Riesgos concretos al cortar cabezas

31 de Marzo 2019 | Publicado por: En el Tintero

Santo Tomás escribió que no hay nada más peligroso que el hombre de un solo libro, una definición que le viene a Maximilien de Robespierre como anillo al dedo, o como guillotina al cuello.

Nadie podía adivinar lo prometedor que era ese niño, nacido en 1758, de la pequeña nobleza de Francia, se hizo abogado, muy influenciado por las ideas democráticas de Rousseau. Se le describe como hombre íntegro, virtuoso y austero, con el sobrenombre de El Incorruptible, descripción de alta peligrosidad. Efectivamente, inmerso en la revolución, se dio cuenta que, ante amenazas por todos lados, no quedaba otra que cortar por lo sano, literalmente.

Impuso una sangrienta represión para impedir el fracaso de la Revolución, con leyes para recortar las libertades y simplificar los trámites procesales en favor de una justicia revolucionaria tan expeditiva como arbitraria; más un completo sistema de delación extendido por todo el país mediante 20.000 comités de vigilancia, de terror.

En 1794 eliminó físicamente a la extrema izquierda, por extremistas, y a los revolucionarios moderados, por indulgentes, al tiempo que perseguía sin piedad a toda clase de contrarrevolucionarios, monárquicos, aristócratas, clérigos, federalistas, capitalistas, especuladores, rebeldes, traidores y otros, hubo en consecuencia una satisfactoria cifra de 42.000 penas de muerte en un año.

Como predicaba con el ejemplo, para su sorpresa, le cortaron la cabeza, en medio de gran jolgorio, en París el 1794. Todavía queda gente que no sabe que las revoluciones son como Saturno: devoran a sus propios hijos.

PROCOPIO