Opinión

Ñuble, la novel región XVI

Por: Diario Concepción 23 de Julio 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Universidad Santo Tomás,
Concepción-Los Angeles

La decisión del Senado de aprobar el proyecto de Ley que crea la Décimo Sexta Región (XVI), la Región de Ñuble, fue eminentemente política y claramente clientelar. De otra forma, no se explica el gasto fiscal que significará la nueva administración, con casi $17 mil millones, mayormente asociado a la provisión de nuevos funcionarios.

Esto nos mueve a preguntarnos por la organización territorial de Chile, que desde tiempos pretéritos ha sido uno de los mayores desafíos y preocupaciones de nuestros mandatarios. En los inicios, desde la época de la Colonia hasta 1786, se conformaba como una gobernación dependiente del Virreinato del Perú de la cual se desprendían 12 corregimientos. Luego vino un proceso de concentración donde se conformaron sólo dos grandes Intendencias: Santiago y Concepción, de las cuales dependían las diferentes ciudades. Ya en 1811, el Primer Congreso Nacional incorpora a Coquimbo como una tercera Intendencia. Más recientemente, en 1969, pasamos a 12 regiones, agregándose otras dos en 2007, con un total de 16, de la I a la XV, junto a la Región Metropolitana (RM).

En este contexto, no veo la necesidad de desintegrar regiones para dar señales a la tribuna o hacer pensar a los electores que con eso se avanza en descentralización. Esto se logra en la medida que haya un equilibrio de fuerzas y potencialidades entre los diferentes territorios y, a pesar de ello, nuestra realidad nos indica que la RM sigue siendo un gran agujero negro que absorbe la mayor parte de los recursos con que cuenta el país.

Creo que hablaremos de verdadera descentralización cuando se reduzca el protagonismo de Santiago respecto de las otras regiones, entonces  ¿cuándo discutiremos sobre la región de Puente Alto o de Maipú?

Por último, como decisión tomada, todos tenemos la responsabilidad de que esta aventura llegue a buen puerto y permita a Ñuble prosperar y alcanzar niveles de autonomía y desarrollo que en lo lógico, le faciliten cooperar con las regiones fronterizas del Bío Bío y Maule en la construcción de una macroregión identificable.

Una que pueda tener la suficiente fuerza para transformarse en un territorio de envergadura como Cataluña, Baviera o Borgoña, las que no siendo capitales nacionales (o federales) puedan ser igualmente importantes y reconocibles a la vista del mundo. En este punto, quizás el cruce entre la geografía y la distribución de fuentes y recursos, aún nos tienen mucho que enseñar.

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