Opinión

La mala idea de matar al mensajero

Por: Diario Concepción 07 de Julio 2017

Es verdad que no estamos preparados para recibir malas noticias que nos conciernen, tanto así, que es de venerable antigüedad la expresión de “matar al mensajero”; eliminar al portador de las malas nuevas. En la antigüedad los mensajeros con la información equivocada se exponían a perder la vida cuando aparecían con noticias infortunadas para los poderosos,  sufridos portadores de información, quienes muchas veces no tenían la menor idea de que  lo llevaban, por no saber leer, o porque los mensajes venían escritos en códigos indescifrables.

La literatura se encarga, ante lo dramático de la situación, de darle fuerza a sus textos con algunas de estas narrativas, por ejemplo, una escena en Marco Antonio y Cleopatra;  la reina, ya sabemos que era ligerísima  de genio, recibe a un enviado de Roma. Antes que el inquieto flacuchento de turno tenga la oportunidad de trasmitirle el recado, le promete oro, perlas y hasta uno que otro cariño personal si le trae buenas noticias. Enfurecida por lo que escucha, nada de lo que soñaba, insulta al mensajero y lo abofetea, más encima le amenaza, será azotado con un látigo, revolcado en sal y cocido lentamente en salmuera, un escalofriante escenario para un pobre personaje aterrado e inocente.

En la actualidad, matar al mensajero no pasa de ser una frase figurada, alude a la indignación que provocan los portadores de malas noticias, a veces son los diarios, o la televisión, otras tantas y por el insidioso camino de la pequeña pantalla que miramos a cada rato en la palma de la mano, diversos vehículos para ennegrecer nuestra realidad. En la recién terminada votación, no es posible matar a todos esos mensajeros, a pesar de las ganas de algunos que tuvieron malas noticias.

 

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