Anomalía vital
16 de Julio 2022 | Publicado por: Equipo Digital
Señora Directora:
Al ver una imagen recientemente publicada por la NASA de la región del universo más antigua a la que el ser humano le echa un vistazo por primera vez, no puedo más que sorprenderme y asombrarme de dos cosas: por un lado, reconocerme parte de una entidad biológica autoconsciente de su entorno y de sí misma con un extraordinario potencial para alterar en su beneficio, para bien o para mal, el espacio que la rodea. Y, por otra parte, darme cuenta de que quizás somos una anomalía del universo tan rara y ocasional que, quizás, haya más probabilidad que nuestra especie desaparezca producto de la extinción de nuestro sol, que la probabilidad que tendremos alguna vez la oportunidad de encontrarnos con otra especie autoconsciente y equivalentemente tecnológica procedente de alguna de esas galaxias que observo en esa imagen que bien la pudo haber pintado Roberto Matta en algún atelier de París.
La anomalía de la vida autoconsciente en el universo de la cual somos protagonistas inconscientes es una paradoja que porfiada pero sostenidamente está llegando al borde de nuestra puerta evolutiva. Desde la eclosión de la revolución industrial, pasando por el triunfo del capitalismo como sistema económico-productivo dominante, con distorsiones propias de cualquier historia distópica de Philip K. Dick como lo es el sistema capitalista neoliberal, del cual nuestro país es el principal estandarte gracias al legado sangriento de economistas de la escuela de Chicago; hemos involucionado desde una condición de seres humanos gregarios hacia una variedad nociva de consumidores individualistas donde las únicas leyes que se respetan son las que madre Natura impone.
Convencido que las grandes historias se tejen a partir de millones de partículas dramáticas que ocurren a cada instante y simultáneamente en miles de lugares de este tercer planeta solitario en el océano de la vida estelar, la pequeña historia constitucional que se está hilvanando en el confín del Océano Pacífico a más de 4.600 millones de años de distancia de esa pléyade de galaxias que bien las pudo imaginar ese holandés pelirrojo en la pieza de su asilo en Saint-Rémis-de Provence, representa un tributo significativo a la anomalía de la vida y a la aun más rara anomalía del buen vivir. Creo que Vicente Van Gogh coincidiría conmigo en que bien valdría la pena arriesgarse a pintar el futuro con esperanza, alegría y en un espacio digno de una Copia Feliz del Edén.
Marcelo Saavedra P.
Biólogo