Margarita Paredes: los saltos, viajes y la Medicina

13 de Mayo 2019 | Publicado por: Paulo Inostroza
Fotografía: Raphael Sierra P.

Alumna de cuarto año en la Universidad Católica cuenta su experiencia para destacar a nivel clubes, defendiendo a Cubla, y en la competencia universitaria. Sus sueños, su día sin pausas y lo hermoso del deporte colectivo, que se ha transformado en una forma de vida, incluso, para decidir su carrera.

Margarita Paredes tiene las cosas claras. Medicina es una carrera muy exigente y el deporte bien jugado también, pero ambas juntas son una combinación que la deja agotadoramente feliz. Su combinación favorita. Viajes para acá y para allá, por su club en Los Ángeles, los nacionales, las prácticas en el área de la salud… Solo leerlo agota, pero ella sabe cómo llevarlo.

“Juego desde los 12 años. Desde el 2009, por un taller en el colegio (Liceo Alemán). Fui porque una amiga me dijo ‘vamos’ y, bueno, aquí estoy. Mi profesor era Raúl Neira y siempre lo fue hasta llegar a la universidad, donde ahora estoy con Patricio Polic. Antes no practiqué ningún otro deporte. Todo partió en ese taller que fui de niña, casi sin saber a qué iba”, cuenta ahora a sus 21 años.

¿Y qué tiene el hándbol que terminó atrapándola? Margarita cuenta que “lo que más me gustó es lo colectivo, que no seas tú contra el mundo. El ‘profe’ siempre me recalcó que acá íbamos todos por lo mismo, con la meta clara y si falla una fallamos todas. Entré súper chica a jugar y siempre contra las más grandes, me decían que yo era la guagua del grupo. Por eso como que no me exigían tanto. Yo estaba en Sexto y jugaba con las de Tercero Medio, así que no me daba cuenta si era tan buena, pero tenía un roce con gente grande que es importante”.

Organizar sus tiempos es un tema. La deportista angelina detalla que “en el hándbol es como en todos los deportes, hay que ser entregado y que tu entrenamiento no sea solo la hora y media que le dedicas al día, sino que tu mundo gire de alguna forma en torno a eso. Te hablo de la alimentación, las horas de sueño. Si voy a jugar mañana, hoy duermo bien. Entreno dos horas los lunes, cuatro los miércoles, dos los viernes y el sábado una, pero es un poco más que eso. Es una forma de vida”.

“Baja un cambio”

Cursa el Cuarto de su carrera, en la Ucsc, y precisa que “Medicina es demandante y cuesta llevar las dos cosas. Cuesta, pero no es imposible. Cuando entré a la carrera, igual pensé ‘ya, hasta aquí llega el hándbol’. Al final es cosa de organizarte bien y aprender a manejar tus tiempos. Hay un día, por ejemplo, que llego a las 7 a la universidad, sigo toda la mañana en el hospital, tengo una hora para almorzar, después clases hasta las 6 y luego entreno de 7 a 9 y llego muy tarde al departamento. Suena complicado, pero te acostumbras”.

Y eso de organizarse bien no es de ahora, es de siempre. “Nunca pensé estudiar Medicina. Me iba bien en el colegio, pero la carrera fue una decisión bien de último minuto. Estudiar, viajar los domingos en la mañana y no bajar las notas es un hábito que me hice desde el colegio. Tiempo muerto siempre era de estudio. Con el ‘preu’ fue un tema, porque en realidad prefería entrenar. Es que encontraba una lata encerrarme dos horas más a estudiar, pero al final salió todo bien. Yo quería estudiar Ingeniería, pero de pronto pensé que si lo hacía mi vida sería entre cuatro paredes y quería más contacto con otras personas. No quería una carrera tan individualista, quería más estar con la gente y el área de la salud tiene ese trabajo en equipo que me encanta, igual que en el deporte. En la salud también hay que remar todos para el mismo lado o no funciona”.

También representa a Cubla, que se creó el 2013, en Los Ángeles, su tierra natal. Viaja constantemente una hora y media para representar a su club “Pero ahí no estudio, me voy durmiendo”, asegura entre risas. ¿Y qué dicen sus padres? Margarita señala que “en mi casa saben que soy responsable, que sé llevar el estudio y el deporte. Siempre estuve en muchas cosas, como coro, scout, taller de inglés… Y siempre me decían ‘oye, para un poco, baja un cambio’, pero entendieron que me gusta y que puedo. No es fácil porque viajo mucho. El año pasado me tocó ir a Santiago por el Nacional, una semana sin clases, y después, por el club, jugué el clasificatorio al Nacional en Puerto Montt. Después fui a Viña y luego al Nacional federado. Fue un mes que en la universidad ni me veían. Mis papás me dijeron ‘¿estás segura que puedes hacerlo’ Y les dije ‘sí, puedo’. Terminé raja, pero pude”.

Sobre sus sueños, apunta que “nunca ha sido prioridad llegar a selecciones o instancias mayores, aunque me gusta ser competitiva. Bueno, también me gusta la Medicina, me voy a dedicar a eso y no a algo más. Ahora sueño que mi club esté entre los tres mejores de Chile. Que en un Nacional federado adulto lleguemos a eso porque en Infantiles y Cadetes las niñas del club han sido campeonas. En serie adulta, somos un equipo muy joven. Yo soy la más grande y tengo 21 años. En Santiago ves gente con 28 años que juegan desde los 10. Es otra cultura, juegan todos los días. En Los Ángeles es distinto, no entrenamos juntas constantemente y es más difícil, pero somos fuertes y ya hemos sido cuartas y quintas a nivel nacional. Y eso que la coordinación de fechas nos jugó en contra porque el 2018 se juntó con el universitario y tuvimos que volver a recuperar cosas por estudio. Se nos complicó, algunas no pudieron ir y no todos los profesores son tan flexibles”.

También opinó del hándbol regional y sostuvo que “en esta región es un deporte súper potente, sobre todo en categorías más formativas, como Sub 18, 16 y 14. Se fomenta harto, con procesos de selección regional desde chiquititos y un centro de entrenamiento regional que evalúa a los niños y al final les dice ‘necesito que hagas esto y esto para que mejores’. Es muy serio y, además, existen muchos clubes acá y en Ñuble, hay mucha gente que juega”.