Un doloroso desperdicio de talento: Cuando ellas quieren

07 de Julio 2018 | Publicado por: Esteban Andaur
Fotografía: Película

Un excelente elenco es el mayor gancho de esta comedia romántica, pero ni siquiera eso puede ayudar a un filme trillado, anticuado y poco entretenido.

Cuando ellas quieren (2018) está protagonizada por Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen y Mary Steenburgen, elenco que es lo mejor del filme que en inglés se llama Book Club. Trata de un grupo de cuatro amigas que han tomado rumbos distintos en la vida, pero se han mantenido unidas a través del club de lectura que las convoca una vez al mes, donde cada una se turna en las elecciones de libros. Sin embargo, para una película con un título y un tema así, las conversaciones sobre la calidad literaria de los libros y la aplicación o inspiración que éstos puedan tener en la cotidianeidad de las mujeres está, totalmente, ausente del relato.

Hay mayor interés por abordar la liberación sexual de señoras de la tercera edad, cuando reavivan la chispa del amor otoñal luego de leer Cincuenta sombras de Grey (2011) de E. L. James, a quien los guionistas Erin Simms y Bill Holderman (quien, además, dirige) elevan al punto de estandarte de la mujer libre y fuerte del siglo XXI. Patrañas. El título en inglés debió haber sido la traducción directa de Cuando ellas quieren, el cual nunca adquiere un tono dignificante ni fortalecedor.

La secuencia de créditos iniciales, por su parte, se parece a una presentación de Power Point superdinámica. La narración en off es provista por el personaje de Diane Keaton, quien se llama, pues, Diane (qué original, ¡si hasta se viste como la actriz!). Ella nos describe cómo sus amigas se conocieron, sus relaciones con hombres, y lo último que introduce es su club de lectura; entonces advertí el énfasis que el guion le da a la literatura. Es como un MacGuffin frívolo y, por ende, poco glamuroso.

Vemos en la pantalla fotos antiguas de las amigas, en blanco y negro, las cuales se mueven de un extremo del cuadro a otro y se yuxtaponen según las palabras de Diane (ya no sé si estoy hablando del personaje o la intérprete); pero dado que las actrices nunca se habían conocido hasta el rodaje de Cuando ellas quieren, las imágenes no podían ser reales. Sin embargo, ¿es admisible que se note el trabajo en Adobe Photoshop? Sus rostros están sobrepuestos en cuerpos ajenos y mal recortados. Quizá las falsas fotografías se mueven para que ese detalle pase desapercibido, mas un ojo perito en softwares de retoque o creación de imágenes no lo podrá soslayar.

Ya me quería ir del cine, cuando viene la primera escena en que las amigas tienen una sesión del club. El personaje de Fonda, Vivian, una hotelera que no cree en el amor y disfruta del sexo sin compromiso, les entrega a cada integrante un ejemplar de Cincuenta sombras de Grey. Ellas reaccionan con shock, anunciándonos lo que ya sabemos: que están viejas, que ya no les interesa el sexo, y que les intimida el enfoque de la novela. El diálogo expositivo no sería tan irritante, si no estuviera acompañado de una música incidental jocosa, recordándonos que tenemos que reírnos y sonreír ante cada frase y gesto de incomodidad y capricho de estas féminas. Hay pocas cosas más frustrantes que una película que te indica cómo debe ser percibida.

Los únicos personajes que son interesantes son la dulce y perseverante Carol (Steenburgen), un ama de casa que se anima a revitalizar el erotismo de su matrimonio, ya que no está segura de si su marido es impotente; y Sharon (Bergen), una jueza solterona que, tras leer Cincuenta sombras, decide ingresar a un sitio de citas de internet, para dejar de pensar en su marido del que se divorció hace casi dos décadas y está a punto de casarse con una mujer mucho menor que él. Sus obstáculos son verosímiles y, aunque las circunstancias que las rodean conduzcan a desenlaces más o menos predecibles, no se sienten artificiales y ambas le brindan una muy necesitada sensatez a su club.

El filme tiene sus momentos, se lo concedo. Algunos de los diálogos son muy ingeniosos y cómicos, y sobresalen, en especial, escenas de comedia física, las cuales no podían salir mal con el inmenso talento actoral presente aquí. Diane se fija en un piloto de aviones (Andy García), y su química es radiante; pero estos veteranos de la actuación necesitaban situaciones más creativas y desafiantes, puesto que el carisma de ambos no basta para compensar un romance reciclado de otras películas, elaborado con escenas cliché y diálogos obvios.

Craig T. Nelson, Don Johnson y Richard Dreyfuss son los intereses románticos de Steenburgen, Fonda y Bergen, respectivamente, y, a pesar de que sus relaciones sean creíbles y se vean bien en la pantalla, adolecen de los mismos problemas que la relación principal entre Keaton y García.

Alicia Silverstone y Katie Aselton interpretan a las hijas de Diane, y sólo tienen escenas en que aparecen juntas, hablando casi al unísono o una reiterando lo que dijo la otra, casi como una versión adulta de las gemelas de El resplandor (1980), y su objetivo es ser como las madres de su propia madre, controlando cada cosa que hace, a quién conoce, dónde y cómo debe vivir e incluso lo que debe comer. Al final, cambian de parecer; no obstante, estas hermanas, plásticas y perturbadoras, carecen de un arco dramático, y su <<evolución>> es abrupta, falsa.

Asimismo, Cuando ellas quieren posee un estilo visual cuestionable. El director de fotografía Andrew Dunn no es inventivo en su uso de la cámara y se limita a grabar conversaciones siguiendo un patrón rutinario y sin alma: plano, contraplano, two-shot; plano, contraplano, two-shot. En una escena de una cita en la terraza de un restaurante junto a la playa, y en varias en la azotea de un hotel, los personajes están iluminados con luz artificial; el recorte de sus figuras contra el fondo es drástico para entornos naturales, y es evidente el uso de fondo verde.

Creí estar viendo un telefilme de hace quince años, ¿y sabes qué?, así es cómo se siente. La historia es timorata para tener a actrices que personifican la liberación femenina en el cine, los personajes no intentan jugar con los pasajes del libro que las conmociona llevándolos a sus vidas sexuales, y, lo reitero, jamás discuten sobre literatura. Ahora bien, las actrices deben sentirse orgullosas, porque les están haciendo un favor a sus pares con este trabajo, representando a la mujer de edad que aún puede gozar de los placeres venéreos sin avergonzarse y, en su lugar, encontrando una renovada dignidad. Pero Cuando ellas quieren necesita, con desesperación, inverecundia; es una contrariedad, es trillada, arrítmica, no luce cinematográfica. Es una desilusión que tanto talento sea desperdiciado sólo por buenas intenciones.

Si quieres ver una cinta protagonizada y narrada por Diane Keaton, y también sobre un club de mujeres, vuelve a ver El Club de las Divorciadas (1996). Ésa se ve profesional.