Red de ríos y refugios

05 de Septiembre 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Cedida

Camila Bañales Seguel
Ing. Agrónoma. Dra. Ciencias Ambientales
Colaboradora de Colectiva Justicia en DD.HH.


Además de los grandes ríos que descienden desde los Andes hacia el Pacífico, existen ríos más pequeños en la Cordillera de la Costa, igualmente valiosos para la biodiversidad. De hecho, la zona de esta cordillera que se ubica hacia el sur del río Biobío se conoce como la Cordillera de Nahuelbuta, y la componen una serie de ríos de cuencas costeras. En dos pequeñas cuencas – Laraquete y Carampangue – se confirmado la presencia de un primitivo pez gato del linaje Diplomystes, una reliquia viviente que durante más de un siglo se creyó extinta en sistemas costeros.

Este encuentro prueba que incluso los ríos más modestos también pueden ser refugios de biodiversidad única.


Una investigación reciente sobre la genética de este linaje de peces reveló que la especie Diplomystes arratiae es exclusiva de Laraquete, Carampangue y Biobío y lo distinguió de D. nahuelbutaensis, ahora restringido a la cuenca del río Imperial. Además, identificó en el río Bueno a D. habitae, una tercera especie endémica. Estos resultados confirman que pequeñas cuencas y microhábitats poseen un valor evolutivo desproporcionado, albergando linajes únicos y antiguos que no existen en ningún otro lugar.

Algo similar ocurre en el árido altiplano de Calama, donde una vertiente de apenas 50 metros, conocida como “La Cascada” en el oasis del río Loa, da refugio a la ranita del Loa (Telmatobius dankoi), una de las especies más amenazadas del país. En 2019, se detectaron 14 individuos, los cuales fueron trasladados para crianza en cautiverio y reintroducidos exitosamente en un centro de conservación.


Ambos casos enseñan una lección clara: pequeñas cuencas, esteros o quebradas pueden sostener biodiversidad irremplazable, actuando como refugios críticos para especies de movilidad limitada, como peces y anfibios. Los ríos deben ser vistos como redes complejas de microhábitats. Reconocer ese entramado es condición necesaria para hacer conservación con base científica y con impacto local real.

Para priorizar su protección, es clave aplicar estudios de geomorfología fluvial y ecología de ríos que revelen la estructura, conectividad e historia hidrológica de cada tramo. Esa perspectiva permite leer dónde la vida en los ríos ha logrado refugiarse, a veces durante milenios, y dónde se requiere protección con más urgencia.