Opinión

La larga lista de los objetos olvidados

Por: Diario Concepción 16 de Junio 2017

Hubo un tiempo feliz en el cual la gente tenía máquinas de escribir, esos artilugios fueron el resultado de la ambición de algunos para hacerse famosos inventando algo que fuera en realidad práctico, para los no iniciados se las puede ver en acción en las notarías.

Hubo muchos, en muchos países, que murieron en el intento, hasta la aparición de Cristopher Sholes, quien patentó una máquina operativa el año 1868, lo suficientemente convincente como para entusiasmar a Remington and Sons, de Nueva York, los que fabricaron el primer modelo industrial. Contenía casi todas las características esenciales de la máquina que algunos alcanzamos a conocer, aunque sólo escribía en mayúsculas.

De ahí para adelante, el artefacto empezó a conquistar al mundo, había llegado la máquina de escribir, aunque era solo la máquina para escribir.
Nuevos desarrollos fueron acercando el producto a diversas necesidades, como ponerle minúsculas, o una cinta de máquina de color negro y carmín, para responder a las demandas de los contadores, desde entonces que estamos aterrados con las cifras en rojo.

Para los eventuales lectores de este siglo, que sólo han visto estas máquinas en los museos, es bueno recordar que la doble C, de las copias de correos electrónicos, deriva de la misma doble C utilizada para las copias a papel carbón que usaban estos artefactos.

Hay un regreso al pasado, en gloria y majestad, la FSO, agencia responsable por la seguridad de los altos funcionarios del Kremlin, ha emplazado una orden de compra de máquinas de escribir, con el posible objetivo de evitar las filtraciones de los nunca bien ponderados hackers y otros brujos. No parece mala idea, en una de estas vuelven las palmatorias, los faxs y las casettes.

PROCOPIO

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