Recintos de salud: ¿Escenarios de cuidado o de violencia?
07 de Septiembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Las historias de maltrato en hospitales nos enseñan que la empatía no puede ser un lujo ni una excepción, sino una regla aprendida, reforzada y exigida cada día.
Tiare Moreno
Docente Enfermería USACH, integrante de la Comisión para una Educación
Inclusiva y Respetuosa
Estos días se conoció la noticia del caso de Camilo, el trabajador con TEA que fue torturado en el Hospital de Osorno. La crudeza de estos hechos nos obliga a mirar con indignación y dolor el estado de los espacios de salud en Chile.
¿Cómo puede ser que hospitales, lugares pensados para el cuidado, la empatía y el amparo en la vulnerabilidad, se conviertan para algunos en escenarios de violencia y humillación? Solemos confiar en los equipos de salud en nuestros momentos más vulnerables: nacimientos, enfermedades e incluso en la espera de una muerte digna.
Sin embargo, cuando aparecen casos de maltrato—como el suicidio de Karin que termina impulsando una ley, el suicidio de Catalina el año 2024, que desató una ola de denuncias por parte de estudiantes del área de la salud, y hoy el caso de Camilo—esa confianza se rompe y deja huellas profundas.
El silencio institucional, la falta de sanciones y el miedo a denunciar perpetúan el círculo del abuso. Ante hechos tan atroces, la sociedad responde con leyes como la Ley Karin, nacida de otro doloroso caso de violencia y maltrato laboral, también en una institución de salud. Pero la experiencia de Camilo confronta esa esperanza, mostrando que la ley por sí sola no alcanza si la cultura del silencio y la complicidad siguen subterráneas, como las aguas profundas que esconden el iceberg.
Podemos elegir seguir navegando sin mirar debajo de la superficie, pero ignorar el hielo sumergido no lo hace desaparecer. Los cambios profundos requieren no sólo leyes, sino una transformación ética y cultural en cada rincón de las instituciones, desde el trato cotidiano, la sensibilización y la promoción de ambientes libres de violencia, hasta los protocolos de denuncia y reparación. Ser humano debe significar, ante todo, reconocer la dignidad del otro, especialmente cuando ese otro es diferente o requiere ajustes razonables.
Lamentablemente, las historias de maltrato en hospitales nos enseñan que la empatía no puede ser un lujo ni una excepción, sino una regla aprendida, reforzada y exigida cada día. Un sistema de salud sin humanidad es simplemente una fábrica de sufrimiento y soledad. Debemos procurar un entorno donde cuidar también signifique proteger.