¿Cómo nos afectará la estocada de Trump al libre comercio?

15 de Abril 2018 | Publicado por: Luz María Astorga
Fotografía: Contexto.

El presidente de EE.UU. dio su primer golpe a la economía gravando las importaciones de acero y aluminio. Disparo directo al corazón chino. El gigante respondió con la misma arma. A la espera del segundo acto, muchos quedaron saltones. La movida los alcanzará pronto, especialmente a los países más abiertos, expuestos y dependientes de materias primas -lista que encabezamos-, justo cuando sus economías se animaban. Pero esto, en verdad, no se trata aranceles, sino de un lío mayor de geopolítica. ¿Cuál es el plan B de nosotros, los pequeños actores?

El mundo diplomático y los que saben de relaciones internacionales están inquietos.

Economistas y autoridades intentan dimensionar el impacto en el PIB de la guerra económica que se instala justo cuando las economías del mundo empezaban a levantar cabeza.

Y los analistas ponen luz sobre lo que las notas de prensa no relevan: la verdadera motivación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para arremeter contra China, imponiendo barreras arancelarias a dos productos que fueron estratégicos décadas atrás y que hoy son la cara de una siderurgia decadente, que ha perdido cerca de 400 mil empleos desde los años 50 (conserva 140 mil), mientras la nación asiática se levantaba como el primer exportador de acero, con bajos precios.

Días atrás, los obreros aplaudieron la decisión de Trump. Creen que con 25% de arancel al acero y 10% al aluminio, se fortalecerá la industria y ellos tendrán mejor salario y calidad de vida (lo que de paso garantizaría sus votos).

Pero ésa, dice el analista político y magíster en Ciencia Política, Guillermo Holzmann, “es la ecuación simple”, que poco o nada tiene que ver con la verdadera historia: los temas de fondo.

El primero y más profundo es la lucha por la hegemonía, coinciden el abogado y académico Ricardo Israel y el economista Marco Kremerman, de la Fundación Sol. “Hoy la amenaza es que Estados Unidos deje de ser el pilar global (China aspira al sitial para 2025) y Trump se resiste a formar parte de un sistema multi hegemónico”, donde aparte del gigante asiático que le pisa los talones figuran otros, como Alemania, Inglaterra y Rusia.

El segundo, dice Lesley Briceño, doctora en Ciencia Política y académica de la UDD, es el pago de patentes de propiedad intelectual que hasta ahora los chinos eluden, y que les permite fabricar a menores costos. Entonces, a través del alza de aranceles se presiona a China para torcer la mano en este punto que afecta además a la Unión Europea.

Agrega Israel:

El gran objetivo de Trump es que China reconozca la propiedad intelectual, que termine el pirateo y abra el sector financiero. No existen bancos chinos en todas partes, siguen siendo estatales.

De todo un poco puede haber en la viña de este señor Trump que lanzó el dardo y recibió respuesta inmediata de la nación asiática: cobrará 15% de arancel a 128 artículos y 25% a productos porcinos de alta demanda (los chinos son grandes consumidores de cerdo y de subproductos como orejas y patas que, de no vender, EE. UU. debe botar).

El gigante está dispuesto a igualar peso a peso las imposiciones estadounidenses que, hasta el momento, bordearían los US$50 mil millones por lado, un puñado de monedas para los potentados.

Así empezó esta “guerra” que puso luz amarilla al libre mercado.

El golpe acá

En Chile, el titular de Hacienda, Felipe Larraín, calculó que por cada 5% de aumento de aranceles, el crecimiento mundial se resentirá entre 0,1% y 0,3%. “Un país abierto como el nuestro debe preocuparse”, dijo el presidente del Banco Central, Mario Marcel, refiriéndose al “escenario de riesgo”. Osvaldo Rosales, ex director de Comercio Internacional de la Cepal, agregó que “estamos en una etapa de recuperación cíclica del crecimiento, explicada fundamentalmente por mejores condiciones internacionales. Si esas condiciones empeoran, tal vez habrá que ajustar a la baja el PIB esperado para nuestro país”.

Desde el mundo empresarial, el nuevo presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, CPC, Alfonso Sweet, instó a poner puntos de prudencia, en conciencia de que estas guerras no benefician a nadie, menos aún a Chile”. Coincidió la Sociedad de Fomento Fabril, Sofofa.

Por otra parte, el empresario y presidente de la Asociación de AFP, Andrés Santa Cruz, reconoció “sin ninguna duda, que es un problema que no sabemos las consecuencias que nos puede traer”, pero los cotizantes deben tener confianza, ya que “siempre en el mundo y en las economías existen momentos de alta y momentos de baja… hay que mirar las curvas en el largo plazo, que son positivas” (a estas alturas, hay que decirlo, los cotizantes del sistema no parecen tan convencidos de que las volatilidades sean tan indoloras).

Y mientras algunos quieren sacar mejores cuentas, como la de aprovechar espacios que puedan abrirse en el intercambio comercial de los dos gigantes en pugna, Ricardo Ariztía, timonel de la SNA, afirma que “si a un producto agrícola norteamericano que va con destino a la nación asiática le cobran un arancel de 15%, va a quedar retenido en EE. UU. y los chilenos que exportan a ese país pueden sufrir una caída en sus precios”.

Pero, por otro lado, como reconoció Marcel, al gravarse productos norteamericanos como vinos, paltas y carne de cerdo, exportadores locales podrían aumentar sus ventas a ese destino.

Nadie sabe cómo viene la mano. “Como sea, nos afectará. No sé si Chile tiene un Plan B ante una baja del precio del cobre, de los proyectos de inversión y del crecimiento. Pero me parece que aquí se enfatiza sobre el funcionamiento de la economía, sin prestar atención a la geopolítica… La `guerra´ entre Estados Unidos y China es solo una escena de una película muy enredada”, afirma Israel.

Kremerman considera “gravísimo que no estemos haciéndonos cargo real del asunto. Si este enfrentamiento no se resuelve pronto, la inestabilidad de los mercados puede provocar un daño importante en los fondos de pensiones, que ya en este trimestre han tenido resultados negativos (con el perjuicio que eso significa para los afiliados más cercanos a pensionarse). También, es posible que afecte a los US$15 mil millones del Fondo Económico Social, los US$10 mil millones para pensiones y los casi US$5 mil millones para educación, puestos afuera”.

Si el conflicto escala, afirma el economista de la Fundación Sol, “no hay Plan B”.

La paradoja

El guion recién se escribe, aunque la trama tomó forma en agosto de 2017, en una reunión en la Casa Blanca de Trump y sus asesores con Robert Lighthizer, representante de Comercio. Y, a pesar de que el ministro de Economía, José Ramón Valente, cree que “todavía no hay que asustarse”, tome nota: lanzado el “misil”, las bolsas bajaron, el petróleo subió, el cobre bajó… Y nada ha vuelto a estar como antes, a pesar de que ni la amenaza de EE. UU. ni la de China han pasado de ser una declaración de intenciones. De lo que negocian bajo cuerda, quedamos al margen. Y algunos confían en que los asiáticos se moverán con prudencia, como expone Israel:

– Tienen una ventaja que no utilizarán porque se perjudicarían a sí mismos. Más allá de la relación comercial, en sus manos está gran parte de los bonos de la deuda de Estados Unidos, que vive en déficit permanente. Los chinos han sido cuidadosos… ¿viste que apenas fueron perjudicados los mercados de valores ellos cambiaron el tono del lenguaje?

Holzmann recalca el contrasentido:

“Hoy, un régimen comunista totalitario actúa como el mejor capitalista. Y Trump, desde el punto de vista de negociación, es un negociador básico, que actúa fuera de norma dentro de lo que se había instalado desde 1989 para asuntos de globalización.  Ahora, además, China tiene una ventaja estratégica, ya que acudió a la OMC”.

Mal Plan

“La globalización no funciona con desconfianzas e incertidumbres”, comenta Holzmann. Por eso, tras el anuncio de Trump, se desestabilizaron los mercados. Si a eso sumamos gestos como, por ejemplo, que el mandatario estadounidense no asistiera a la Cumbre de las Américas en Lima, Perú, para concentrarse en el conflicto sirio y anunciar “misiles bonitos, nuevos e inteligentes”, la tensión solo empeora.

“La subida de aranceles va contra todo lo que es globalización, la liberalización del comercio”, agrega. Y ahí está la historia: en 1930, el Congreso de Estados Unidos los aumentó para determinados productos y muchas naciones respondieron alzando impuestos. Sucedió en los inicios de la Gran Depresión y, dicen los expertos, la medida contribuyó a profundizarla.

“Estas guerras son buenas y fáciles de ganar”, tuiteó Trump hace pocos días. Y Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, contradijo de inmediato: “Nadie gana; solo dañan el crecimiento económico global”.

¿Hay algún registro, un caso, en que medidas de proteccionismo de este tipo terminen siendo exitosas?

La administración de George W. Bush, por ejemplo, impuso aranceles de hasta el 30% sobre las importaciones de acero en 2002, con un plazo de revisión de tres años. Pero la Organización Mundial del Comercio (OMC) intervino en su contra, a la vez que se evidenció que era una política ineficaz para el boom de la construcción que vivía el país.

Briceño comenta:

– En la historia reciente no tenemos antecedentes de resultados positivos. Varios mandatarios estadounidenses tomaron este tipo de medidas (Bush, Reagan, Lyndon B. Johnson), pero ninguna fue efectiva. Menos pueden serlo en una sociedad globalizada, hiper conectada. Estas decisiones son muy populistas, parecen bonitas, en Estados Unidos se recibieron con aplausos ahora, pero si el acero y aluminio han estado cayendo, no es solo por China, sino por el cambio de matrices económicas y de producción en el mundo. Las consecuencias de los proteccionismos pueden ser positivas en términos de papel, pero en la realidad afectan a la economía y al bolsillo del ciudadano común, que debe pagar más caro por el mismo producto que ahora paga impuesto. Uno puede hacer política ficción: EE. UU. está gravando al acero y aluminio, ¿vendrá después la fruta u otros productos que exportamos?

Decisiones que faltan

En el desarrollo del enfrentamiento, falta todavía la respuesta de la Unión Europa. Han dicho que estudian la situación, pero hay atisbos de no apoyarán la arremetida.

Briceño:

-Alemania y Francia están cuestionándose si hay que alinearse o no, cosa que no creo porque son posturas muy distintas en lo político. Pero una forma de avanzar podría ser que aprovechen la coyuntura para incorporar medidas de democratización en el gigante asiático; y condiciones de trabajo más amigables y vinculadas al mundo desarrollado, que terminen con esa carga que tienen de precariedad en las empresas y violaciones a los derechos humanos. Lograr algo así de parte de la UE generaría más empatía entre esos países y la OCDE, que ha apoyado sanciones por ello.

Añade:

Desde la llegada de Trump, la UE no ha querido ser condescendiente con su gobierno; por tanto, es muy probable que no tenga una definición pro estadounidense. Pero tampoco pro China. Las primeras declaraciones ante la arremetida de EE.UU. fueron casi un chiste para la envergadura del problema: que podrían gravar las importaciones de Bourbon, de jeans Levi´s… El bloque tiene una lógica de buscar consensos. Ahora puede decir no estamos de acuerdo con este tipo de medidas proteccionistas que afectan a China y también a nosotros. Y pedir gestos político-económicos para presionar por el pago de patentes y lo que sufre como robo de propiedad intelectual en tecnología. Quedaría como un buen negociador delante de las demás potencias.

Holzmann casi da por hecho ese avance en lo laboral, porque “en China ya no es sostenible tener una gran producción sin leyes sociales. Podrán sacar de su Google interno la palabra democracia, pero es un país que cada día tiene que abrirse más”.

El cientista también cree que el apoyo de la UE a Trump no llegará:

La Unión Europea tiene sus propios problemas y diferencias. No es la misma de hace diez años. Además, debemos recordar que Obama no logró firmar un acuerdo de libre comercio con la UE, en los últimos años de su mandato. En consecuencia, Estados Unidos solo tiene como herramienta una alianza militar que tampoco se ve probable.

Pero, ¿qué pasará si Trump se planta frente a América Latina y dice que quienes son sus aliados deben adherir a su postura frente a China y poner aranceles?

El continente vive realidades políticas-económicas muy distintas y, a juicio de Kremermann, Chile enfrentaría dos variables:

-En lo interno, tenemos un problema histórico con nuestra matriz productiva, que sigue siendo muy dependiente de los flujos comerciales internacionales, de exportaciones e importaciones. Muchos países están en el libre comercio, pero acá hay una dependencia mayor, por las materias primas, que nos hace muy vulnerables. Pero, por otro lado, el flujo comercial con China superó al de Estados Unidos, entonces en nuestro país y en el continente la amenaza tiene un poquito menos fuerza que hace una década. Esto, al mismo tiempo de que la afinidad política, es mucho mayor con EE. UU. en paradigmas, modelos… Es bien preocupante el panorama. Somos una parte pequeña dentro de una disputa de dos gigantes que explican dos tercios del flujo comercial que tenemos con el mundo.

Entonces, volvamos a la primera línea: “Los que saben de relaciones internacionales están inquietos”. Esto no será indoloro.

Desafío para Piñera

En 2019, dice Lesley Briceño, Chile estará en una posición privilegiada en esto de conflictos en el libre comercio y proteccionismos. Nuestro país será anfitrión de la Cumbre Apec, habrá una serie de reuniones multilaterales, “que nos pueden permitir liderar como potencia regional”. El Gobierno, agrega, debe aprovechar la coyuntura para posicionarse y establecer acuerdos para actuar en bloque entre situaciones como la de EE. UU. y Rusia, que afectan a todos.

Guillermo Holzmann también apunta a la cumbre:

Chile tiene la mayor solidez institucional en la región. Está empezando un gobierno electo con un porcentaje importante (a pesar de la abstención). Somos un país pequeño que no pisa callos y goza de credibilidad. Por tanto, Piñera tiene la oportunidad de transformarse en un líder que articule una solución factible dentro de todos los tratados.

Kremerman plantea diferencias:

-Efectivamente, hay espacios para un liderazgo. Pero uno que se base en ideas, en algún modelo de desarrollo para el continente que no existe. No lo tiene este gobierno ni lo tuvieron los anteriores, cuando el contenido de las relaciones internacionales eran los tratados de libre comercio.  A la región ya no le sirven liderazgos en base a un arancel menos o un arancel más, sino liderazgos políticos contundentes, que den cuenta del agotamiento de un ciclo… porque ésa es la razón de las disputas hoy.