Opinión

De empatía y sufrimiento

Por: Diario Concepción 21 de Junio 2017
Fotografía: Diario Concepción

Por: Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Magíster Filosofía Moral

En su novela “Sueñan los androides con ovejas eléctricas”, Philip K. Dick escribía que la empatía era un rasgo inherente a la raza humana. Según él, incluso un arácnido puede presentar cierto grado de inteligencia, pero no es empática. La explicación radicaría en que “la facultad empática probablemente exige un instinto de grupo definido; para un organismo solitario, como la araña, no tendría la menor utilidad, es más, incluso perjudicaría su capacidad de supervivencia. La volvería consciente del anhelo de vivir que tiene su presa. Por esa razón, todos los depredadores, incluso los mamíferos más desarrollados, como los gatos, podrían morirse de hambre”. Aunque la experiencia muestra que nunca falta quien, ante la mínima chance, puede obrar ocasionándole dolor a otro.

No me refiero sólo al dolor físico, sino que también al moral. Aquel que puede demorar más en sanar y extenderse más allá de algunos momentos. Es el tormento o calvario que debe sostenerse como consecuencia de la desilusión o del desengaño que nos conduce hacia el abismo de desesperanza y angustia. Es la conducta que ocasiona un daño a un semejante, ejecutado a veces con pesar, a veces con indiferencia y no en pocas oportunidades incluso con placer por los más torcidos de espíritu.

Las atrocidades que se causan unos contra otros se excusan o tratan de justificarse con motivos ideológicos, religiosos, correctivos, y no faltará el que se escude en razones éticas. Se levantaran sotanas, uniformes o se blandirán banderas, cruces, medias lunas o cualquier otro artefacto como símbolo, para adornar lo que si desnudamos de cualquier fanatismo, no es otra cosa que maldad, que nos aleja de todo sentimiento de empatía, que se va perdiendo no sólo respecto de quien directamente  produce el daño, sino que también en quien lo presencia y ni siquiera se conmueve. Sin excluir al apático, al más terrible de todos: al indiferente. Aquel que aun sabiendo del dolor ocasionado a otro, nada dice y nada hace. Pasa de largo y mira hacia otro lado.

Cuando perdemos la conciencia de la empatía y provocamos dolor a otro o lo contemplamos sin ninguna conmoción, no sólo estamos cosificando a la víctima, sino que también nos estamos deshumanizando. La crueldad está potencialmente presente en todos, tal como la piedad. De allí que sea necesario denunciarla, combatirla y prevenirla, para no darle espacios a quienes se desenvuelven sirviéndose voluntariamente y sin remordimiento por medio de ella.

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