El arte de pedir ayuda
11 de Octubre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
El arte de pedir ayuda no es un signo de fragilidad, es un músculo que todo emprendedor debe ejercitar. Porque el éxito, en este camino, nunca es individual: siempre es compartido. Y quizás, la verdadera victoria esté en esa red invisible que te sostiene, te impulsa y te recuerda que juntos siempre llegamos más lejos.
María Elba Chahuán
Fundadora de Unión Emprendedora
Uno de los grandes mitos del emprendimiento es esa imagen romántica del fundador que lo hace todo solo: que trabaja hasta altas horas de la noche, que se endeuda, que toma todas las decisiones sin consultar y que, finalmente, “triunfa” gracias a su esfuerzo individual. Esa narrativa puede sonar inspiradora, pero es peligrosa, porque no es cierta. La verdad es que nadie emprende en solitario. Los que logran avanzar, crecer y sostenerse en el tiempo son aquellos que aprenden a pedir ayuda y, sobre todo, a construir redes de apoyo sólidas.
Pedir ayuda, sin embargo, no siempre es fácil. A muchos nos educaron en la lógica de que hacerlo es un signo de debilidad, casi un reconocimiento de incapacidad. Pero en el mundo emprendedor ocurre lo contrario: pedir ayuda es un acto de inteligencia. Es saber que el camino está lleno de aprendizajes que otros ya recorrieron antes y que pueden acortar tu curva de error. Es entender que hay temas donde otro tiene más experiencia, más contactos o más claridad que tú. Y es reconocer que el éxito no se mide en cuánto aguantaste solo, sino en cuántos supiste sumar a tu viaje.
El emprendedor que se atreve a levantar la mano y decir “necesito orientación” empieza a tejer una red que multiplica sus posibilidades de éxito. Esa red se construye con mentores que te entregan perspectiva, con asesores que te guían en decisiones estratégicas y con pares que comparten las mismas batallas y entienden el peso de la incertidumbre. Y, ojo, no se trata de buscar solo apoyo técnico o financiero. Muchas veces la ayuda más valiosa es emocional: alguien que te diga que lo que vives es normal, que te dé confianza cuando la duda se hace presente, o que te recuerde por qué empezaste.
¿Cómo se construye una red de apoyo ganadora? Primero, con humildad. Reconociendo que nadie lo sabe todo y que siempre hay algo que aprender de otro. Segundo, con reciprocidad. No puedes esperar recibir sin estar dispuesto a entregar. La mejor forma de abrir puertas es dar antes de pedir: un consejo, un contacto, una experiencia que pueda servir a alguien más. Tercero, con constancia. Una red no se construye con una reunión o con un par de correos. Se cultiva, se cuida, se agradece.
En Chile tenemos un ecosistema emprendedor que ha crecido mucho en los últimos años, con programas, fondos y comunidades que buscan apoyar a quienes emprenden. Pero aún falta romper esa barrera cultural que nos hace creer que pedir ayuda es signo de debilidad. Debemos enseñar a los emprendedores —desde el día uno— que buscar apoyo no solo es válido, sino necesario. Y que el verdadero liderazgo no está en cargar todo sobre los propios hombros, sino en saber rodearse de quienes te complementan.
Personalmente he visto cómo los emprendedores que construyen estas redes avanzan con más solidez. Son más resilientes, toman mejores decisiones y, sobre todo, disfrutan más del camino. Porque saben que no están solos, que hay otros dispuestos a tenderles la mano y que ellos mismos pueden convertirse, más adelante, en apoyo para alguien que recién comienza.