Editorial

Las complejidades económicas de la descontaminación

Por: Editorial Diario Concepción 22 de Agosto 2017
Fotografía: Diario Concepción

Este invierno terminará, como han terminado otros, dejando en evidencia situaciones que no terminan de solucionarse con el paso de los años, no solo de las inundaciones y cortes de energía, además de daños y pérdidas, está presente la difícil y evidente asimetría en las capacidades de las familias para lidiar con el frío. El invierno es una estación cara para la mayoría de las personas, para muchos el costo no resulta abordable, por mucho que se trate de buscar alternativas, la energía calórica no es barata, en ninguna de sus formas.

Generar esa energía tiene además costos ambientales, no todas las formas de producción son de poco impacto para el delicado equilibrio del ambiente, la contaminación es un factor siempre presente y su contraparte, descontaminar, una tarea de muy difícil implementación. Al momento de establecer la actual institucionalidad medioambiental, mediante la Ley N° 20.417 publicada en enero de 2010, creando el Ministerio del Medio Ambiente, la Superintendencia del Medio Ambiente y el Servicio de Evaluación Ambiental, se estableció que cada cuatro años se elaboraría un informe sobre el estado del medio ambiente, para dar cuenta de las mejoras y definir nuevos instrumentos de protección.

Efectivamente, en 2012, transcurridos dos años de la instalación de este nuevo ministerio, se realizó un diagnóstico crítico de la situación y se estableció un listado de expectativas de cambio con la nueva institucionalidad. El segundo informe, recién publicado el este año, ha sido objeto de prolijo análisis por los medios, ya que se observa la persistencia de muchos de los problemas iniciales y otros que parecen haberse agudizado.

Entre los problemas más visibles, estrechamente relacionado con motivos estacionarios, ha sido la contaminación del aire, con cifras alarmantes, más de la mitad de los chilenos respira aire con niveles críticos de contaminantes, que superan la norma anual internacional de 20 microgramos por metro cúbico de material particulado fino. Según el informe, el año pasado estos niveles críticos de aire generaron 3.723 muertes prematuras por enfermedades cardiopulmonares. La situación es indudable para la mayoría de los ciudadanos, hay contaminación visible en calles saturadas de vehículos, sobre todo de la locomoción colectiva, el humo de las chimeneas en los barrios. El problema es la alternativa, para los vehículos es cada vez más clara, para los hogares del común de los chilenos, no tanto.

Desde el ministerio se enfatiza la importancia de trabajar más en aislación térmica para reducir el uso de la leña y en planes de ahorro energético, para académicos de gestión ambiental se trata de tener leyes más efectivas, por ejemplo, en el control de la leña, o lisa y llanamente erradicar su uso, sin considerar aspectos económicos para numerosos hogares cuyos recursos no permiten financiar una calefacción menos contaminante y que requieren apoyo estatal, como ha ocurrido en otras latitudes con problemas similares. En algunas capitales europeas, como Londres, fue necesaria una inversión de muchos millones de libras, además de los planes existentes para combatir la contaminación del aire, creando un fondo- Clean Air Fund- para el aire limpio.

El problema está con nosotros, no basta con leyes y campañas, hay costos involucrados y la necesidad imperiosa de resolver cómo se financian.

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