Opinión

Inteligencia inclusiva

Por: Diario Concepción 18 de Julio 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Pamela Espinosa B.
Psicóloga, ©Coach
Profesional Pontificia Universidad Católica de Chile

Estamos tan acostumbrados, desde pequeños a discriminar a aquel que es diferente a la mayoría, a dejar de lado al que piensa distinto e incluso a atacar al otro por que no tiene el mismo punto de vista. Descalificamos las expresiones de libertad de pensamiento de aquellos que no tienen los mismos estilos de vida, sin embargo vitoreamos las expresiones que representan públicamente nuestros ideales. Queda claro que nos falta para ser  una sociedad más evolucionada, que respete y aporte al desarrollo de todos.

Aprender a trabajar con una “mentalidad inclusiva”, implica reaprender una nueva forma de trabajar e incluso de vivir y de cómo nos relacionamos unos con otros. Hoy, existen leyes de convivencia escolar, inclusión laboral y de no discriminación, que están lentamente modelando una sociedad más inclusiva. Pero, ¿Qué hacemos mientras vivimos el cambio? ¿Cómo nos adaptamos a nosotros mismos y a nuestros equipos de trabajo?.

Desde el punto de vista Educacional, la ley sobre violencia escolar promulgada el 2011, impulsa un sistema de gestión, al interior de cada colegio, que se orienta por una parte, a resolver situaciones críticas entre los estudiantes, pero principalmente para desarrollar las competencias de la tolerancia, el respeto y la asertividad entre los estudiantes; cuando existe un conflicto, el sistema educacional a través de los protocolos de convivencia, se les enseña a los niños y niñas a resolver sus diferencias y conflictos, de manera conversacional y empática, entendiendo el sentir y la razones del otro. ¿Qué hacemos los adultos?

Cuando se anunció la promulgación de la Ley de Inclusión, se reportó que las empresas que se atreven a actualizar sus culturas organizacionales para ser inclusivos, son empresas que desarrollan la capacidad creativa de sus colaboradores, la cual bien orientada, se ha demostrado que genera incluso aumentos en  la productividad.

Cada vez que nos enfrentamos a un cambio organizacional, necesariamente realizamos un cambio en las personas que lo componen. Son las personas y no las máquinas quienes necesitamos aumentar nuestra Inteligencia Inclusiva, es decir nuestra capacidad para relacionarnos de forma efectiva con diferentes tipos de personas, ser flexibles y aprovechar las oportunidades que nos brindan.

En palabras de la psicóloga chilena Andrea Squadritto, “sensibilizar y tomar conciencia de éstas barreras discriminatorias”, es el primer paso para poder generar trabajos colaborativos, con equipos diversos y diseñar políticas, prácticas y procedimientos que permitan aumentar la posibilidad de inserción al mundo laboral y donde lo que prime  sean las competencias y habilidades de las personas para desempeñarse en igualdad de condiciones.

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