Profesores: líderes del reto de implementar la educación a distancia

16 de Octubre 2020 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Ilustración de Andrés Oreña

Hoy es el día en que se celebra a estos profesionales, por su invaluable papel en la vida y formación de las personas, y en este crítico 2020 su labor merece más que nunca un homenaje.

Es considerada la profesión peor pagada, pero su rol es tan crucial que no debe existir alguien que no tenga recuerdos importantes de algún profesor o de varios. Profesionales que hoy están de día y existen muchas razones para celebrar a quienes trabajan en un sector de desafíos diarios en virtud de enseñar y formar a una gran diversidad de estudiantes, con distintas necesidades educativas y realidades, en los contenidos y competencias fundamentales para la vida.

Y este año merecen más homenajes que nunca, porque los retos aumentaron agudamente al suspenderse las clases a nivel nacional para controlar la crisis sanitaria de la Covid-19 y cuando apenas iniciaba el año académico. Conscientes de su rol, con pocas certezas y mucha fuerza afrontaron la “nueva normalidad”. “Un día estábamos en clases, al otro se cancelaron y a la semana siguiente debíamos estar trabajando en un formato no presencial”, recuerda Cinthia Bustos, profesora de inglés de primer ciclo y prebásica del Colegio Marcela Paz (Concepción).

Sin estar preparados

Su vivencia es la de todos los educadores del país y para la mayoría el primer enorme reto fue la urgencia de capacitarse para asumir la educación a distancia, implementada 100% en todos los sectores educativos, para no discontinuar los procesos de enseñanza-aprendizaje, porque era inminente la transformación del hogar en la escuela o universidad y de los dispositivos digitales en la sala de clases o laboratorios. “En pocos días tuvimos que aprender a usar un montón de herramientas y plataformas para poder desarrollar nuestras clases”, apunta, ya que el uso de las tecnologías para la mayoría era básico y Microsoft Office (Word, Power Point y Excel) o similares solía ser la aplicación más habitual y necesaria.

Ahí el asunto: el sistema educativo en general no estaba preparado para afrontar de la mejor forma la educación a distancia, ni la infraestructura digital ni el capital humano, porque no existían las competencias de manera transversal.

Planificar, buscar materiales, saber manejar otras estrategias o programas para realizar las clases son factores que cambiaron, resalta Nora Estrada, educadora diferencial mención Dificultad del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje de la Escuela Especial de Lenguaje Educere (Hualqui) y afirma que “se volvió el doble de difícil”.

Realidad también latente en los estudios superiores, si bien en este sector la modalidad e-learning es más usada. Justamente, la doctora Carolyn Fernández, directora de Docencia de la Universidad de Concepción (UdeC), afirma que habían “algunas asignaturas que se dictaban en modalidad semipresencial en contextos acotados y el desarrollo de un proyecto que llevaba un año de implementación y cuyo propósito era pilotear, en tres facultades, la virtualización de algunos procesos formativos asociados a ciencias básicas”, pero a nivel institucional no había mucha experiencia en el formato y preparar al equipo humano fue una necesidad.

No obstante, estos desafíos también abren oportunidades, resalta Matías Castro, profesor de español del Colegio Saint Johns (San Pedro de la Paz) y cree que la “más interesante ha sido ponernos a prueba. La educación muchas veces se torna en una actividad repetitiva, incluso cuando son varios los desafíos de hacer clases. Hay antecedentes de que los primeros 4 o 5 años desde el comienzo del ejercicio profesional son muy provechosos porque uno se forma como profesor, pero en los años siguientes esa curva de aprendizaje se aplana, porque es un trabajo en que uno comienza a repetir ciertas prácticas, lo que funcionó, por ejemplo”. Entonces, releva que, con toda la complejidad de la situación, ha llevado a los profesores a desafiarse, salir de la estructura aprendida, integrar nuevos conocimientos e innovar en sus prácticas, lo que se traduce en crecimiento personal y profesional, y a quienes más impacta es a los estudiantes.

Combinar las ventajas de la educación remota y de la presencial sería el mejor futuro

Con la falta de preparación y de competencias específicas como el gran reto ante la implementación de la educación a distancia, independiente del nivel de enseñanza o contexto, desde allí se desprenden múltiples otros relacionados con la siempre desafiante misión de educar. Dificultades transversales, si bien la magnitud puede variar según realidades o ciclo educativo.

La limitación de lo virtual

La profesora de inglés Cinthia Bustos menciona que hacer clases frente a una pantalla imposibilita ver a todos los escolares y “mi formación como docente fue hacer clases presenciales, ver caritas para reconocer expresiones, darme cuenta cómo está el ambiente de la sala para realizar una clase”. Matías Castro, profesor de español, resalta que la interacción y comunicación, entre alumnos y con el profesor es clave a la hora de guiar los procesos de aprendizaje: no sólo influye lo que se habla, sino gestos, conductas, todo lo que se observa en el aula; algo en lo que “el trabajo en línea tiene limitaciones”, apunta, pese a que borrar el límite de la distancia es su ventaja.

Y observar es clave para saber si los estudiantes están entendiendo o decidir dónde intervenir y reforzar, sobre todo ante la diversidad de formas de aprender y necesidades educativas que conviven en un aula física o virtual, añade al respecto la educadora diferencial Nora Estrada; aspectos sobre todo cruciales con niños pequeños, de 3 a 5 años, porque “están ampliando su mundo, aprendiendo a convivir con otros y conociendo reglas, tanto sociales como del juego”.

Otra complejidad es mantener la motivación y atención de los estudiantes. “En la sala te aseguras de que se cree un ambiente propicio para el aprendizaje. Sin distractores y en donde entreguemos a los niños y niñas seguridad, confianza en sí mismos para que puedan opinar, contar sus historias, demostrarles que sus ideas son importantes. En las clases virtuales esto, lamentablemente, no se da como nos gustaría, por diversos factores como que hay más niños en casa, hay televisión encendida cerca, los niños se distraen, etcétera”, asevera. Además, está el problema de la potencial falta de apoyo o compañía de los padres durante el proceso y también de pensar actividades que se puedan realizar con materiales que todos los estudiantes tengan en sus hogares, por ejemplo.

Carolyn Fernández, desde la perspectiva de la UdeC y educación superior, aborda otro desafío transversal: “modificar estrategias, diversificar procedimientos evaluativos, remirar la forma en que tradicionalmente se planifica el desarrollo de las clases”. Así como cambió el formato para hacer o asistir a clases, variaron los tiempos y formas; lo que se programó para trabajar y lograr objetivos concretos en el transcurso de 2020 no pudo llevarse a cabo y hubo que tomar importantes decisiones respecto a las adecuaciones curriculares, en qué poner el acento.

Con todo eso a la base, el asegurarse de que efectivamente los educandos están aprendiendo también se ha dificultado en la interacción virtual.

Lo positivo y el futuro

¿Cómo se enfrenta un escenario tan adverso? La vocación es la respuesta. Los profesores no sólo saben que por su misión no pueden claudicar, sino que no quieren hacerlo. “Lo más importante para enfrentar esta situación es tener mucho amor por lo que hacemos, porque hay que educar con amor y ser empáticos con nuestros estudiantes”, resalta Nora Estada.

Pero, así también son capaces de reconocer que en el sistema e incluso en sus dificultades aparecen ciertas posibilidades, como aprender constantemente sobre estrategias y recursos o conciliar la vida laboral con la personal, plantea Cinthia Bustos, quien hoy puede almorzar junto a su familia y antes era imposible. Por otro lado, Carolyn Fernández, asegura que implementar la educación remota “ha fortalecido a nuestros equipos de trabajo, a nuestros docentes, estudiantes y comunidad en general, lo que nos permite proyectar nuevos contextos formativos, más integradores, abiertos, flexibles y de co-construcción permanente”, que son justamente las ventajas que tiene la educación remota.

Por ello asegura que se ha dado “un salto cualitativo en el paradigma de la enseñanza y el aprendizaje en el cual ya iniciamos el viaje sin retorno”. Y los profesores coinciden que las teleclases llegaron para quedarse y que el formato híbrido remoto/presencial puede ser favorable de cara al futuro. Esto, sostienen, permitiría sacar provecho de las ventajas de cada modalidad para los profesores y estudiantes, sin descuidar aquellos aspectos de la interacción presencial que son irreemplazables para todos y mucho más para estudiantes con ciertas necesidades educativas especiales como la discapacidad auditiva y visual o el trastorno por déficit atencional, recalca Nora Estrada. Lo primordial es y siempre será entregar la mejor educación posible a todos los estudiantes, con sus diferentes realidades y formas de aprender. Ese es el desafío por el que trabajan cada día los profesores, con o sin pandemia.

La brecha digital ha agudizado la inequidad en educación y es algo que preocupa a los docentes; debe solucionarse para avanzar como país.