Cerro Caracol: la historia y los desafíos ecológicos del pulmón verde de Concepción
12 de Octubre 2025 | Publicado por: Hugo Ramos Lagos
Testigo del desarrollo penquista, el cerro ha sido un eje de identidad y resiliencia urbana. Expertos advierten sobre especies exóticas y valoran iniciativas de conservación.
Referente visual de Concepción, el Cerro Caracol ha sido testigo silencioso de la transformación urbana, del tránsito de generaciones y de la convivencia entre la ciudad y su entorno natural. No es solo un cerro visible en el skyline penquista, sino una memoria viva: fue defensa militar, cantera de recursos, paseo ciudadano y hoy se reafirma como símbolo identitario.
Ese legado histórico se enlaza con su presente como pulmón verde en la intercomuna, un espacio donde convergen recreación, vida comunitaria y resguardo ambiental. En sus senderos se cruzan caminantes, deportistas y vecinos, mientras su vegetación aún guarda especies nativas que requieren protección frente al avance de lo exótico.
Historia e influencia en la identidad penquista
Desde sus orígenes en el Valle de la Mocha, el Cerro Caracol ha estado ligado al desarrollo de Concepción como un telón natural que resguardaba la ciudad naciente. El Doctor en Historia y académico de la Universidad de Concepción, Armando Cartes, recordó que en esos primeros tiempos el cerro no era visto como un paseo, sino como un recurso vital, pues se entendía “como una protección contra los vientos y fuente de materias primas”.
Cartes explicó que durante el periodo colonial y en el siglo XIX, el cerro cumplió funciones prácticas y estratégicas, ya que en sus laderas se levantó el recinto de pólvora, hubo baterías en la zona de La Puntilla y se habilitó un camino que conectaba la ciudad con Hualqui y Rere. En paralelo, se abrieron concesiones mineras para extraer piedra y greda.
El agua del cerro también jugó un papel simbólico. Desde la actual cascada se canalizó un suministro hacia la plaza en 1856, lo que permitió inaugurar la primera fuente pública de la ciudad. Aquel hito transformó el cerro en un espacio con valor decorativo y marcó un giro en su percepción. “Cuando se instaló la fuente en la plaza, se empezó a pensar en un uso más decorativo”, subrayó Cartes.
Hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, el entorno del cerro se consolidó como un polo urbano. Frente al parque se levantaron el Liceo de Hombres y la iglesia sacramentina, mientras que las alamedas y jardines daban forma a los primeros paseos.
Ya en las décadas siguientes —consignó Cartes— la municipalidad impulsó obras de hermoseamiento bajo el mandato del alcalde José del Carmen Soto; en ello se trazaron senderos, se construyeron miradores y se levantó el castillo que aún identifica al parque. A esto se sumaron aportes de comunidades extranjeras, como la Torre Bismarck de la colectividad alemana y el monumento francés de posguerra.
Más adelante, el cerro vivió etapas de crisis, pero también de crecimiento y reinvención, ya que se configuraron espacios deportivos, como el Club de Tenis y el Frontón Vasco. Finalmente, con su transformación en parque metropolitano, el cerro retomó protagonismo. “Hoy día es el gran pulmón verde de la ciudad, que se ha hecho pequeño, y por lo tanto es necesario seguirlo desarrollando”, concluyó.
Nuevo proceso
En la actualidad, tal como lo dio a conocer Diario Concepción, existe un proceso de licitación para renovar contrato para la conservación y vigilancia del Parque Cerro Caracol. Hay $4.167 millones contemplados para tres años por parte del Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu) del Biobío.
Por ejemplo, en las bases se consideran mejoras en infraestructura: Se proyecta la instalación de 12 garitas de control y vigilancia, una sala de primeros auxilios equipada, nuevas oficinas de administración y espacios para trabajadores, además de la implementación de sistemas de comunicación, cámaras de seguridad y vehículos para patrullaje.
La propuesta exige además protocolos ante emergencias, incendios forestales y eventos masivos, lo que marca un estándar más alto en la operación del parque, como publicó este medio en su edición del pasado 8 de octubre.
En materia ambiental, se exigen labores permanentes de limpieza, manejo forestal, riego y control de plagas, con la obligación de compostar desechos orgánicos y derivar residuos reciclables a puntos autorizados por la Seremi de Salud.
Rol en la resiliencia urbana
Desde una mirada medioambiental, el Cerro Caracol aparece como un eslabón dentro de un sistema mayor que articula ciudad y naturaleza. Así lo planteó el académico y director del Centro EULA-UdeC, Ricardo Barra, quien subrayó que este no puede entenderse de manera aislada, sino como parte de un corredor biológico que conecta con el Parque Nacional Nonguén.
Para Barra, la visibilidad que otorga a las especies arbóreas nativas aporta a la biodiversidad y la regulación hídrica. En este sentido, planteó la necesidad de fortalecer los vínculos entre infraestructura verde y gris, sugiriendo la creación de “un camino verde que vincule el Cerro Caracol con la ribera norte del Biobío”, lo que consolidaría un paisaje urbano más resiliente.
Ahora bien, para Barra, uno de los principales desafíos es controlar el predominio de especies exóticas de arbolado, como pinos y aromos. “Lo que hay que hacer ahí es un manejo; ir retirando paulatinamente el bosque exótico y reemplazarlo por vegetación nativa”, sostuvo, enfatizando que esta transición reduce el riesgo de incendios forestales.
Adicionalmente, valoró la reciente plantación de más de mil árboles nativos en el cerro, pero subrayó que el desafío no termina con la siembra. “Yo invitaría a toda la comunidad del Gran Concepción a participar en esta acción de revegetar el Cerro Caracol con especies autóctonas (…). Muy pocas ciudades en Chile pueden mostrar esa riqueza natural”, cerró.
En paralelo, el académico de la Facultad de Ciencias Ambientales UdeC, Francisco de la Carrera, coincidió en la importancia de la inversión. A su juicio, el Cerro Caracol no solo contribuye a la calidad del aire y a la regulación climática, sino que también proyecta la identidad natural y social de Concepción.
Sobre la gestión forestal, apuntó a la urgencia de controlar el predominio de especies exóticas, y recordó que el alto riesgo de incendios se relaciona con la acumulación de material seco en suelos dominados por pinos. Por ello, planteó la necesidad de un manejo constante que propicie la humedad y favorezca la supervivencia de especies nativas, más allá de las reforestaciones puntuales.