Dolores de parto (I)

16 de Enero 2020 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Como oposición, no estamos a la altura de este inmenso camino que se abrió y no hemos tenido un rol suficientemente activo en la búsqueda de soluciones.

Jaime Tohá González
Diputado de la República

Existe una distancia importante entre un superlativo, cuya función consiste en exagerar ciertas cualidades del sustantivo, y un adjetivo dado con justicia. Si aplicamos dicho principio a la descripción de un momento político particular, esta distinción resulta aún más significativa. Estamos inmersos en un ambiente de una crispación y de un aparente agravamiento del estallido social que no logra narrar fielmente ni dar cuenta de una realidad heterogénea. Hay una diferencia entre decir que vamos al despeñadero y decir que hemos tomado un mal camino.

La ciudadanía ha abierto un espacio de diálogo imposible de pensar hace seis meses y eso ha hecho que la rabia acumulada y que el descontento contenido se exprese en todas sus formas. Algunas de ellas, por cierto, acordes con un estado democrático de derecho, y otras, inconciliables con él. Por eso, este estado de las cosas requiere coraje y a la vez mesura; necesita audacia política pero también autocrítica. Y ahí hemos fallado. Como oposición, no estamos a la altura de este inmenso camino que se abrió, y no hemos tenido un rol suficientemente activo en la búsqueda de soluciones a los problemas más acuciantes que Chile vive, y cuyos diagnósticos ya conocíamos desde hace años.

Lo anterior no significa en ningún caso que el país esté viviendo los últimos momentos de paz social; por el contrario, nos encontramos en medio de un momento constituyente donde un viejo orden, que carga encima con décadas de aspiraciones y expectativas de cambio por parte de la ciudadanía ha colapsado, dejando dolores y esperanzas. Pero ello, abrirá paso a un nuevo pacto ciudadano que nos permitirá vivir juntos en un horizonte más ancho de justicia y paz. Quienes creemos en la democracia, estamos moralmente obligados a llevar líneas de acción coherentes con su preservación. Y por ello el plebiscito es una condición sine qua non para seguir en ella. Una apertura electoral que permita una expresión democrática y deliberativa acerca de la necesidad de una nueva constitución, no sólo es inédita en nuestro país, sino además perfectamente posible si tomamos los resguardos que la experiencia comparada nos entrega.

El Gobierno debe entender que las demandas sociales son profundas y que las soluciones que ha ofrecido hasta ahora no han tenido el calado requerido. Ha llegado la hora de un esfuerzo fiscal que inicie un camino de solución en materia de salario mínimo, de salud pública y pensiones que acompañe al proceso constituyente, y además nos ayude a resolver la errada disyuntiva entre perder la clasificación de riesgo país o perder la democracia. El temor a la inestabilidad social es sólo una lectura superlativa de los dolores de parto que aquejan a Chile, y que es tiempo ya de atender… (continuará)