Opinión

Punto de partida

Por: Diario Concepción 05 de Agosto 2017
Fotografía: Diario Condeza

Jorge Condeza Neuber
@jorgecondezan

Cuesta mucho comprender como funcionan las cosas y dar con una respuesta al porque ya no importa ser corrupto, pillo, golpeador o ignorante para ser candidato a un puesto público. O porque no importa ser precedido por una contundente evidencia de malos manejos y mala gestión o estar en tela de juicio por asuntos “administrativos” y, aun así, ser postulado.

No hay ninguna duda que todos tenemos defectos, algún error del cual hacernos cargo y alguna cuenta que pagar, pero también, todos en mayor o menor medida ya aceptamos este discurso de que los estándares de hoy son distintos y los sistemas de selección deben hacerse cargo de esta nueva realidad.

Antiguamente los sistemas mediante los cuales los electores se enteraban de por quien realmente estaban votando, eran reducidos, y no me cabe ninguna duda que además eran muy permisivos con algunos asuntos. Hoy las redes sociales dan cuenta en forma instantánea de asuntos que antes eran muy fáciles de ocultar y la nube retiene toda la información con lo cual volver al pasado es casi un viaje instantáneo.

Por eso cuesta tanto entender que los partidos sigan proponiendo a gente cuestionada, a condenados, e incluso a algunos que se encuentran enfrentando vistosos juicios. ¿Será que a los votantes eso les importa muy poco? ¿O es posible que el votante tradicional crea efectivamente eso de la persecución política? ¿O finalmente todo es aceptado porque el votante medio no es mejor que el candidato?

Cuesta comprender el caso de candidatos que fueron alcaldes y que su gestión fue castigada por la ciudadanía en una elección hace pocos meses. O autoridades que han dejado hoyos financieros en las municipalidades, no pagaron la previsión de sus funcionarios, han falseado la información contable o usaron los recursos fiscales para comprar páginas y avisos en radio y TV y mejorar su pobre imagen.

Cuesta comprender lo ocurrido esta semana con la DC que, usando el drama propio de guión de teleserie turca, haya sacado el peor capítulo de la defensa corporativa. La Junta Nacional tenía el poder para usar ese nuevo standard ético y ocurrió exactamente lo contrario, comprándose una crisis y una mala imagen difícil de borrar. Esperemos que este golpe de timón logre ser el punto de inflexión, pero el tema no es solo 1 candidato.

Para mí, “los tiempos han cambiado y los estándares son otros”, hasta ahora no deja de ser un discurso rico en contenido pero muy pobre en su conexión con la realidad. Porque este proceso es lento y difícil, y enfrenta una soterrada oposición, debido a que la red que ha tejido la corrupción al interior de muchas instituciones del Estado expulsando de forma grotesca a la gente decente, es una red muy fuerte. Y ahí está la principal traba para el verdadero cambio.

Etiquetas