Cambio climático y conectividad internacional: interacción que aumenta amenazas a la salud global

11 de Septiembre 2025 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: CC

Nuevas condiciones ambientales y conexión entre países propician que patógenos y vectores se expandan, también resurjan antiguos o surjan nuevos.

Alarma generó el último mes la noticia del primer caso humano de infección por Gusano Barrenador del Nuevo Mundo reportado en Estados Unidos en más de tres décadas, tras erradicar al parásito carnívoro que come tejido vivo de animales.

El hecho ocurrió luego que una persona viajó infectada por la larva de la mosca Cochliomyia hominivorax desde El Salvador, uno de los países afectados por el agente principalmente reportado en zonas tropicales y subtropicales de América Central del que se ha evidenciado una fuerte extensión desde 2022 con casos sobre todo en animales de ganadería y personas que hoy causan preocupación internacional.

En el contexto actual, marcado por la globalización con permanente conexión entre países y crisis planetarias, se puede pensar en el impacto del insecto en áreas distintas a las que le han sido propias, como también otros organismos dañinos podrían expandirse, resurgir o emerger, ya sea afecten a humanos, animales o ambos, y así a actividades productivas, seguridad alimentaria y salud pública.


Por eso hay que construir una sociedad preparada para prevenir y afrontar nuevos riesgos como parte de un mundo que vive fenómenos que facilitan que las amenazas a la salud y bienestar global crezcan, materia que aborda el doctor Pablo Oyarzún, académico del Departamento de Microbiología e investigador del Laboratorio de Parasitología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Concepción (UdeC).

Del mundo a Chile


Partiendo por la contingencia, el parasitólogo explica que “esta parasitosis se ha sugerido como un agente con potencial de expansión geográfica. No es de extrañar, con el incremento de casos en México y el reporte en nuevas áreas. Además, si consideramos que se ha reportado en países vecinos como Argentina, Brasil y Perú, es evidente que países como Chile deberían estar pendientes de ésta y otras parasitosis exóticas”.

Y no es algo desconocido para nuestro país. “En Chile existen algunos reportes previos de miasis por Gusano Barrenador del Nuevo Mundo, todos considerados como casos importados, personas que se infestaron en países donde ocurre naturalmente y viajaron parasitados”, aclara.


Una situación que se ha vivido con otros agentes infecciosos endémicos de otros países, que se han reportado en casos específicos y contenido.

Aunque ello muestra un control del riesgo a nivel local, el investigador releva que el cambio climático se ha planteado como gran conductor en la expansión geográfica de múltiples vectores de patógenos al modificar las condiciones normales de distintos ambientes, como aumentar temperaturas o reducir lluvias, pudiendo hacerlas más propicias para que proliferen organismos exóticos que pueden ser dañinos, como se considera este insecto para dar un ejemplo de muchos que existen.


Sumado a la conectividad de los países, movimiento migratorio en grandes números, y en muchos casos la falta de investigación y vigilancia de los países, se plantea un escenario complejo y de preocupación respecto a éste y otros artrópodos”, advierte Oyarzún.

Ante ello, enfatiza que Chile no puede sentirse libre de la introducción de vectores ni enfermedades exóticas, ni del resurgimiento o que aparezcan nuevos.


Por su diversidad biogeográfica a lo largo y ancho se ha definido uno de los 10 países más vulnerables al cambio climático.

También tiene gran conectividad internacional por diversas vías y masivos viajes turísticos desde y hacia Chile, como también recibe alta migración.


Además, el crecimiento poblacional que lleva a expandirse cada vez más cerca de la naturaleza, aumentando el contacto con ecosistemas y especies silvestres que incluyen a organismos conocidos o desconocidos por la ciencia y medicina que pueden ser dañinos.

Ejemplo local


Múltiples patógenos y vectores podrían verse beneficiados por los cambios ambientales, que ocurren naturalmente y que se exacerban por la crisis climática en Chile y Biobío.

Y el doctor Oyarzún tiene un ejemplo en su línea de investigación enfocada en parásitos silvestres que pueden provocar zoonosis, enfermedades que se transmiten de animales a humanos.


Su particular foco son los esquistosomátidos aviares y mamíferos, con potencial zoonótico que puede causar un tipo de dermatitis en humanos, y ha encontrado la presencia en aves acuáticas en lagunas de Biobío y Ñuble con brotes asociados. Y resalta que las altas temperaturas favorecerían su multiplicación y propagación en ecosistemas acuáticos ampliamente usados por las personas, creándose un escenario perfecto para brotes durante la época estival.

Ésta y varias otras afecciones ocurren cuando las personas visitan áreas donde ocurren habitualmente, por lo cual es relevante que la gente tome conocimiento previo para reducir la probabilidad de infestación”, enfatiza.


Control: monitoreo y educación

¿Qué hacer para afrontar realidades que son locales y amenazan la salud global?


La respuesta es actuar en distintos frentes y ámbitos de la sociedad para prevenir, pesquisar y contener, yendo desde la política pública hasta la ciencia y responsabilidad individual.

Tener un sólido programa de vigilancia es la primera arista para tener claridad de la expansión territorial de agentes patógenos que releva el académico. “En Chile existe respecto a ciertos grupos como los transmitidos por mosquitos como Aedes aegypti”, precisa. Es el vector de la fiebre amarilla.


A ello se añade el rol de programas de monitoreo e investigación en otros agentes infecciosos como virus, bacterias, parásitos y diversos vectores biológicos.

“La combinación de una sólida vigilancia con la permanente investigación de agentes infecciosos y/o vectores permitirán mantener cierto control y generar nuevo conocimiento sobre los diversos patógenos que son capaces o tienen el potencial de infectar a los seres humanos y animales”, sostiene.


Educar a la población que se expone a ambientes silvestres nuevos y que cada vez viaja más sobre agentes infecciosos y riesgos que existen es crucial.

Se hace más accesible desplazarse a otros países y las personas deben ser responsables, informarse, prepararse y estar conscientes sobre patologías a las que es posible exponerse en otras áreas que pueden ser muy distintas a las locales, como también sus vías de transmisión y las formas de actuar para prevenir y abordar oportunamente una infección.


La diversidad de los ecosistemas en una región está asociado a una diversidad de patógenos que no necesariamente será compartida con el país de origen. Tener claridad sobre las medidas básicas de cuidado permitirá reducir las probabilidades de infección e infestación, como lavado adecuado de manos, alimentos, sólo beber agua potable, uso de repelentes de insectos y vacunas cuando se exijan”, profundiza el doctor Oyarzún.

Y si alguien siente malestares durante o después de un viaje enfatiza que debe acudir a un centro asistencial para un rápido diagnóstico y tratamiento.


Una parasitosis que preocupa al mundo

El Gusano Barrenador del Nuevo Mundo es la larva de una pequeña y colorida mosca, y es capaz de perforar la piel de animales de sangre caliente, es decir los mamíferos y las aves.


El parasitólogo e investigador UdeC Pablo Oyarzún explica que la afección comienza cuando la mosca deposita sus huevos en heridas abiertas (no cicatrizadas) o aperturas naturales como boca, fosas nasales, ano o vulva.

Pronto emerge una larva que se alimenta del tejido vivo de su hospedero, causando una enfermedad llamada miasis. Luego de alimentarse, cuando alcanza cierto estadio de desarrollo sale de las heridas y cae al suelo, donde inicia otro proceso hasta que se transforma en el insecto adulto volador que reinicia el ciclo biológico parasitando nuevos hospederos.


Una hembra puede oviposicionar entre 200 y 300 huevos en una postura, por lo cual el nivel de infestación con larvas puede ser muy severo”, asegura.

Fiebre, inflamación, dolor y larvas moviéndose bajo la piel son síntomas de esta miasis, y advierte que puede generar complicaciones graves como invasión bacteriana y septicemia que podría llevar a la muerte del hospedero. Según las evidencias, este cuadro grave sobre todo afecta a animales, más si están inmunodeprimidos, y los casos reportados en seres humanos son aislados, aunque existen.


El científico expone que Estados Unidos, donde en agosto se reportó un caso humano, se declaró libre de esta parasitosis durante los noventa, tras décadas de ejecución de un programa para erradicar al patógeno que tuvo efectos devastadores en la ganadería, así en la economía y producción de alimentos, además de ser una zoonosis.

La estrategia consistió en esterilizar machos de la mosca liberados a ecosistemas para provocar desbalance poblacional y extinciones locales. El investigador asegura que, aunque costosa, es la única que ha funcionado para erradicar esta compleja miasis con sus impactos, mientras en zonas de endemia se intenta controlar preventivamente mediante antiparasitarios sin mostrar resultados significativos ni sostenidos.


Ante ello la preocupación por el resurgimiento y la potencial expansión a nuevas zonas más allá de América Central donde es endémico facilitada por los procesos ambientales y sociales actuales.