Mercado Central de Concepción

17 de Diciembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

Pablo Arellano Padilla
Arquitecto y Socio Fundador Lopetegui Arellano Arquitectos
Mag. (c) en Arquitectura


En el corazón de Concepción, a pasos del río y en el centro de la vida cotidiana, el Mercado Central permanece como un vacío que no pasa inadvertido. Es un punto negro que lleva más de doce años recordándonos la indiferencia con que muchas veces tratamos nuestro patrimonio y, sobre todo, la facilidad con que las diferencias políticas pueden inmovilizar una ciudad, como ha ocurrido desde el incendio de 2013.

Doce años en que, una y otra vez, hemos chocado con nuestra propia incapacidad para llegar a acuerdos estables sobre su futuro. La historia es conocida: cada cuatro años llega con su “borrón y cuenta nueva”, como si partir de cero fuera un mérito y no un síntoma de nuestra incapacidad para reconocer el trabajo previo. En estas semanas hemos visto cómo algunos acuerdos se desvanecen incluso antes de que la tinta alcance a secarse.


Hace apenas un par de meses, el Gobierno Regional anunció el cierre del convenio con SERVIU Biobío para la expropiación del edificio. Es un paso importante, pero no puede ser uno más, dentro de una secuencia errática. Debe ser parte de una hoja de ruta estable, asumida por todas las instituciones involucradas, independiente del abanderado político que dirija al país en los próximos años.

El panorama se vuelve especialmente sensible por el balotaje. No por convertir al mercado en un botín electoral, sino porque vuelve a instalarse la pregunta incómoda: ¿somos capaces de rescatar nuestro patrimonio independiente de nuestras diferencias políticas? Dos ejemplos internacionales muestran que existen distintos caminos para un mismo objetivo. El Mercado da Ribeira en Lisboa, encontró estabilidad a través de un modelo de administración concesionado, donde un operador privado asumió un proyecto gastronómico-cultural capaz de revitalizar un edificio histórico sin perder su carácter público.


En el extremo opuesto, el Mercado Agrícola de Montevideo —que pasó años en el abandono— se consolidó a través de un fideicomiso de administración público-público, es decir, la Intendencia mantiene el timón, pero delega la conducción diaria a un administrador profesional. En ambos casos, se estableció como objetivo restaurar los mercados como motor de desarrollo económico, social y cultural de sus barrios. Dos recetas opuestas. Dos éxitos rotundos.Concepción no necesita copiar ninguno de ellos. Más que un plan arquitectónico o un modelo de negocio, la ciudad podría leerse a sí misma, entender sus relaciones institucionales, su cultura política, su capacidad de gestión y su realidad financiera. Solo desde allí podría emerger un modelo que resista los ciclos políticos y que priorice, por fin, la recuperación del mercado. Estamos a tiempo de decidir si seguimos extraviados en este loop de reinicios, o si finalmente nos tomamos en serio nuestro patrimonio. Concepción no necesita inventar la rueda, sino, ponerse de acuerdo en cómo hacerla girar.