Nicasio Zulaica y Diez de Caviedes
24 de Agosto 2025 | Publicado por: Diario Concepción
Alejandro Mihovilovich Gratz
Profesor de Historia y Geografía
La historia urbana de Concepción está marcada por la presencia de hombres y mujeres que, a través de sus oficios, fortunas y decisiones, dejaron una huella profunda en el patrimonio material y cultural de la ciudad. Entre ellos, destaca la figura de Nicasio Zulaica y Diez de Caviedes, comerciante de origen español, probablemente vasco, que hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX se convirtió en uno de los vecinos notables de la capital penquista.
Zulaica no fue únicamente un empresario con recursos. Los registros municipales lo mencionan como regidor de Concepción, lo que da cuenta de su activa participación en la vida pública y en la toma de decisiones de la comuna. Asimismo, existen documentos de archivo que revelan la existencia de una maestranza a su nombre en la década de 1890, lo que muestra su vínculo con las actividades productivas de la época.
Sin embargo, su memoria ha trascendido sobre todo gracias a un proyecto arquitectónico sin parangón en el sur de Chile: el Castillo o Palacio Zulaica, iniciado hacia 1917 en la calle Heras, entre Caupolicán y Aníbal Pinto. Inspirado en la estética neomedieval europea, el edificio fue concebido como residencia y símbolo de prestigio, con torreones, almenares, una capilla y jardines interiores. Para concretar esta obra, Zulaica contó con la colaboración y la fortuna de su esposa, Juana María Moraga, heredera de la familia Moraga, quien aportó con recursos propios tras la muerte de su marido.
La construcción, ambiciosa y de gran impacto para la ciudad, no llegó a ver su término en vida de su promotor. Nicasio Zulaica falleció en 1925, dejando inconclusa la residencia que habría de convertirse en su legado más visible. Fue su esposa quien asumió la tarea de completarla, aunque el destino final del inmueble no sería el de una residencia privada. Hacia 1930, la propiedad pasó al Arzobispado de Concepción, y posteriormente se transformó en un espacio educativo y social: primero como Universidad Popular Obrera en 1948, y más tarde como el actual Centro de Educación Integrada de Adultos Monseñor Alfredo Silva Santiago.
El caso de Nicasio Zulaica ilustra cómo la historia local se construye no solo desde la política o la guerra, sino también desde la iniciativa privada, la arquitectura y la vida cotidiana de quienes apostaron por dejar un sello en la ciudad. Si bien hoy pocos recuerdan al comerciante y regidor, la permanencia del castillo —aunque transformado— mantiene vivo el recuerdo de su ambición y de su deseo de dotar a Concepción de un espacio singular, casi quijotesco, que desafiaba los cánones arquitectónicos del Chile de su tiempo.
En definitiva, la biografía de Nicasio Zulaica nos habla de un hombre de fortuna, de espíritu emprendedor y con vocación pública, cuyo mayor legado, el castillo que lleva su nombre, se ha integrado en la memoria colectiva penquista como un símbolo de épocas pasadas, un testimonio de la influencia de la inmigración española y un recordatorio del dinamismo social y cultural de Concepción en el tránsito del siglo XIX al XX.