Cien años de la Constitución de 1925

19 de Septiembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

Rodrigo Castillo Jofré
Abogado, Magister en Derecho Público
Colectiva – Justicia en DDHH


El 18 de septiembre es una fecha de múltiples conmemoraciones. No sólo por la Primera Junta de Gobierno de 1810, sino también por otros acontecimientos que marcaron la historia del país. Uno de estos hitos corresponde a la promulgación de la Constitución Política de 1925, de la cual se cumple un siglo este 2025.

La historia que antecedió a la dictación de la Carta del 25 está marcada por profundas convulsiones sociales y políticas en el Chile de inicios del siglo XX. A la crisis económica y el desarrollo de la denominada “cuestión social” que dio cuenta de la profunda desigualdad y miseria que afectaba a las clases trabajadores, se sumaría la parálisis de un sistema político que, en los últimos años de vigencia de la Constitución de 1833, se mostraba incapaz de procesar las demandas de desarrollo, integración y ampliación del sistema democrático.


“Buscáis a los agitadores en el pueblo. No, mil veces no; el más grande agitador del pueblo es la Injusticia, eres tú mismo que andas buscando a los agitadores de abajo y olvidas a los de arriba”, denunciaba por aquellos días el poeta Vicente Huidobro en su “Balance Patriótico”, a modo de retrato del crítico estado del país. Ante ello, y luego de diversas manifestaciones que incluyeron intervenciones militares y la convocatoria por organizaciones sociales a una “Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales”, el presidente Arturo Alessandri llamaría a conformar una comisión que, de preparatoria, acabaría siendo un ente consultivo en la redacción del nuevo texto fundamental.

Se introdujeron en la Carta importantes innovaciones, como la separación de la Iglesia y el Estado, la noción de derechos sociales y de función social de la propiedad, y un ajuste del sistema político que pretendía evitar los excesos del seudo-parlamentarismo del período anterior. Sin embargo, ello no estuvo exento de dificultades, entre ellas la baja participación e intervención del gobierno en el plebiscito ratificatorio y los problemas políticos que postergaron por años su plena vigencia.


Lo que el centenario de la Carta del 25 puede recordarnos, es que ante coyunturas críticas, la necesidad de cambios se hace inevitable, y debe encontrarse un canal institucional que, con sus imperfecciones, haga viables dichos cambios ampliando la participación democrática y la integración y justicia social. Desafíos que siguen vigentes también para el —aún— incierto tercer siglo de nuestra vida como república.