Los desafíos imperiosos de la nueva Región del Bío Bío

30 de Diciembre 2018 | Publicado por: Editorial Diario Concepción
Fotografía: Carolina Echagüe M.

No se trata de mostrar una lista de agravios, sino de buscar compromisos para llevar adelante las iniciativas que la Región necesita para impulsar su crecimiento e incorporarse en plenitud al desarrollo del país.

Nuestra región ha terminado el año 2018 con una significativa disminución de su  territorio, por razones atendibles, aunque más que adecuadas para la reflexión y la búsqueda de explicaciones, para comprender por qué un numeroso colectivo de la ciudadanía impulsó crear una nueva región. Un cambio que es, por lejos, el de mayor impacto geopolítico y económico de esta parte del país y que plantea un desafío de gran magnitud para la nueva Región de Ñuble,  tanto como para la nueva Región del Bío Bío.

En la búsqueda de las razones para esta determinación emergen los mismos defectos del  centralismo nacional; la dificultad para actuar ecuánimemente, la falta de una política de consenso articulado e integrador de las partes, la endémica tendencia a encapsularse en cada entorno inmediato, cada quien con su segmento de poder. La lección de este capítulo de nuestra historia debería ser suficiente para cambiar la manera como hemos visualizado el progreso, ya que tener asociaciones poderosas y funcionales entre estas regiones representa una indispensable ventaja competitiva.

Las ventajas de actuar en conjunto son evidentes; disponer de capacidad instalada para apoyar la producción agroindustrial y  proveer de un sistema logístico competitivo, confiable y de calidad para la distribución de los bienes a los mercados nacionales y externos. Esta macroregión  debe tener objetivos comunes y consensuados, de mutuo beneficio, se ha aludido la conectividad de carretera y puertos con el sector productivo agropecuario y maderero, más la industria en expansión del turismo, como parte de una lista obviamente incompleta.

En el escenario más amplio, nuestra región tiene mucho que hacer, en primer lugar, mostrar a la ciudadanía una carta, hasta ahora faltante, de navegación, para poner en el plan de desarrollo las adecuadas prioridades y la relación de las tareas. Emprender la ruta del fortalecimiento de  nuestra identidad, palidecida ante la realidad de la capital, sin suficiente capacidad de autogestión, vacilante a la hora de hacer valer su derecho a compartir con justicia la riqueza nacional, corta en el empeño de impulsar la descentralización, siempre a la espera de la bendición graciosa de las autoridades centrales de turno para proyectos indispensables e infinitamente postergados.

No se trata de mostrar una lista de agravios, sino de buscar compromisos para llevar adelante las iniciativas que la Región necesita para impulsar su crecimiento e incorporarse en plenitud al desarrollo del país, ha sido con esfuerzo que se ha logrado el Teatro Regional, de igual manera será arduo conseguir la terminación del Puente Chacabuco, la construcción del Puente Industrial, el reemplazo de nuestro más que centenario Puente de Ferrocarriles. Falta el Metro, por mucho que sea negado por las autoridades de visión corta, que no logran visualizar los próximos decenios, que empiezan justamente ahora mismo.

La ciudad ha tenido una conducción llena de iniciativas valiosas, altamente valoradas, enfrenta los dolores del crecimiento, los desafíos de una densificación a escala humana, la inaceptable situación del Sename,  un Mercado en ruinas. Como una idea fuerza de incalculables proyecciones se encuentra el Pacyt, un proyecto que puede cambiar el perfil productivo regional, merecedor de consistente apoyo.

Tenemos que comprometernos todos en hacer una mejor Región a partir del año que se inicia.