Un paso al frente para controlar olores industriales
18 de Diciembre 2025 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Representa una señal clara y trata de que el desarrollo productivo y la protección de la calidad de vida no son objetivos contrapuestos, sino que son desafíos que deben abordarse de manera conjunta y con una debida regulación.
La reciente publicación en el Diario Oficial de la actualización normativa que regula las emisiones de olores en plantas de celulosa marca un punto de inflexión tanto para una actividad económica clave en la Región del Biobío como para la calidad de vida de miles de personas que conviven diariamente con este tipo industria. Se trata de un hito regulatorio largamente esperado, que reconoce una problemática persistente y, por años, insuficientemente abordada.
El eje central de la regulación está puesto en los compuestos TRS —Total Reduced Sulfur—, identificados como los principales responsables de los episodios de olor vinculados a la fabreicación de pulpa Kraft o al sulfato. La norma reduce los límites de emisión para incineradores y calderas de poder dedicadas, incorpora nuevas exigencias operacionales para los venteos y establece criterios específicos para el manejo de las lagunas de emergencia, focos recurrentes de molestias para las comunidades aledañas en situaciones críticas.
A ello se suma la obligación de implementar monitoreo continuo en línea, una herramienta que permitirá un seguimiento permanente de las emisiones reales de cada planta.
Desde el Ejecutivo, la actualización ha sido presentada como una señal de compromiso con la salud y el bienestar de las personas, enmarcada en la Estrategia para la Gestión de Olores en Chile. La entrada en vigencia de la norma, fijada para el 2 de junio de 2026, abre además un periodo de adaptación que exigirá responsabilidad y planificación por parte de las empresas involucradas.
El director del Centro EULA de la Universidad de Concepción, Dr. Ricardo Barra, valoró la actualización normativa y apuntó a la necesidad de implementar los cambios a través de la incorporación de las mejores tecnologías disponibles para el control de compuestos odoríferos.
A su juicio, los nuevos estándares obligarán a las plantas a integrar tecnologías adicionales, optimizar sus operaciones y robustecer su gestión ambiental. Reconoció que este proceso puede implicar inversiones y ajustes iniciales, pero subrayó que el resultado esperado es un proceso productivo más limpio, con menor impacto en términos de olores y con beneficios directos para la calidad de vida de las comunidades.
En un territorio como Biobío donde la industria forestal y de la celulosa tiene un peso relevante, este avance regulatorio representa una señal clara y trata de que el desarrollo productivo y la protección de la calidad de vida no son objetivos contrapuestos, sino que son desafíos que deben abordarse de manera conjunta y con una debida regulación.