Turismo, territorios e infraestructuras

26 de Noviembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

Alberto Texido
Académico FAU U. de Chile
Consejero CPI


El turismo es más que solo paisajes espectaculares o una buena campaña de marca país. Depende, sobre todo, de infraestructuras bien pensadas. En Chile seguimos tratando el turismo como una “temporada”, cuando tiene el potencial de ser un verdadero sistema que contribuya a la economía de forma permanente, para lo que se requieren inversiones.

Un primer punto a abordar es la conectividad: requerimos vialidad que llegue a atractivos, playas y parques, con estándares de seguridad y transporte que permitan viajar con y sin auto. Los trenes de pasajeros -y cargas, ambos en resurgimiento-, podrían articular corredores de alta velocidad entre ciudades, descongestionando rutas saturadas y creando subcentros. Lo mismo ocurre con la red aeroportuaria: aeropuertos internacionales en Arica, Iquique o Puerto Montt que capten demandas vecinas sin requerir de Santiago.


Un segundo ámbito es la obra costera. La Dirección de Obras Portuarias del MOP ha demostrado que es posible sumar valor con playas artificiales, paseos costeros, caletas mejoradas que acercan el borde mar a residentes y visitantes. Algo similar podría ocurrir con la red de embalses: hoy son infraestructuras subutilizadas con paisajes recreativos, aptas para miradores, ciclovías o deportes náuticos sin motor.

También la cartera Minvu con su notable trabajo en “parques urbanos” que van sumando calidad de vida, espacio público, áreas vegetadas y resiliencia a lo largo del país.


En el ámbito privado, el turismo se expresa en hoteles, restaurantes, operadores y centros de eventos. El modelo concesionado de la Arena del Parque O’Higgins es ilustrativo: un recinto que funciona todo el año, con alta rotación de conciertos, una iniciativa que podría ser replicada en regiones, incluyendo espacios convertibles para convenciones o recepción temporal de cruceros.

Entre otros ámbitos aparece un espacio fértil para la alianza público–privada: parques nacionales o reservas naturales con servicios concesionados. Este tipo de proyectos tiene enorme potencial, donde los concursos de arquitectura pueden entregar resultados sustentables y de calidad, junto a una institucionalidad capaz de coordinar ministerios, municipios y empresas.


La demanda existe: el país ya ha probado que puede mover millones de pasajeros aéreos al año y que, tras la pandemia, los vuelos y ocupaciones hoteleras se recuperan con rapidez. Lo que nos conviene volver a entender es que el dinero invertido en infraestructura turística no es un gasto, sino política de desarrollo territorial, empleo y cohesión. Pensar el turismo desde la infraestructura es, en el fondo, decidir qué país queremos que descubran –y disfruten– quienes nos visitan, pero también quienes vivimos aquí.

Si seguimos confiando solo en actos puntuales, tendremos iniciativas aisladas en un territorio mal conectado. Si, en cambio, planificamos redes de caminos y trenes, bordes costeros públicos y equipamientos multipropósito, el turismo dejará de ser estacional y se convertirá en un verdadero motor conveniente para la diversificación económica.