Ricardo Barra, director Centro Eula: “Si hay plástico en el ambiente indica que probablemente hay otras sustancias muy peligrosas”

13 de Noviembre 2025 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Carolina Echagüe M.

La contaminación plástica es una de las mayores problemáticas ambientales del siglo XXI, sea macro o microplástico, y apenas se conocen sus impactos.

Mientras en el mundo no se logra llegar a consensos que encaminan a soluciones definitivas, la ciencia no deja de demostrar que una de las mayores problemáticas ambientales globales crece para impactar en modos aún desconocidos a los ecosistemas, formas de vida y dinámicas. Biobío no es excepción.

Donde buscan los científicos encuentran plástico contaminando, persistiendo, dañando: desde lo terrestre al océano, de diferentes orígenes y tamaños, sea basura en medio de los paisajes o una partícula que se mimetiza entre suelos, sedimentos u organismos y se transforma en una gran amenaza que no se condice con su minúsculo porte. Y cada vez se suman preocupantes evidencias que patentan el gran desafío que requiere grandes esfuerzos de la sociedad en conjunto para combatir de forma contundente para resguardar el bienestar en la naturaleza y humanidad.

Es la convicción del doctor Ricardo Barra, director del Centro de Ciencias Ambientales Eula-Chile y académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigador del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (Secos), quien recientemente publicó un pionero estudio sobre la presencia de microplásticos en los sedimentos de estuarios locales que ha dejado manifiesta la consolidación del problema socioambiental, y también asesoró a Chile en las negociaciones durante agosto para establecer un acuerdo global para abordar la contaminación plástica que aún no se logra concretar.


El gran problema

Según las cifras más actuales de distintas investigaciones se estima que se producen cerca de 400 millones de toneladas de plástico al año, de las que se desechan alrededor de 268 millones. Y más del 50% de la producción es para artículos de un uso como bolsas, vasos o cubiertos.


Por las evidencias se sabe que una parte de los desechos terminan en rellenos sanitarios o vertederos, alto porcentaje también queda contaminando ambientes terrestres y una mayor cantidad en el océano, donde flota, se desplaza, se sumerge e interfiere de múltiples formas con las especies hasta ponerlas en riesgo letal.

En efecto “la gran mayoría de los plásticos que observamos en las muestras del ambiente son de un solo uso o derivados de aquellos que tienen muy corta vida, como los films”, precisa el doctor Barra.


Las cualidades del plástico se transforman también en su gran peligro. La versatilidad y resistencia han llevado a la elaboración de múltiples artículos con diversas funciones y generado una cultura de consumo y dependencia a un material que puede tener una corta vida útil y muy larga vida como desecho que no se biodegrada y puede persistir por décadas en el ambiente.

Como desecho, por distintos mecanismos, los objetos plásticos se pueden ir fragmentando en trozos más pequeños hasta pasar del macro al microplástico, que mide menos de 5 milímetros de diámetro y del que también se están fabricando partículas de este tamaño que se incorporan a productos diversos con variedad de aplicaciones.


Así se empieza a complejizar cada vez más el terrible problema y agravar los peligros en que la evidente contaminación es tan solo la punta del iceberg, releva el académico UdeC.

Un macroplástico como una bolsa puede provocar accidentes y mortandad en animales, un microplástico se puede integrar a distintas matrices ambientales o estar en el océano donde pueden ser ingeridos por accidente o confundidos con alimentos por organismos como peces o crustáceos pequeños, y de distintos tamaños pueden contener o transportar otras sustancias.


“La composición de los plásticos es tremendamente compleja. Se han descrito más de 16 mil sustancias químicas utilizadas como aditivos u otros productos que se agregan al plástico para que cumplan su función, y muchas son altamente toxicas, persistentes y acumulables. Si hay plástico en el ambiente también indica que probablemente hay otras sustancias muy peligrosas llegando a nuestros sistemas”, advierte el doctor Barra.

Sabiendo las implicancias ecológicas y sociosanitarias de la contaminación ambiental, los efectos específicos del microplástico son un campo de estudio emergente como este contaminante en que hay mucho que investigar y conocer, aunque la certeza es que sus impactos serán dañinos a distintos niveles en los organismos, ecosistemas, productividad e incluso bienestar humano.


“El desafío principal es evitar que el plástico llegue al medioambiente”

Como el origen del problema del plástico está la solución en nuestra acción como humanidad. “Es un problema complejo de la sociedad moderna. El desafío principal es evitar que el plástico llegue al medioambiente, para lo que se requiere tanto reducir su uso, como reutilizar y reciclar. Por eso se necesita un manejo a lo largo de todo el ciclo del plástico, desde que se diseña hasta que termina su vida útil”, sostiene el doctor Ricardo Barra.


Al respecto releva como deseable que el plástico que se utilice no sea desechable, tengan más que una corta vida útil y sea el realmente esencial, y que existe una adecuada gestión y valorización de residuos.

Esa solución y meta implica a todo actor de la sociedad, incluyendo fundamentalmente a cada persona como potencial consumidor, sin olvidar y más allá de lo que la ciencia, tomadores de decisión e industria puedan hacer para documentar, regular y abordar el problema con innovaciones tecnológicas y de materiales.


Sobre ello, el académico UdeC destaca uno de los puntos clave a convenir en el tratado global de plástico, que 180 naciones buscaron convenir en agosto de 2025 sin éxito y anhela se acuerde en próximos años, porque se requiere, está en combatir la contaminación mediante un adecuado manejo de los residuos.

De cara a ello valora avances legislativos en Chile. En ello se destacan las leyes que prohíben el uso de bolsas plásticas desechables en el comercio para promover reutilizables, la regulación de plásticos de un solo uso en sitios como restoranes, y la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) con fuerte impacto en torno al reciclaje.


“Se está empezando a generar un mercado que va a facilitar que muchos de estos plásticos terminen en el suelo, en estuarios, en el océano”, releva.

Y en esa senda hay que seguir avanzando, tal como otras naciones lo han hecho. “Hay productos de cuidado personal y otro tipo que tienen microplástico, y en las legislaciones más avanzadas se ha tendido a prohibir o reemplazar su utilización por otras sustancias”, asevera.


Mientras, la ciencia debe seguir haciendo su trabajo para documentar la problemática y sus impactos, y crear tecnologías o innovaciones, generando evidencias y soluciones para entregar a las autoridades y comunidad para educar, concienciar e impulsar cambios a todo nivel que permitan combatir la contaminación plástica y cuidar la salud planetaria.

Microplásticos en estuarios: pioneras evidencias en Biobío


En la revista científica Enviroments se publicó recientemente una investigación liderada desde el Instituto Milenio Secos, con colaboración de la UdeC, y realizada en los estuarios de Lenga y Tubul-Raqui de la Región del Biobío, ambos con distinto nivel de intervención humana y perturbaciones, que entregó el primer registro de microplásticos de sedimentos estuarinos de Chile, y suma evidencias para demostrar la magnitud de la problemática a nivel local y nacional.

El doctor Ricardo Barra, uno de los autores del estudio que se abordó en la edición de Diario Concepción de este 12 de noviembre, destaca que los estuarios son ecosistemas salobres que poseen diferenciadoras cualidades e importancia a nivel ambiental, ecológico y también social, con rol clave sobre la biodiversidad marina y pesca. Estos sitios están en la interfaz entre el continente con el océano, allí se produce intercambio entre agua dulce y salada que generan un ambiente característico y rico en nutrientes que son clave para diversas especies.


“Es bien dinámico el sistema y la biodiversidad que allí existe es bien particular, son especies que están preparadas fisiológicamente para tolerar condiciones de baja y alta salinidad y resistir esos cambios. Y al estrés natural del sistema estuarino le estamos incorporando un factor de origen exclusivamente antropogénico como son los microplásticos”, sostiene.

En ambos estuarios se encontró este material, siendo más alta la presencia en el de Lenga que está más cerca de la ciudad e industrias. “Afortunadamente los niveles no son tan elevados como esperábamos, pero es preocupante que este contaminante ya esté en el ambiente”, asevera.


A partir de estos hallazgos y las evidencias con las que se dispone, cuenta que en esta línea del Secos avanzan ahora en investigar cómo el plástico que está en el sedimento del estuario se incorpora a la cadena alimentaria y trófica y puede tener algún efecto en los organismos que viven dentro del ecosistema, todas tienen rol ecológico y muchas también son de interés comercial.