Reúso de plantas industriales: la posibilidad del Biobío para convertirse en polo del H2V

02 de Octubre 2025 | Publicado por: Bruno Rozas Hinayado
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Especialistas analizan si la región está en condiciones de volver a ocupar espacios de conexión portuaria y de alto valor estratégico.

El cierre de dos de los símbolos industriales más relevantes de la Región del Biobío abrió un debate que hoy se cruza con la urgencia de la transición energética. La paralización definitiva de la Compañía Siderúrgica Huachipato, oficializada el 16 de septiembre de 2024 tras 70 años de operaciones, y el apagado progresivo de la central termoeléctrica Bocamina en Coronel, con la desconexión de su Unidad 1 en diciembre de 2020 y de la Unidad 2 en septiembre de 2022, dejaron un vacío productivo.

Pero también, según autoridades y expertos, podrían transformarse en el inicio de una nueva etapa: la instalación de una industria del Hidrógeno Verde (H2V) que recupere la tradición manufacturera del Biobío, esta vez en un enfoque sostenible.

Se trata de más de 500 hectáreas con infraestructura portuaria, conexiones eléctricas de alto nivel y capital humano calificado que hoy está en búsqueda de un nuevo horizonte. La gran pregunta es si la región está en condiciones de aprovechar esa herencia para insertarse en uno de los mercados energéticos más prometedores del futuro.


Un potencial estratégico

El seremi de Economía del Biobío, Javier Sepúlveda, subraya que los terrenos pertenecen a empresas privadas, lo que limita la intervención directa del Estado, pero reconoce que el valor estratégico es evidente.


“Vemos con gran interés las oportunidades que representa reconvertir la infraestructura industrial existente hacia sectores emergentes como el hidrógeno verde. La infraestructura portuaria, las conexiones logísticas, el acceso a servicios básicos y la tradición industrial de Coronel y Talcahuano son activos valiosos para facilitar esta transición”, dijo.

“Nuestro rol como Estado es crear condiciones habilitantes para que el sector privado pueda desarrollar estos proyectos, generando empleo de calidad y reactivando económicamente zonas que tanto lo necesitan”, afirmó.


Sepúlveda destacó, además, que el proceso no puede prescindir de la participación ciudadana, ya que “estamos comprometidos con acompañar estos procesos en diálogo con comunidades, trabajadores y empresarios. La transición industrial debe ser justa y sustentable”.

Reconversión sin perder capacidades


Uno de los especialistas que ha impulsado la idea es Arturo De la Sotta, CEO de P2X Consulting y consultor en energías renovables. A su juicio, el cierre de Huachipato y Bocamina fue un golpe social y económico profundo, pero también puede abrir oportunidades.

“Lo importante en cualquier transición es no destruir capacidades, sino reconvertirlas. El Hidrógeno Verde, como vector energético llamado a transformar sectores intensivos en energía y difíciles de electrificar, se presenta como una opción natural para darle una segunda vida a esa infraestructura y al conocimiento acumulado en la región”, planteó.


De la Sotta enumera las ventajas de Huachipato: su infraestructura portuaria, la cercanía con energías renovables competitivas en el Biobío, la experiencia previa en procesos con hidrógeno, aunque de origen fósil, y un capital humano con décadas de experiencia en la industria siderúrgica. “A futuro, el acero verde será un mercado premium y Chile podría producirlo aquí mismo”, sostuvo.

En cuanto a Bocamina, el consultor considera que su infraestructura eléctrica, el acceso a terrenos industriales y la disponibilidad de agua de mar desalinizada para procesos de electrólisis la convierten en un sitio “complementario” ideal. Y añade un valor simbólico: “Convertir un emblema de las termoeléctricas a carbón en una planta de hidrógeno verde enviaría un mensaje social y político potente: la transición no es solo cierre, sino reconversión y nueva prosperidad”.


Siderúrgica Huachipato.

Costos y mercados ancla


El consultor también puso paños fríos: producir hidrógeno verde aún es caro, entre 3 y 5 dólares por kilo en Chile, aunque los costos de los electrolizadores han bajado un 60% en diez años. Con precios de electricidad renovable competitivos, Biobío podría estar entre los polos más eficientes hacia 2030.

Eso sí, no basta con producir. Se necesitan “mercados ancla” que aseguren la demanda inicial. Según De la Sotta, tres industrias aparecen como candidatas naturales en la región: la siderúrgica, que podría virar hacia el acero verde; la forestal y papelera, con procesos térmicos que requieren combustibles limpios; y el transporte pesado.


“Propongo una estrategia en tres capas: reconversión de infraestructura (Huachipato y Bocamina como hubs), desarrollo de consumidores locales y exportación de derivados como amoníaco o metanol vía puertos de Talcahuano y Coronel. No se trata de magia ni de soluciones inmediatas: la reconversión requiere inversión, alianzas público-privadas y planificación a largo plazo. Pero el Biobío, con su tradición industrial, puede ser el mejor ejemplo de reconversión inteligente en América Latina”, enfatizó.

El rol de los municipios


El debate también involucra a los municipios locales, que cargan con las huellas de décadas de contaminación industrial. El alcalde de Coronel, Boris Chamorro, aseguró que la comuna está abierta a recibir inversiones, siempre que no repitan la historia de “zona de sacrificio”.

“Queremos transformar esa herencia en una zona de restauración ambiental. Estamos disponibles para proyectos de energía limpia, pero no aceptaremos iniciativas que generen nuevos impactos en la bahía o el territorio comunal. Hemos planteado estas preocupaciones en la Mesa de Transición Socio-ecológica Justa, especialmente respecto al futuro de las dependencias de Bocamina I y II. La comunidad tiene derecho a saber qué ocurrirá con esas instalaciones”, señaló.


En Talcahuano, el alcalde, Eduardo Saavedra, coincide en que la reconversión industrial es una oportunidad que no se debe desaprovechar. “Un proyecto de hidrógeno verde en los terrenos de Huachipato es una alternativa que tiene todo el sentido, tanto porque el plan regulador lo permite como porque existe un Plan de Fortalecimiento Industrial que prioriza este tipo de energías. Desde la perspectiva urbana, económica y de empleo, pensar en Talcahuano como sede de esta nueva industria es natural”, indicó.

El director del Centro de Energía de la UCSC, Ricardo Lizana, señaló que ambas infraestructuras podrían servir como laboratorios a escala real. “Son espacios adecuados para desarrollar pilotos de hidrógeno verde enfocados en almacenamiento energético y en probar condiciones habilitantes del sector logístico. Esto permitiría avanzar en innovación y generar conocimiento desde la región”, apuntó.