Separación de los Poderes del Estado

Es sabido que la ambición de poder, en ocasiones nublan las decisiones y por lo mismo se hace necesario en un Estado en el que prima la Democracia como valor, que existan equilibrios, controles y contrapesos.

Claudia Hurtado
Abogada

En general y en lo cotidiano la separación e independencia de los Poderes del Estado no son temas, que logren captar la atención. Ellos se ejercen y se respetan sin ningún cuestionamiento, entendiendo que tanto el Poder Ejecutivo, Legislativo y el Judicial además, hoy tienen consagración Constitucional.

Si queremos referirnos al origen de esta división podemos señalar que existe para poder controlar el poder o evitar el exceso de poder en una persona o un grupo de personas, para evitar que en uno solo o en unos pocos quede concentrado el poder. De esa manera, surge la distribución de poderes en distintos y diferentes órganos del Estado, en términos tales que los poderes del uno encuentre el límite en el otro.

Es sabido que la ambición de poder, en ocasiones nublan las decisiones y por lo mismo se hace necesario en un Estado en el que prima la Democracia como valor, que existan equilibrios, controles y contrapesos, para resguardar la libertad política y lo más importante la protección de las personas.

Es precisamente, este control que ejerce cada uno de los poderes, respecto del otro, el que nos otorga garantías y nos permite fortalecer el Estado de Derecho.

Esta separación de poderes, que constituye la independencia de los mismos, no significa que en ocasiones nuestro Ordenamiento Jurídico permita y consagre la colaboración entre ellos. Sin embargo, esta colaboración no puede confundirse con la acción de inmiscuirse, injerir o intervenir, en ámbitos de acción que no le son propio. Cuando ello ocurre se transgreden valores básicos de la Democracia y el Estado de Derecho.

La independencia y la autonomía de los Poderes del Estado, deben ser respetados con los dichos y con las acciones de cada uno de los ciudadanos, traspasar el ámbito de ellos no sólo tensiona la relación entre los tres Poderes, sino que además atenta contra un principio básico sobre el cual se han construido los Estado Democráticos en el mundo; el de la separación de los Poderes, que por lo demás está consagrado en la Constitución y las Leyes.