Los reiterados actos vandálicos en la UdeC

08 de Septiembre 2019 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Diario Concepción

Para la ciudadanía que tiene incorporado el campus de la Universidad como parte inseparable del subconsciente colectivo del bien urbano, los actos vandálicos de unos pocos, desconocidos y aparentemente fuera de toda posibilidad de ser identificados, son dignos del más enérgico repudio.

La Universidad de Concepción ha sufrido un nuevo y violento ataque, inmerecido e inexplicable. La sola posibilidad que este agravio pueda llegar a ser entendido como una rutina perversa, como un acto delictivo más, es del todo intolerable. No es posible que la repetición de estos hechos, por razones que operan sólo en la cabeza de los vándalos cobardemente ocultos tras sus máscaras, sea considerada como normal en tiempos de protesta.

Ni los cien años de Universidad surgida de la ciudanía misma de la urbe penquista, ni la consagrada apertura a toda la juventud chilena, desde el inicio, con inclusividad y aporte a todos los estratos sociales, sin diferencia de género, desde su fundación, ni su transparente vocación democrática, han sido suficientes para evitar estos ataques indignantes e incomprensibles.

Para el ciudadano de bien, aquel que hace esfuerzos para educar a sus hijos y sostener su familia, son inaceptables los paros intempestivos, los desórdenes, la destrucción y el vandalismo en los establecimientos educacionales. Para la ciudadanía toda, que tiene incorporado el campus de la Universidad como parte inseparable del subconsciente colectivo del bien urbano, los actos vandálicos de unos pocos, desconocidos y aparentemente fuera de toda posibilidad de ser identificados, son dignos del más enérgico repudio.

La Universidad de Concepción ha resultado particularmente afectada por los desmanes ya casi rutinarios que no han podido ser contenidos, hasta hacer necesaria una declaración pública para la defensa de la seguridad de las personas que allí laboran y estudian y para la defensa de su patrimonio.

Hay un apreciable aumento de violencia y una progresiva amplitude de los objetivos de quienes atacan la Universidad, a los daños en el Arco, se han agregado ataques a la Casa del Arte, en julio recién pasado, cuando algunos jóvenes golpearon con pies y puños el ingreso al recinto, generando destrozos en sus ventanales, ante la indignada perplejidad de las autoridades de ese recinto que contiene una de las colecciones de pintura chilena más importantes del país, que describieron esta acción como sin precedentes, como ha sido ahora con el emblemático edificio de la Facultad de Química, un testimonio de la capacidad de la Universidad para levantarse de una pérdida enorme a consecuencias del terremoto de febrero de 2010.

Además de las pérdidas materiales considerables, hay otros significados que deben ser adecuadamente atendidos; miembros de nuestra sociedad para quienes la existencia de la más antigua casa de altos estudios de nuestra región y el sur de Chile no parece tener valor alguno, para personas que no pueden comprender los costos simbólicos de sus hechos. Los edificios de la Universidad son parte del patrimonio de la ciudad y la Región, y con ellos se les identifica, definen en parte la imagen de la cultura y la oportunidad de crear un futuro mejor. Son entonces mayores los daños para la imagen de la institución y también para la ciudad, al ser un lugar de inspirador encuentro para la comunidad y emblema histórico penquista.

La frase de Ciceron, quosque tandem- hasta cuando, -tiene su entera aplicación ante estos hechos, sobre todo para la ciudadanía, que vería con satisfacción que este lugar de todos esté bien guardado, que no es posible que cualquiera, por cualquier motivo, destruya impunemente un símbolo que pertenece a todos.