La última campanada
13 de Agosto 2021 | Publicado por: Diario Concepción
Muy probablemente tengamos que ir abandonando los discursos simples y las tentaciones populistas, para asumir que los impactos de la crisis ambiental, sanitaria, económica y social requiere de candidatos que nos ofrezcan responsablemente más bien sangre, sudor y lágrimas, para que la derrota no sea definitiva y podamos recuperar las esperanzas en la paz y la prosperidad, en un tiempo mejor.
Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha
La ONU hizo público un informe emitido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En el que alerta que los impactos de la acción humana sobre el medioambiente son de carácter “irreversibles” y tendrán consecuencias cada vez más graves en el futuro. El secretario general de la ONU, António Guterres, indicó a la vista del reporte una “alerta roja para la humanidad”. “Las sirenas de alarma son ensordecedoras. Este informe debe hacer sonar una campanada de fin para el carbón y los combustibles fósiles, antes de que destruyan nuestro planeta”.
Según el informe de la ONU, “los efectos de una reducción sustancial en las emisiones de dióxido de carbono no se notarían de manera inmediata y el tiempo requerido para detectarlos dependería de la escala y el ritmo de la reducción de esas emisiones. En el escenario de mayor reducción considerado en el reporte, el aumento en las concentraciones contaminantes en la atmósfera sólo empezaría a frenarse después de cinco o diez años. Y la reducción de las temperaturas globales sería detectable 20 o 30 años más tarde”.
Para entonces, algunas de las consecuencias del cambio climático —como el deshielo de parte de Groenlandia, la erosión de las costas, el aumento del nivel del mar, las sequías a gran escala, los ciclones y los incendios ya se habrán producido.
La pausa impuesta por la pandemia, la evidente transición epocal que vivimos y la coyuntura actual marcada por el paso de una era lineal a una compleja con base en la revolución científica y tecnológica que ha venido a sustituir los paradigmas del sistema productivo incorporando nuevos factores de valor e impulsando industrias emergentes, nos puede ofrecer algunas esperanzas en la creatividad, el conocimiento y la inventiva como generadores de valor y el impulso a las industrias naranjas, verdes, circulares, etc.
Es preciso que la política comience a asimilar la envergadura de la emergencia e impulsar políticas públicas, desde enfoques basados en los derechos de la naturaleza y su reconocimiento constitucional, en línea con el planteamiento de la ONU. Acelerar el carbono neutralidad, impulsar acciones de mitigación, elaborar planes de adaptación, generar estrategias de largo plazo desde los aportes y sugerencias del pacto de París. Pensar movilizar capital, al sistema financiero y esfuerzos compartidos desde el Estado y el mercado para impulsar economías de valor compartido, doble y triple impacto en las esferas económicas, sociales y ambientales, para acompañar la urgencia de una reactivación económica que desde la inversión contribuya a recuperar empleos, debe estar en la agenda política, muy por sobre las disputas de popularidad, vacías de contenido y que en muchos casos resultan incompatibles con las ideas del desarrollo.
Muy probablemente tengamos que ir abandonando los discursos simples y las tentaciones populistas, para asumir que los impactos de la crisis ambiental, sanitaria, económica y social requiere de candidatos que nos ofrezcan responsablemente más bien sangre, sudor y lágrimas, para que la derrota no sea definitiva y podamos recuperar las esperanzas en la paz y la prosperidad, en un tiempo mejor.