Subsidiaridad para el reto de la emergencia climática

23 de Julio 2021 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

El impulso de las economías naranjas ha empujado las fronteras conocidas del capital para instalar nuevos paradigmas que nos permiten desde la creatividad y la inventiva crear nuevas formas de valor

Augusto Parra Ahumada
Presidente Fundación República en Marcha.

Un titular del Diario de Concepción de hace algunos días señala: Pyme penquista crea filtro que reduce 90% las emisiones de leña. Se trata de un poderoso filtro basado en la precipitación electroestática que se usa en termoeléctricas, su nombre es MPZero y promete disminuir en un 90% las emisiones de las estufas a leña, el sistema más utilizado por los chilenos.

Mientras escribo este artículo en distintos periódicos y paginas científicas del mundo, fui encontrando algunos titulares que me permitiré compartir a continuación: Un consorcio de centros de investigación europeos logra desarrollar bolsas de plástico, jabones y alimentos con residuos de champiñón (El País); Un Equipo de la Universidad de Córdova UCO, descubre La aplicación foliar aumenta hasta el 50% el contenido de zinc en el grano de trigo; Aplican hornos convencionales para mejorar bioplásticos de soja y guisantes (La Vanguardia); Desarrollan nuevas espumas de poliuretano biodegradables a partir de paja de trigo (Revista de Polímeros, España) y un demasiado larguísimo e inacabable etc.

Son cientos y miles las iniciativas esperanzadoras que aportan la creatividad, la imaginación, la ampliación de las fronteras del conocimiento, la ciencia al servicio del impulso de las energías verdes, renovables no convencionales; al reciclaje y el impulso de economías circulares que toman como materia prima residuos en muchos casos de más de un uso para aportar valor dentro de cadenas integradas; el impulso de las economías naranjas ha empujado las fronteras conocidas del capital para instalar nuevos paradigmas que nos permiten desde la creatividad y la inventiva crear nuevas formas de valor; el impulso y el aporte de las nuevas tecnologías y la cuarta revolución industrial que las integra, desde la creación de startups, aplicaciones para ofrecer soluciones que contribuyen al crecimiento económico, al progreso entendido como la mejora de la condición humana desde el impulso de economías de valor compartido y de doble y triple impacto.

Podríamos afirmar entonces una vez más, en torno esta vez, al reto que impone la emergencia climática, que la política no ha estado a la altura del aporte de la ciencia y la iniciativa privada.

Algunos insisten en estigmatizar y etiquetar las iniciativas, según de donde provengan en función de concepciones ideológicas anacrónicas, en vez del impulso a gobernanzas de ecosistemas colaborativos para la magnificación y el aumento del alcance de las iniciativas esperanzadoras que pueden salvar al planeta.

Hasta incluso la narrativa predominante de un sector político tiene que ver con su disenso, con el amparo a los grupos intermedios, expreso en el artículo primero de la constitución y que etiquetan como subsidiaridad. Requerimos de reconocer el aporte de la iniciativa privada a la solución de problemas públicos y transitar hacia una fuerte colaboración publico privada para la conquista de objetivos compartidos, desde la superación de las desconfianzas y el fortalecimiento del capital social para empujar un futuro compartido, que no abdique del progreso y sostenible.