Cuando la ciudadanía escribe la historia

13 de Noviembre 2019 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Es paradójico que producto de esta crisis social se cuenten más de 200 personas con lesiones oculares. La falta de visión de los responsables de la conducción del país pareciera querer ser traspasada hacia quienes reclaman los cambios.

Son las 18:00 horas del día martes 12 de noviembre. Una nueva protesta en Chile y en Concepción ha terminado. Otro edificio arde en llamas. Las calles del centro penquista están cerradas con adoquines, neumáticos y semáforos. Se escuchan los disparos de las lacrimógenas y, muy probablemente, nuevos balines y perdigones van tras los ojos de quienes alteran el orden…

El problema de fondo consiste en que los manifestantes no son unos cuantos, sino cientos agolpados en las diferentes calles del centro. Cientos los que continúan temerariamente atreviéndose.

La porfía, el desparpajo y la trasgresión hacia todo lo impuesto por tantas jóvenes voluntades no obedece a una guerra declarada a quienes gobiernan los destinos del país, sino a la ceguera de los mismos responsables.

Solo retroceder tres horas antes para comprender la razón de demasiados desencuentros.

La columna completó el trazado autorizado y los miles de participantes vuelven a sus lugares de trabajo, a sus casas, a algún lugar donde almorzar. No ha habido destrozos, no hay barricadas, nada se quema.

Un poco antes, a las 11:00 horas, comenzaron a congregarse los grupos de manifestantes. Todas y todos concurrían desde diferentes lugares y representaciones: trabajadores, estudiantes, profesionales, hombres y mujeres, jóvenes, niñas y niños felices se iban reconociendo en sueños por décadas postergados. En un gesto transversal, en el cual se buscan las coincidencias más que las diferencias, la gente marcha sin símbolos partidarios; solo ondean las banderas que de tanto querer aplastarse terminaron por levantarse en cientos de miles de manifestantes. Y, por cierto, las chilenas.

Una concentración alegre, creativa, pacífica, demoledoramente prístina en relación con las demandas representadas en los gritos y pancartas.

Observando un video de apenas 30 segundos que ya corre por todo Chile, cabe preguntarse si es necesario que las aspiraciones de un pueblo se escuchen solo después de comprobar que pueden congregarse 20 cuadras atestadas de manifestantes.

Un poco más atrás en el tiempo: ¿son necesarios 25 días en que millones de chilenos y chilenas se manifiesten por cambios absolutamente legítimos sin que se presenten todavía respuestas acordes a la masividad de las protestas?

Unos cuantos años antes también hubo una manifestación multitudinaria en Concepción y en las principales ciudades del país. La exigencia era una sola: no más AFP. Si hubiera habido una visión de país responsable en los gobernantes de ese tiempo, al menos, esa sentida demanda nacional se habría atendido.

Es paradójico que producto de esta crisis social se cuenten más de 200 personas con lesiones oculares. La falta de visión de los responsables de la conducción del país pareciera querer ser traspasada hacia quienes reclaman los cambios.

Con tanto tiempo perdido, resulta razonable que todos los responsables de los distintos poderes de la nación escuchen y resuelvan aquello que la ciudadanía justamente reclama. Así, damos reales oportunidades de desarrollo a los jóvenes que se toman las calles al final del día. Y nos apegamos a los contundentes hechos para escribir correctamente la historia de las mayorías.