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Antonia Valderrama marca presencia en ajedrez de Adicpa

Por: Paulo Inostroza 11 de Septiembre 2017
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Antonia Valderrama hace jaque a los hombres que la miran en menos detrás del tablero. La alumna de Sagrado Corazón derriba mitos y prejuicios.

“El ajedrez, para mí, es como la vida. Si te equivocas en algo muy pequeño, puede ser un gran error más adelante y quizás ahí perdiste la partida”. Antonia se sienta tras el tablero y se siente cómoda. También un poco más invencible. No le gustan los prejuicios porque sabe cómo se siente que te digan nerd solo por jugar ajedrez. También la miraron en menos por ser mujer en un deporte donde los hombres siempre pusieron las reglas. Tiene solo 13 años, pero mueve las piezas como grande. Sonríe siempre y sabe que ganar solo depende de ella.

“Empecé a jugar en Primero Básico y, por motivos personales, dejé el ajedrez en Quinto. Volví cuando estaba en Séptimo y ahí creo que me reencantó. Partí en esto porque cuando chica tenía algunas compañeras que jugaban ajedrez, le hablé a mi mamá del taller y le gustó la idea. En mi primer torneo saqué cuarto lugar y fue súper emocionante. No solo el premio, sino que conversar con niños de mi edad y conocer tanta gente. Eso me gustó. Ahora mismo, voy siempre a los torneos con la Belén, que es amiga mía” comentó la alumna de 13 años.

Está en el Sagrado Corazón desde prekinder, se nota que esta es su casa. Y recuerda perfectamente sus inicios señalando que “aprendí rápido. Cuando entré al taller estábamos en mayo, me enfermé más de un mes y al volver alcancé rápido a mis compañeros. Esas cosas y mis primeros torneos me hicieron pensar que igual era buena. Con el ajedrez me ha tocado viajar a Santiago, Viña del Mar y torneos en San Carlos y otras partes más cerca. En la Sub 10 fui campeona nacional por puntaje ELO y estuve dos años así. Ahora había perdido un poco la práctica, pero clasifiqué al Regional y de nuevo está saliendo todo bien”.

Orgullo y prejuicio

“En la semana le dedico una hora diaria al ajedrez. En el colegio, los talleres son el viernes, pero hay que hacerse un espacio en la casa. Mi mamá sabía jugar y con ella comencé, pero después de un tiempo la pasé. Igual entreno con ella. Mi sueño es salir campeona Nacional, pero por torneo”, expresa ilusionada.

Pero su vida es mucho más que caballos y torres. Es una jovencita de promedio 6,3, de hartas amigas, buena para compartir. “El ajedrez sirve mucho. Yo, por ejemplo, soy súper conversadora en clases. Este deporte me ha servido para respetar esas cosas, mantener silencio cuando es necesario… Así es en las partidas. También sirve para, en cualquier cosa cotidiana, buscar siempre una solución sencilla. En cosas bien pequeñas o elecciones de la vida”.

Y cuando tiene que hablar de otros temas no se esconde detrás de la mesa. Antonia advierte que “hay un mito de que todos los ajedrecistas son intelectuales, muy pensadores y recatados. Cuando era más chica, una niña me decía que era nerd por jugar ajedrez. Es un prejuicio súper falso. Incluso, en los torneos nos retan harto porque somos todos buenos para conversar y bromear. Lo pasamos bien… Como todo el mundo”.

Pero ese no es el mayor prejuicio. ¿Una mujer intentando vencer a un hombre en ajedrez? Ella lo tiene claro. “El ajedrez siempre se ha considerado un deporte de caballeros. Así le dicen. En algunos torneos he sentido que los hombres te miran por encima cuando se sientan en un tablero frente a una mujer. Uno escucha y muchos dicen: ah, es mujer… Este es punto fácil. En Adicpa he demostrado que no es así. He participado en torneos donde competimos treinta, soy la única mujer y terminé en tercer lugar. Siento que varios han cambiado su forma de ver las cosas y ya no piensan que las mujeres somos menos. Esto es un deporte de ingenio y, siendo así, frente al tablero hombres y mujeres somos exactamente iguales”.

Por último, habló de alguien que ha sido muy importante en su recorrido: el profesor Patricio Muñoz. “Por él empecé a ir a los torneos, pero también recuerdo siempre cuando dijo que vio algo en mí y por eso se la jugó. Me exige, pero siempre de buena manera. Y si no gano, me felicita si ve que igual di lo mejor de mi parte. En el colegio han prestado el espacio para hacer hartos torneos, te pagan algunas inscripciones, te entienden con el tema de la asistencia cuando tienes que viajar o con las pruebas… Siento que Sagrado Corazón apoya harto el ajedrez”.

Isidoro Valenzuela M.

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