Violencia digital: otra arista de la violencia de género

29 de Noviembre 2020 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Lucía Saldaña

En nuestras sociedades existen dificultades para reconocer la violencia simbólica y otras formas de violencia que están muy naturalizadas, dado que se han ido instalando desde nuestra socialización temprana y por medio de distintos mecanismos de reproducción de la dominación masculina, como señala Bourdieu.

Lucía Saldaña Muñoz
PhD en Sociología
Directora de la Dirección de Equidad de Género y Diversidad
UdeC

La violencia de género es una realidad que ha sido crecientemente visibilizada en nuestra sociedad. En el caso de la Universidad de Concepción, se ha abordado por medio de campañas de sensibilización y permanente difusión en espacios que permitan la discusión desde miradas con distintas experticias disciplinares dentro de nuestra comunidad universitaria, como también a partir de las reflexiones de invitadas e invitados nacionales y extranjeros.

Una de sus aristas más masificadas y complejas de abordar es la violencia digital, que se ha afrontado en Chile en los últimos años. Las investigaciones que se están realizando aportan información concreta, contribuyendo al proceso de concientización. Este trabajo requiere en nuestra comunidad el análisis interdisciplinario, involucrando aspectos psicológicos, sociales, jurídicos y comunicacionales. Asimismo, se ha abordado desde el trabajo que está desarrollando la Comisión de Igualdad de Género de las Universidades del Cruch por medio de conversatorios y seminarios.

Dentro de los aspectos contextuales, es necesario considerar que, en nuestras sociedades, existen dificultades para reconocer la violencia simbólica y otras formas de violencia que están muy naturalizadas, dado que se han ido instalando desde nuestra socialización temprana y por medio de distintos mecanismos de reproducción de la dominación masculina, como señala Bourdieu. Asimismo, la violencia en el espacio digital se vive como una realidad que nos sobrepasa, en la que se tiende a no tomar responsabilidad por las consecuencias de los propios actos, perdiéndose la mirada relacional inherente a la vida social, y la capacidad de empatía con quienes son receptoras y receptores de estas acciones. Con frecuencia, hay una perspectiva muy individualista en estas prácticas de violencia.

La recurrencia de estas formas de violencia, la falta de delimitación del ámbito de acción en el cual se desarrollan, así como la ausencia de redes de apoyo, pueden tener consecuencias muy dañinas para las personas que la sufren, generando en los casos más extremos mucho estrés, angustia y deterioro de la salud mental, incidiendo incluso en la decisión del suicidio. Ello nos exhorta a reflexionar sobre la vulneración de derechos que estas formas de violencia generan, el daño que provocan a la intimidad e imagen de las personas y cómo, en algunos casos, la búsqueda de justicia por medio de estos medios puede terminar justificando transgresiones a terceras personas sin tomar conciencia de sus graves implicancias, y de la inversión de roles que podría generar.

En nuestra sociedad, y en comunidades educativas universitarias, se está desarrollando una mayor concientización de que la violencia digital puede tener consecuencias graves, derivando incluso en formas de violencia de género de la mayor gravedad, como la violencia sexual. Esto nos llama tanto a reforzar sobre los canales existentes para enfrentar estas realidades como también reflexionar sobre la importancia de poner en el centro el respeto y cuidado de las personas.

El abordaje desde la penalización de estas conductas avanza en este sentido y, en particular, en el desafío de generar resguardos para quienes podrían ser víctimas de estas formas de violencia. No obstante, es urgente la sensibilización y el debate en la comunidad desde otros enfoques, en relación con que estas conductas son vulneratorias y refuerzan un modelo de sociedad que está ampliamente puesto en cuestión por los movimientos feministas y por un número importante de organizaciones sociales que han estado en el debate público con mayor fuerza desde el estallido social de octubre 2019. Ello nos invita a dejar el rol de espectadores, propiciando relaciones sociales respetuosas y aportando mayor reflexividad en prácticas tan cotidianas como la información que reenviamos y publicamos en redes.