Insuficiencia renal en alza: urge aumentar la cobertura a la mejor terapia de reemplazo

24 de Agosto 2025 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Cedida

Hay 26 mil pacientes en diálisis. La mayoría hemodiálisis y menos de 1% accede a técnica avanzada que aumenta bienestar y sobrevida: no tiene código Fonasa.

“Salía mareada y con vómitos, las bajas de presión y descompensaciones eran brutales. Una vez terminé en la UCI. La hemodiálisis fue un caos del que no sabía. En abril inicié una nueva terapia y el cambio fue inmediato: me sentí bien y con más energía, no cansancio extremo como era habitual, y mis exámenes mejoraron mucho”.

Así describe Fernanda García, de 23 años y habitante de Chiguayante, su compleja vida como enferma renal y terapia de sustitución y la gran mejora al volverse una de las cuatro beneficiarias de Hemodiafiltración de Alto Volumen (HVHDF por sigla en inglés) en el Hospital Regional Guillermo Grant Benavente (HGGB).

Hay 26 mil pacientes en diálisis en Chile y recibirla es un soporte vital cuando los riñones fallan, como provoca la insuficiencia o enfermedad renal crónica (ERC) que afecta a 400 mil personas y aumenta cada año, y no es factible el trasplante.


Hay peritoneal y hemodiálisis que es la más usada, aunque no es perfecta. La HVHDF es superior, mejora expectativa y calidad de vida, pero no está para todos por falta de codificación Fonasa que encarece y limita el acceso, por lo que con recursos internos se ha logrado implementar en recintos públicos y ofrecer a grupos acotados.

Desde ese grupo se impulsa la lucha de dializados para que se codifique y todo paciente que requiera pueda acceder a la terapia para vivir más y mejor.


Sé que la mayoría de las personas en diálisis viven lo mismo que viví y ojalá todas pudieran tener la diálisis que tengo, el cambio les haría fenomenal”, afirma García. Desde que enfermó a los 6 años ha pasado por todos los tratamientos, partiendo en diálisis peritoneal a recibir un trasplante que le permitió forjar una vida normal por años hasta que la función renal volvió a fallar en 2022 y requirió de la hemodiálisis que la limitó incluso en poder estudiar en la universidad por el malestar que padecía, hasta que pudo llegar a la HVHDF e iniciar su nueva vida.

Necesidad de cobertura que refuerzan especialistas que saben que es crítico avanzar.


La mejor terapia

 “Hace años se reconoce que la hemodiálisis no es suficiente para satisfacer la necesidad. Y estudios han mostrado que la HVHDF es la mejor técnica (…) llevamos décadas de estudio y no tenemos dudas que es la mejor técnica”, enfatiza el doctor Cristian Pedreros, encargado de terapias de depuración sanguínea en el Servicio de Nefrología del Hospital Las Higueras, uno de los impulsores de la terapia a nivel local.


El académico de la Universidad de Concepción explica que la hemodiálisis depura toxinas, pero no puede removerlas todas, sólo las más pequeñas. La acumulación lleva a complicaciones a distintos órganos que se asocian a uso de fármacos, consultas a urgencia, hospitalizaciones y muertes. Además de gran afección a la calidad de vida diaria de dializarse.

La HVHDF, afirma, se asemeja más a la función del riñón normal, combina un proceso que limpia la sangre y otro que remueve mucha agua, depurando toxinas de mayor tamaño. “La HVHDF mejora muchas condiciones que habitualmente generan problemas en pacientes en diálisis. En mediano y largo plazo se traduce en mucha disminución de hospitalización y muerte”, asegura. “Y los pacientes se sienten mejor en el primer minuto”.


La mortalidad de pacientes en diálisis es 10% al año, más que algunos cánceres, con HVHDF baja en 23%, resalta la doctora Beatriz Calderón, nefróloga del Servicio de Nefrología y Diálisis del HGGB.

“He visto desde quienes inician a quienes llevan 30 años en diálisis y el deterioro que sufren es evidente. En HVHDF ves el cambio inmediato, están en mejor estado físico y mental, se conservan mucho mejor”, manifiesta, “por eso es tan importante dar la mejor terapia que podemos ofrecer”.


 

Del invaluable bienestar al ahorro


Por sus beneficios plasmados en estudios internacionales, Hospital Las Higueras apostó por incorporar la hemodiafiltración de alto volumen como esfuerzo institucional y ser uno de los primeros para adultos del sistema público en Chile, evidenciando rápidamente los resultados promisorios para ser un experiencia rica de investigación y digna de replicar.

El nefrólogo Cristian Pedreros relata que se incorporó en 2015 con una máquina y el éxito permitió ir incorporando más. “Ahora tenemos 6 máquinas y vamos a completar 24 máquinas en toda en nuestra unidad para sólo dar hemodiafiltración”, destaca.


Por falta de codificación y financiamiento de Fonasa, la incorporación ha sido gradual con costos del hospital, integrándose como inversión en el necesario recambio de las máquinas de diálisis, como se ha dado en distintos recintos.

Aunque implica gasto inicial, enfatiza que, además del invaluable beneficio inmediato para pacientes, luego conlleva menos gastos personales y públicos, volviendo a esta tecnología muy costoefectiva y lo probaron para Chile en un reciente estudio.


Sobre ello, el académico expone que comparativamente a la hemodiálisis como máquina tiene un costo mayor de cerca de 30%. Pero, genera mucho ahorro en salud a largo plazo por disminuir complicaciones, uso de fármacos, consultas de urgencias y reducir 22% el riesgo de hospitalizaciones, mientras las personas se sienten mejor y logran desenvolverse adecuadamente con mayor expectativa de vida.

Como datos para profundizar en este ahorro en salud aclara que “en la gran mayoría de los casos, en el primer año de diálisis un paciente se hospitaliza al menos una vez, en 5 años seguro habrá tres hospitalizaciones, cada hospitalización tiene un promedio de 10 días y cuesta de $3 a $5 millones”.


Aumento gradual

Por la experiencia y evidencias es que los especialistas Cristian Pedreros y Beatriz Calderón reconocen la necesidad de aumentar la incorporación de esta terapia, e idealmente que se dé código Fonasa como prestación que permitirá también que exista cobertura de Isapres, y así se acorten las brechas.


En este sentido, dados los costos, se plantea el aumento gradual en máquinas y cobertura de pacientes en base a criterios clínicos que guían. Y como meta ideal, acumulando resultados promisorios en un grupo cada vez más amplio, se puede aspirar en su incorporación al GES para que sea garantía universal y su uso esté realmente masificado.

 


CC

 


La amenaza de la ERC

Avanzar en ofrecer la mejor terapia es parte de abordar un desafío de salud pública grave.


La doctora Tamara Bórquez, presidenta de la Sociedad Chilena de Nefrología y especialista del HGGB, expone que la ERC gasta mucho en salud, es muy prevalente y cada vez será más, por lo que la OMS la declaró enfermedad prioritaria este año.

El fenómeno se debe al alza de condiciones crónicas que son factores de riesgo: “obesidad, hipertensión mal controlada y diabetes llevan a daño renal”, afirma.


Lo local preocupa en demasía. “Tenemos tazas de incidencia y prevalencia más alta que otros países. Más del 25% del GES lo lleva la ERC. Lamentablemente, en Chile sobre los 40 años hay más de 15% de pacientes con ERC en distintas etapas y más de 26 mil en diálisis, y cada año aumenta de 4 a 5% quienes ingresan a diálisis”, advierte.

Y destaca que la mayoría está en hemodiálisis y luego diálisis peritoneal; menos del 1% en HVHDF y gran parte por judicializar sus casos.


Por las evidencias se hace crucial acortar brechas que permitan aumentar la cobertura de la terapia avanzada para que cada vez más pacientes renales vivan más y en bienestar.

Aunque no se puede obviar el desafío de promover la salud renal para prevenir el daño y mitigar la cantidad de personas que requieran sustitución renal. 


La doctora Bórquez destaca como clave seguir estilos saludables para evitar o controlar obesidad, diabetes e hipertensión, con hábitos como alimentación sana, actividad física regular y no fumar. También llama a “evitar la automedicación, sobre todo de antiinflamatorios, porque la gente abusa mucho en Chile”.

Aclara que hay factores de riesgo que no se pueden modificar como la edad. “Sobre los 40 años perdemos el 1% de función renal anual en forma natural”. Hábitos nocivos y condiciones crónicas exacerban el deterioro, pero se puede generar un escudo protector con conductas sanas.