Física local impulsa avances para reconocer roles de cuidado como dimensión del quehacer científico

26 de Julio 2025 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Carla Hermann (foto cedida por MIRO)

Carla Hermann, formada en la UdeC, primera mujer en liderar un laboratorio de óptica cuántica en Chile y madre de tres hijos pequeños encontró inspiración en sus dificultades para sostener la crucial asistencia a congresos y movilidad internacional por falta de recursos para viajar con su bebé. Su lucha es visibilizar esta realidad que limita las oportunidades de desarrollo y logró que Unesco dé beca para fomentar que cuidadores asistan a eventos.

¿Maternar o crecer profesionalmente?

Desde que se convirtió en madre, múltiples veces ha enfrentado esta disyuntiva la física Carla Hermann, formada en la Universidad de Concepción (UdeC). La primera mujer que dirige un laboratorio de óptica cuántica en Chile tiene tres hijos pequeños, y la falta de recursos para cubrir gastos y mantener labores de cuidado en eventos científicos la ha hecho sentir más de una vez que no hay oportunidades para que participe sin dejar a su hija e interrumpir la lactancia, en desmedro de su visibilidad y carrera académica.

“Participar en congresos, pasantías y estancias en el extranjero es fundamental para el desarrollo de una carrera científica sólida. Estas instancias permiten intercambiar conocimientos, establecer redes de colaboración y visibilizar el trabajo”, afirma la investigadora del Instituto Milenio de Investigación en Óptica (MIRO) y académica de la Universidad de Chile que suele recibir invitaciones a eventos en otros países y hasta hace unos años tenía gran movilidad internacional con estadías de varias semanas.


Con hijos pequeños esta actividad se vuelve difícil de sostener. La académica advierte que en Chile no hay cómo cubrir gastos de cuidado para viajar, y a nivel internacional la mayoría de becas, fondos e invitaciones no contemplan este ítem, aunque hay pocas.

Por eso ha tenido que buscar redes de apoyo e invertir de su bolsillo, y también declinar de eventos, varios este año. Desde ahí nació como reto personal visibilizar esta realidad que afecta a tantas personas de la academia que ejercen la maternidad o tareas de cuidado de familiares dependientes.


Reto y logro de visibilizar

Y recientemente logró que la Unesco estableciera una beca internacional para ayudar a cubrir gastos de personas con funciones de cuidado para que puedan participar de los eventos del Año Internacional de la Ciencia y las Tecnologías Cuánticas que se celebra este 2025 para celebrar los 100 años de la mecánica cuántica y relevar sus aportes al desarrollo científico y tecnológico.


“Esta beca ha sido una de las conquistas más importantes de mi carrera no sólo por mí, sino por quienes vienen detrás. Estoy inmensamente feliz y orgullosa”, manifiesta la científica que en su distinguido currículum también incluye transformarse el 2017 en la primera chilena que ganó en la categoría de postdoctorado el Premio L’Oréal-Unesco a Mujeres en Ciencia.

El hito tuvo origen en su problema. Fue invitada a eventos por la efeméride de su área, pero debió rechazar tres porque no había forma de financiar los gastos para que viajara con su hija lactante a Corea, Paris y México, su bebé de meses a la que no podía dejar sola.


“Tenía mucha rabia, porque el fondo se traduce en optar por participar y potenciar mi carrera académica, pero con el costo de por ejemplo interrumpir la lactancia materna, o priorizar esto a costa de no poder optar por esas oportunidades de crecimiento internacionales únicas”, recuerda. Y canalizó la rabia a una acción que obtuvo un beneficio colectivo: contactó a la Unesco a través de la American Physical Society para exponer su situación y la existencia de becas internacionales para cuidado familiar que le habían permitido ir a eventos; la consideraron y se creó la beca.

La beca entrega dinero para el viaje o cuidado en el país de origen de niñas y niños pequeños, cónyuges con discapacidad y personas mayores que están bajo el cuidado de profesionales de la academia. Además, está destinada a cubrir gastos asociados al viaje de científicos que requieren adaptaciones por tener algún tipo de discapacidad. En https://quantum2025.org/ están los requisitos para obtenerla y gastos que cubre.


Instituto Milenio MIRO

“El desarrollo de conocimiento no ocurre en el vacío, sino en contextos humanos diversos”


Tiene más aliento que nunca la física UdeC Carla Hermann en su misión de compartir su experiencia y visibilizar la realidad de la maternidad y el cuidado en la academia para incentivar que se abran iniciativas de financiamiento y otros tipos de apoyo concretos que permitan ejercer estas cruciales labores sin postergar o descuidar la carrera científica. No se detiene con el notable hito de haber promovido la creación de una beca de la Unesco, ni se detuvo cuando logro tener espacios para lactancia y cuidados para sus hijos en eventos científicos en que participó.

Su propósito es que “otras organizaciones logren nivelar hacia arriba en estas temáticas, para que la ciencia sea realmente un espacio seguro e inclusivo, y que se avance y fomente la corresponsabilidad, pues es para todas esas personas —madres, padres, cuidadores— que merecen estar presentes en espacios de crecimiento académico sin tener que elegir entre su carrera y el cuidado”.


Necesarios avances

Aunque haya avances el problema persiste y perpetúa otros.


Hay algunas iniciativas internacionales, pero es insuficiente. Centrada en su área, la científica expone que grupos dentro de la American Physical Society tienen becas que contemplan fondos para gastos de cuidado, aunque suelen restringirse a actividades organizadas directamente por estos. De hecho sin éxito ha buscado apoyos para eventos relevantes.

Por ejemplo, fue invitada a la conferencia Photonica 2025 en Europa que considera fundamental para su proyección científica internacional, pero no pudo acceder a ninguna beca que considerara cuidados y asistió costeando los gastos desde su bolsillo con apoyo familiar. Aunque logró que en el sitio de la conferencia se habilitara un espacio donde su madre con su hija pudieran estar mientras ella participativa. “Ese tipo de disposición humana y organizativa también hace la diferencia”, sostiene.


Ante este panorama es enfática: “necesitamos con urgencia en Chile,-y en Latinoamérica y el mundo en general-, que nuestros fondos nacionales permitan este tipo de apoyos económicos, formalmente regulados y debidamente justificados con documentación”. Y profundiza que “fondos como los de Anid deben integrar explícitamente los gastos de cuidado como una dimensión legítima dentro del quehacer científico, entendiendo que el desarrollo de conocimiento no ocurre en el vacío, sino en contextos humanos diversos”.

También releva la necesidad urgente de construir redes institucionales de acompañamiento y políticas activas de corresponsabilidad, pero sobre todo cree que depende de un cambio cultural profundo en cómo se define el éxito y la excelencia académica.


“No se trata solo de abrir cupos o flexibilizar criterios, sino de reconocer que la ciencia se construye desde trayectorias humanas complejas, y que las labores de cuidado deben ser parte reconocida de ese camino”, afirma.

Brechas que persisten


Lo más grave de este tipo de instrumentos y recursos para facilitar la movilidad y actividad en instancias cruciales para la carrera es que afecta en el bienestar personal y obstaculiza avances sociales tan cruciales como acortar las brechas que hay en ciencia y academia, sobre todo de género.

“Las brechas se perpetúan porque se genera una desventaja estructural”, lamenta Carla Hermann, “las mujeres, especialmente quienes son madres o cuidadoras, enfrentan obstáculos adicionales que limitan su visibilidad, redes de colaboración y acceso a oportunidades clave”. Todo incide en su productividad científica, determinante para obtener fondos y avanzar en la carrera académica.


En su perspectiva lo que sucede ante estas situaciones es que “se instala la noción de que para pertenecer hay que sacrificar dimensiones personales fundamentales como el cuidado, lo cual es profundamente injusto. Esto termina desincentivando la permanencia y despojando a la ciencia de muchas voces valiosas”, y su convicción es que “la ciencia necesita nuestras voces, en plural, con todas nuestras dimensiones humanas”.

Y con su experiencia y acción espera seguir promoviendo espacios e iniciativas que permitan que todas esas voces estén presentes en la discusión y creación de la ciencia y conocimiento en Chile.