La crisis del agua y las sanitarias

07 de Septiembre 2019 | Publicado por: Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Desde hace años, Eula viene proponiendo planes de seguridad del agua a nivel de cuencas, que permiten planificar qué hacer en casos de emergencia.

Ricardo Barra
Profesor Titular Facultad de Ciencias Ambientales.
Investigador centros EULA y CRHIAM, Universidad de Concepción

Ha sido noticia nacional las recientes crisis del abastecimiento de agua potable en Osorno, Los Ángeles y Chiguayante, todas causadas por motivos diferentes, pero que dan cuenta de un fenómeno común: la crisis de lo privado y la ausencia de control del Estado con este importante sector.

La crisis de Osorno es el síntoma de un criterio rentista de maximizar las ganancias, con un mínimo de inversión en infraestructura de calidad y buen servicio, para un sistema naturalmente monopólico.

Ello, por ejemplo, provocado en el caso de Osorno por un interés de ahorro de energía, utilizando como fuente el petróleo para ahorrar en las horas punta. Lamentablemente, el error humano en este caso causó que el petróleo fuese derramado -sin intención por supuesto- en el agua utilizada para distribuir en la ciudad.

Hoy tenemos una ciudad que desconfía de sus servicios básicos de aprovisionamiento de agua y también de su calidad. Esto exige garantías para que la situación no se repita, exponiendo a miles de personas a no tener acceso a este vital elemento.

En Chiguayante, en cambio, el problema fue de una infraestructura que presentó fallas y que sólo pudo resolverse en 36 horas, dejando todo ese tiempo sin acceso al vital elemento a gran parte de la población de la comuna.

Esta situación también se vivió en los veranos pasados en Santiago, donde gran parte de la ciudad quedó sin acceso al agua potable producto del exceso de turbiedad en el agua, generado por las lluvias en la cordillera, en una época que no se esperan precipitaciones, y con una infraestructura inadecuada para abordar un problema que es posible atribuir al cambio de los patrones del clima.

En todos estos casos, quedó al descubierto la fragilidad del sector sanitario para abordar estas emergencias debidas a causas diferentes, y a la ausencia de control y una fiscalización moderna por parte de la Superintendencia de Servicios Sanitarios.

En ese contexto, desde hace años el Centro Eula de la Universidad de Concepción viene proponiendo planes de seguridad del agua a nivel de cuencas. Estos planes, originalmente basados en recomendaciones entregadas por la Organización Mundial de la Salud, también permiten planificar qué hacer en casos de emergencia como estos, proponiendo alternativas efectivas para asegurar el acceso al agua potable a la población.

Es entonces que el Estado debe asumir un rol más activo para modernizar su estructura de control y fiscalización, demostrando a la población que el acceso al agua potable es segura y de calidad. La empresa a su vez debe asegurar no sólo las ganancias de sus accionistas, que en algunos casos se encuentran fuera de Chile, sino además proponer una modernización de la infraestructura sanitaria, que le permita al país alcanzar verdaderamente los estándares de los países de la Ocde con los que tanto se nos suele comparar.

Es cierto que el país progresó significativamente en la cobertura de agua potable y saneamiento en los últimos años, y que esa cobertura alcanza a veces niveles superiores a los de países desarrollados, sin embargo para el Siglo XXI esto no es suficiente, ya que necesitamos además garantizar agua en calidad y cantidad suficientes. En primer lugar a la población y luego para los otros usos. Un tema donde no hay divergencias y que es un aspecto a considerar en la reforma al Código de Aguas.

Un reciente artículo publicado por investigadores de nuestra universidad en una prestigiosa revista científica, encontró una relación bastante preocupante entre los niveles de bacterias fecales de origen humano a lo largo de la costa de la Región del Bío Bío y el brote de hepatitis A (enfermedad transmitida por el consumo de productos del mar contaminados) que hubo en la Región hace algunos años. Esta situación constituye otra emergencia que debe hacer que nuestras autoridades puedan exigir al sector sanitario mejores soluciones para verter aguas servidas hacia el mar.

Como concluyó el seminario de Eula organizado en abril de 2017, “el cambio climático amenaza de muchas formas la disponibilidad de agua para consumo humano, y justamente lo que se pretende con los planes de seguridad del agua, es por lo menos prevenir y disminuir los riesgos que el suministro de agua potable tiene hoy”.

El Concepto de Seguridad hídrica que como Centro Crhiam estamos impulsando, que en la práctica significa garantizar el acceso de todos en cantidad y calidad a adecuadas en forma sostenible, está severamente cuestionado en estos tres ejemplos vividos en Chile en los últimos años. Sin embargo, hoy tenemos la ciencia y la técnica para ayudar a resolver estos problemas.