frase que ellos, de alguna manera, suelen utilizar y también suelen usar un lenguaje que es bastante violento, muy agresivo, de mucha descalificación.
También ellos son muy hábiles en el uso de los medios de comunicación, suelen ser, digo yo, “adictivos” en términos de que no podemos dejar de hablar de lo que ellos hacen, porque copan el panorama mediático. Están siempre realizando acciones que, de alguna manera, rompen con lo tradicional o lo establecido. Y ello les permite también ser muy hábiles en cómo manejan ese ecosistema de medios. Y finalmente, el punto principal es cómo parece que el poder que tienen nunca es suficiente. Siempre hay una excusa o siempre hay un argumento para decir: Necesito más poder.
-Bajo esa mirada, y también considerando que se aproxima una elección presidencial y que existe una desconfianza en las instituciones, ¿cuál es la realidad en Chile respecto a este tema?
En Chile tenemos, afortunadamente, todavía una democracia liberal que está en pie y funciona, y eso hay que decirlo. En Chile todavía se puede debatir, todavía se puede conversar. Puede haber algunos casos en que haya, de pronto, unos discursos más agresivos, pero en general hay una discusión que todavía puede existir en nuestro país y eso es un gran valor. Hay reglas y métodos que también se respetan y eso es de un gran valor también.
Pero claro, hay un descontento ciudadano muy importante con los resultados de la democracia, especialmente en aspectos como la seguridad. Tuvimos un estallido hace cinco años, que parece que se nos olvida que hubiera ocurrido también, que demuestra qué tan profundo es el descontento de la gente por cómo están ocurriendo las cosas en Chile.
Entonces, hay elementos de los cuales eventualmente un líder que tuviera este talento y esta idea de ir acumulando más poder podría apalancarse en ello para intentar concentrar más poder todavía.
A mí me preocupa especialmente el tema de la seguridad, porque es un tema que se presta para discursos que son autoritarios. Es decir que, con tal de obtener seguridad, que es lo que Bukele en El Salvador, básicamente le dijo a los ciudadanos “ustedes tienen que renunciar a todos sus derechos, porque es la única manera que yo pueda garantizar que haya seguridad”. Y es un modelo que es visto como exitoso o como efectivo. Hasta hace un par de meses, en Chile, todos los días aparecían políticos diciendo que ellos eran el Bukele chileno. Ahora creo que eso ha cambiado, porque ya es más inocultable que lo de El Salvador es una dictadura. Es un modelo muy atractivo, tanto para los políticos como para los ciudadanos. Entonces, ese punto yo creo que es una preocupación muy importante y sea quien sea el elegido presidente, creo que es muy importante que los ciudadanos estén alertas, estén atentos y que no permitan que se utilice, especialmente, el tema de la seguridad como una manera de concentrar poder y actuar de manera autoritaria.
-En base a las distintas historias y experiencias que aborda el libro sobre estos líderes autoritarios, finalmente, ¿cómo se cuida la democracia?
Es una muy buena pregunta. Yo creo que se cuida de varias maneras. Uno, creo que se cuida todos los días en el tipo de debate que tenemos en una sociedad, como cuando debatimos, que puede ser muy acaloradamente o muy apasionadamente sobre algún tema, pero siempre tenemos presente que la persona que piensa distinto a mí es un ser humano, es un ciudadano, con los mismos derechos, con la misma dignidad que tengo yo; porque una de las cosas que hacen estos líderes es deshumanizar deshumanizar al adversario, tratarlo como el enemigo, tratarlo como animales, como ratas, como cucarachas, que es el tipo de discurso que suelen utilizar.
Lo primero es eso, no perder de vista nunca que, por más en desacuerdo que podamos estar con alguien, siempre tenemos que pensar que sencillamente es una persona que piensa distinto a mí, que no es mi enemigo ni es menos que yo. Eso creo que es fundamental.
Creo que es importante también tener esto en mente cuando elegimos a nuestros líderes, cuando elegimos presidente, cuando elegimos parlamentarios, cuando elegimos alcalde, ¿estamos eligiendo gente que realmente cree siempre a toda costa en mantener la democracia y el diálogo cívico?, ¿o es gente que tiene instinto más bien autoritario, o es gente que dice que la democracia vale en algunas circunstancias y en algunos casos, pero en otros no? Creo que hay también una pregunta que todos nosotros, como ciudadanos, tenemos que hacernos.
-Considerando la actualidad y su importancia en el día a día, ¿qué rol cumplen las redes sociales en estos ataques a la Democracia?
Es una pregunta que me he hecho. Por eso, por ejemplo, hoy estoy no solamente en televisión o diario, sino que estoy muy activo en redes sociales, en YouTube, en Spotify con mis podcasts, porque eso parte de la reflexión de decir “bueno, no me gusta mucho el tipo de debate que estamos viendo en redes sociales, no me gusta el tipo de contenido que muchas veces hay en YouTube”, que es un contenido polarizante, agresivo, destructivo, poco informativo. Entonces, yo digo como periodista, con una responsabilidad, ¿cómo entro yo?, ¿con qué contenido entro ahí? Y hago, por ejemplo, un programa como “Lo que importa”, que es un programa que pretende hablar de los temas de contingencia, hablando con la gente que más sabe, poniendo expertos en la materia a discutir un tema que es relevante. También está “Animales Políticos”, donde discutimos el tema de la campaña presidencial y lo tratamos de hacer con una perspectiva que sea amable, digamos, que hable de todos los temas, pero que no sea confrontacional, ni que sea como esta mirada de enemigo, ni de Juanito destrozó a Pepito, que son los típicos titulares que aparecen siempre en YouTube.
Esto me hace pensar que las redes y los medios son lo que nosotros hacemos de ellos y el tipo de contenido que ponemos ahí, el tipo de contenido que todos nosotros ayudamos a viralizar, el tipo de contenido que todos nosotros ayudamos a que sea exitoso o que no sea exitoso. De nuevo, depende de nosotros. Sí, las redes sociales y los algoritmos tienen un montón de problemas, pero al final nadie me obliga a seguir el algoritmo. Yo sigo siendo una persona consciente que puedo decir “a ver, este algoritmo me está presentando teorías de la conspiración, me está presentando contenido totalmente polarizante, contenido de fake news. Bueno, me salgo de ahí, ahí busco mi propio contenido” y eso es responsabilidad de cada uno.
Libro: “Cómo destruir una Democracia”. Foto: Noticias UdeC